Image En esta Navidad de 2007 hay que felicitar a todos los que nos traen y comunican buenas noticias:

    •    a los profetas del Antiguo Testamento que, desde  la esperanza y la fe, anunciaron tiempos  mesiánicos de paz y justicia…

    •    al ángel que, postrado  ante  la Reina de los ángeles, le trajo la noticia limpia y bella de Dios hecho carne en sus entrañas…

    •    a Juan el Bautista, que  proclamó  y anunció, desde el desierto, a gentes venidas de Jerusalén, Judea y de la región del Jordán,  la venida de Dios hecho hombre…

    •    a la Iglesia,  que  año  tras año, es  portadora  de  la mejor Noticia para el mundo y para cada persona: Dios con nosotros…

    •    a todos los que hoy, en la familia,  en las catequesis, en la enseñanza, en las conversaciones… comunican y hacen presente  la Buena Noticia de Dios con nosotros.

    Noticia, misterio de amor:

    A base de repetir muchas veces una palabra o un acontecimiento puede nacer la rutina y perderse la admiración.

    “Tanto amó Dios al mundo, que  no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna” (Jn. 3,16)

    Esta es la gran noticia de la Navidad, el gran misterio.

    El amor de Dios  hacia el hombre creado a su imagen y semejanza se había manifestado de muchas maneras.

    Ahora podemos decir tanto ama Dios  al mundo:

    tanto ama todos los pueblos del mundo;

    tanto ama a cada persona que habita en este mundo; tanto ama a todos  los pobres del mundo;

    tanto me ama a mí… que se hace pequeño, niño, pobre para habitar entre nosotros y quedarse para siempre con nosotros.

    Y esto tendría que repetirlo cada persona a sí misma y a los demás muchas veces con el sentimiento y la admiración de quien estrena en su corazón esta  misteriosa y gloriosa Noticia.

 

    Dios  habitó entre nosotros:

    Desde la creación y, de modo muy singular, desde la encarnación del Hijo, Dios está entre nosotros de muchas formas:

    •    El “amor” lo hace presente:

    Cuando amamos de modo incondicional y absoluto se revela el amor divino entre nosotros.

    “Nadie ha visto jamás a Dios, si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros” ( 1ª Jn. 4,12).

    •    No existe la soledad:

    En cualquier circunstancia  de  nuestra existencia, en  las alegrías y en las penas, Dios hecho carne está a nuestro lado:

    “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mat 28,20).

    •    En la oración personal y comunitaria:

    “Allí donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mat. 18,20).

    •    En la caridad fraterna:

    El Señor se identifica con los más necesitados y el premio eterno depende de haber sabido verlo ahora presente  a Él en ellos:

    “Venid benditos de mi padre; recibid en propiedad el reino que se os ha preparado desde el principio del mundo Porque .Estuve hambriento y vosotros me disteis de comer;… llegué como un extraño, y me recibisteis en vuestra casa; me visteis desnudo y me disteis ropa; estuve enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme…” ( Mat. 25,35).

    El misterio de la Navidad es que Dios se hizo carne y sigue habitando entre nosotros, tan cercano que se nos puede escapar fácilmente de la mirada.