Image Desde esta, su “página musical”, que durante tantos años  y con tanta fidelidad ha escrito, queremos  recordar y hacer presente a nuestro querido Pascual, que nos ha abandonado para ir a la casa del Padre.

Miguel Ángel Solís,  Tomás Villajos, Pascual Solís y Ricardo Gallén   La comunidad Parroquial y nosotros, los sacerdotes, agradecemos al Señor el don de su vida, el regalo de su compañía y amistad entrañable, su sencillez, su constancia y paciencia para  todas las cosas que hacía para la Parroquia: Durante unos cuarenta años dirigió el Coro parroquial y Coro de villancicos,  y  durante  unos quince años esta hoja y tantas otras cosas… Que el coro de los ángeles y los santos sea para Pascual el lugar desde donde contemple al Señor por los siglos de los siglos.

    En la Eucaristía – funeral que celebramos por  Pascual, al terminar, dos personas leyeron estos textos, llenos de fe, cariño y admiración, que reproducimos a continuación:

    Tere Simarro, en nombre de la coral, le dedicó lo siguiente:

    Cuando callan los cantos y la pena aprieta la garganta, en este momento de silencio es cuando habla el corazón y la fe.

    Afloran los buenos sentimientos y los recuerdos de tantos momentos compartidos con Pascual. Pero, no queremos hacer de este momento una despedida, sino un reconocimiento al maestro y, sobre todo, a la buena persona que es Pascual. Hablo en presente porque su espíritu goza de la presencia de Dios y está con nosotros, entregado  y confiado en los brazos del Padre. Así vivió y así seguirá.

    Por eso, aunque la pena nos embarga, creemos en la resurrección.

    Su vida, la manera de afrontar la enfermedad y la muerte debe ser un ejemplo para todos nosotros.

    Queremos darte las gracias por existir, por tenerte entre nosotros, por tu dedicación abnegada a la música y al canto. Gracias por tu bondad, sencillez, humildad y paciencia, que ha generado entre  niños, jóvenes y adultos, amor y entusiasmo por la música y nuestras tradiciones.

    Podríamos imaginarte, ahora, en la eternidad rodeado de buenas almas, marcando los ritmos de un cántico lleno de esperanza y felicidad plena que alivie la pena de tu amada esposa, tus hijos y todos los que te queremos.

    Tu bondad y buen hacer queda entre nosotros.

    Descansa en paz.

    Su consuegro, Alfredo Velasco, leyó también, al terminar  la Eucaristía -funeral- el siguiente texto, con una introducción que  le ha puesto posteriormente:

    Te pido disculpas, Almodóvar, por no haber sido capaz de poner mi voz en tono aceptable el día 4 de diciembre, cuando despedíamos a uno de tus mejores hijos.

    Quería darte mi pesar pero, al mismo tiempo, confesarte la esperanza que tengo de encontrarme un día con Pascual, si consigo ser tan paciente y pacífico como lo fue él.

    En la carta que no supe leer, al terminar la Eucaristía, decía:

    Querido Pascual:

    Como uno más de los muchos que te quieren, yo también tengo mi pena al sentir la certeza de no poder volver a estar contigo…..en no se cuanto tiempo, porque:

    “No os es dado a vosotros conocer el día ni la hora”.

    De momento te hemos perdido, y nuestra débil humanidad se resiente. Sin embargo sabemos donde estás, y lo que hemos de hacer para encontrarnos cuando nos llegue el día y la hora.

    Si hubiera que definirte, habría de ser como un hombre pacífico, y Cristo ya  te  llamó  su  hijo hace muchos siglos:

    “Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios”.

    Después de 74 años de vida entre nosotros, te has dormido definitivamente y has marchado al Cielo para que la Madre te presente a su HIJO.

    Setenta y cuatro años dicen ahora que es poca vida, pero es demasiada para el que está esperando alcanzar metas más altas.

    Sé que tú estás Allá y ahora eres feliz.

    Ayúdanos y ruega al PADRE, para que el día que también nosotros emprendamos el viaje, podamos reunirnos contigo.
                                       

Un abrazo, Alfredo.