“Con el Concilio Vaticano II se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza”

                                                            “¡No tengáis miedo ¡”
                                                                                   (Juan Pablo II)

P.- ¿A qué orden religiosa pertenecen?

R.- Somos misioneros de la congregación italiana de Turín. LA CONSOLATA. Su carisma es la misión, para realizar “El sueño de Dios”.

De Puertollano  tenemos un compañero misionero, Ramón Cazalla que lleva muchos años en las misiones en Brasil.

P.- ¿Cuántos años  llevan realizando esta labor?

R.- Nuestra  Congregación religiosa fue fundada en 1901; por lo tanto, más de cien años.

P.- ¿Hasta dónde se extiende su obra geográficamente?

R.- Abarcamos todo el mundo, nuestra congregación empezó desde Italia, se irradió hacia África. De África, por razones históricas como fue la guerra mundial y por escasez de clero; en Hispano-América vinimos a abrir la misión a América Latina y últimamente hemos abierto la misión en Asia, en Corea del sur y Mongolia.

P.- ¿Qué sentido tiene hoy un misionero en Europa, tradicionalmente Católica Apostólica y Romana?

R.- Dar razón de nuestra fe, con esperanza con ilusión, estar convencidos de nuestra fe y comunicarla. Todo bautizado, por el hecho de ser bautizado es misionero, anuncia a Jesús también aquí. Los cristianos  estamos llamados a anunciar a Jesús.

P.- ¿Cómo surge la necesidad de hacer misión en Europa?

R.- Fue hace unos veinticinco años en Francia a raíz de la publicación de un libro sobre la necesidad de hacer misión en las entrañas de la propia Europa.

En un primer momento este mensaje fue motivo de grandes polémicas; tanto en Francia, como Europa. Pero  la realidad era que existían  grandes sectores de la sociedad  que vivían alejados del evangelio: como era, en aquellos momentos, la población obrera, inmersa en las fábricas y lejos de sentirse como persona  con la dignidad cristiana, desconociendo el valor auténtico que tiene el hombre en la obra de Dios. Como ocurre hoy con muchos jóvenes, inmersos en su mundo de consumismo, materialismo, poco  comprometidos.

Mucho más necesitados de la misión son todas las personas castigadas por las drogas, y alejadas de la fuerza, del valor y de la entereza que da la fe; por lo que es tarea de todo cristiano ser misionero.

P.- ¿Cómo puede el cristiano seglar ser misionero, cada día, en cada momento de su vida?

R.-Hoy en día se le pide a Europa que al ser misionera sea capaz realmente de tener una visión del mundo, es decir una Europa capaz de interesase por lo que sucede en todo el mundo  y que sepa asumir sus  responsabilidades por los problemas reales que hay en Él.

De manera que el cristiano misionero esté en toda lucha por la humanización, por los derechos humanos, por ayudar a las personas a alcanzar aquel nivel de vida que Cristo Jesús, que Dios mismo, nuestro Creador quiere para todo ser humano.

Ser misionero es estar presente, es formar parte en cualquier tipo de lucha que se esté llevando hoy, ya sea a través de ONG, de asociaciones, de cualquier movimiento, considerados como objetivos del milenio: como vencer el hambre, vencer la pobreza, la escolaridad infantil, ayudar a que no haya discriminaciones de género, superar la mortalidad infantil, también el aborto.

En todo esto debe involucrarse el cristiano tradicional, abriéndose para que el mundo entero crezca y no encerrarse  como parece ser que es la tendencia, sino abrir el corazón, realmente al mundo.

P.-¿Cómo ve un misionero la llamada GLOBALIZACIÓN;  él, que vive la realidad y la diferencia entre los dos mundos?

R.- Hoy en día hay una globalización de la economía, pero hay que ver si logramos también hablar de una globalización de humanidad, una globalización de la gente de a pie; porque naturalmente, los grandes poderes nos están globalizando a todos y nos están engullendo allá y acá.

Hay  que  ver si  logramos  formar  una  globalización, una solidaridad de la gente de a pie para romper ciertas cadenas y permitir que todas las personas puedan realmente alcanzar aquel nivel  de vida y dignidad que merecen todos.

P.- Como misionero que generosamente dedica su vida entera  a propagar el evangelio de Jesús, ¿qué piensa, cuando escucha esa frase: “Tú solo no vas a cambiar el mundo”?

R.- Bueno, claro que tu solo no vas a cambiar el mundo, pero sin tu ayuda, ese poquito que podrías hacer, no se hace; ciertamente, cada cual da un pequeño aporte, además tú no sabes a donde llega tu aporte, porque normalmente, el que hace una obra de bien, nunca sabe el alcance que puede tener eso y no le importa.

Tú también puedes ayudar a arreglar el mundo desde tu papel de cristiano seglar. Digamos que… uno hace algo que sea un bien en beneficio para otros y… déjalo volar; a veces uno dice una palabra y de pronto para alguien  ha sido una solución del problema, un despertar y yo ni le había dado tanta importancia, y sin embargo es así. Aún las pequeñas cosas son importantes, no sabremos nunca los efectos que producen.

P.- Escuchando sus palabras, surge en nosotras el recuerdo de Juan Pablo II. Su misión recorriendo el mundo, esa lección, hasta el último día: “No os canséis…” “Merece la pena…”

R.- Seguramente lo del Papa fue profético. La Iglesia no deja olvidado ningún lugar del mundo por pequeño que sea, donde esté la presencia  de un solo hombre que vive, allí tiene que estar. Aunque ese hombre no sea cristiano, está presente y acompaña el crecimiento, las necesidades de esta persona.

Hoy en día, faltan personas misioneras, religiosos, sacerdotes. Necesitamos personas; medios tenemos, nos damos cuenta que las fuerzas que, hasta hace unos treinta años, eran bastantes, ahora están envejeciendo, no ha habido recambio.

Ojala que como Iglesia, no nos sintamos extraños y estemos presentes, activamente en todos los movimientos sociales que luchan o que se manifiestan, se expresan por llevar adelante propósitos, proyectos de nivel universal, de nivel mundial.

Hoy en día, hay mucha solidaridad, la Iglesia, a mi modo de ver, en algunos casos tiene miedo de unirse con tantas plataformas; por el hecho de no compartir con ellas al cien por cien la misma visión, nos quedamos a veces fuera. Nos falta la consciencia  de que, la unión hace la fuerza. Tendríamos que ser capaces de unir fuerzas con todas las plataformas de humanidad y de gente que está luchando en este sentido.

P.- La misión del Cristiano hoy, tiene un sentido más amplio.

R.- Hoy se llama misión también justicia y paz; integridad de la creación, es decir, todo lo que hace, se hace  para promover la justicia, la paz y la integridad de la creación, se considera hoy misión de la Iglesia.

Cuando uno busca ver cuáles son los ámbitos de la misión, esto es un ámbito nuevo, que quizá antes no le hemos dado tanta atención, sobre todo en el aspecto de la integridad de la creación. Cuando los misioneros nuestros, allá en Brasil, están luchando para defender las tribus indígenas, que viven allí y a sus tierras, de personas sin conciencia que están arrasando ese pulmón del mundo, talando los árboles para quitarles la madera.

Nosotros, los misioneros, con nuestra denuncia, con nuestro apoyo, estamos salvando la naturaleza, que nos hace falta a todos, salvado a las personas, los animales, las aves, las plantas. Estamos siendo misión de la creación de Dios.

La acción destructiva del hombre, no está de acuerdo con la voluntad de Dios.

P. Un misionero, después de una larga experiencia de Misión, de  dónde es.

R.- Mirad, acabo de celebrar mis treinta años de vida sacerdotal, en Venezuela y en Colombia, entre los indios Guajiros, los campesinos de los Andes y los afro-descendientes de Barlovento y Cartagena de Indias.

Dejé entre esas poblaciones parte de mi corazón.

Siempre me trataron como parte integrante de su comunidad, de su familia y yo me considero un hijo más.

Puedo contaros con sorpresa que me costó mucho más el viaje de regreso a Europa que el primer viaje de ida a Venezuela.

Ayudar a los demás da una felicidad increíble, me encontré muy bien con la gente de allí, de verdad experimenté entre estos pobres, un clima de solidaridad, de hospitalidad, de sencillez increíble. Lo poco que tienen lo comparten contigo.

Qué hacemos los misioneros en la misión. Tratamos de vivir la fraternidad entre nosotros y con la gente y compartiendo la fe, la vida. En mi caso, más de veinte años  en distintos lugares deprimidos, todo por amor a Jesús.

¿Cómo se concretiza nuestra acción misionera entre los hermanos  más  necesitados?

Buscamos, en un primer momento, corresponder a las urgencias materiales, involucrando a la misma gente pobre, contando con la comunidad; se trata de obras de promoción humana, promoción de la salud, educación, planes de desarrollo en diversos campos: La agricultura, saneamiento y vivienda con diversos grupos; mujeres, niños, campesinos.

Hablamos el lenguaje de la caridad concreta y esto facilita y prepara  los corazones para emprender luego el camino de la fe; pero lo más interesante que quiero comunicaros es que los misioneros compartimos con la gente nuestra fe, nuestra experiencia de Dios, de un Dios Padre, amigo enamorado de la humanidad y el corazón se te ensancha cuando ves que algunos adultos, ciertos jóvenes, quieren vivir tu misma fe, irradiarla, convertirse en misioneros entre su gente. Desean y buscan una sólida formación religiosa.

P.- ¿Cuál podría ser nuestra misión desde aquí, desde España?

R.- Mirad, yo he vuelto para recordar a la Iglesia, que no es Iglesia si no viven la chispa de la Misión, para invitar a los cristianos a apoyar a los misioneros, para hacer del mundo la familia universal de los hijos de Dios, para contarle a los jóvenes que vale la pena ser misionero.

P.- Qué aportaría un joven a La Misión.

R.- Podría empezar a ser misionero desde aquí y os voy a dar tres pistas: En primer lugar, cultiva la oración, vive una profunda amistad con Jesús.

En segundo lugar, da tu ayuda, tu apoyo material y económico a los misioneros, para que puedan llevar adelante todos los trabajos, todos los proyectos de capacitación humana y cristiana.

En tercer lugar, anima a nuestras comunidades para que salgan de ella vocaciones que lleven adelante la tarea misionera.
Personalmente, doy gracias al Señor por haberme regalado la vocación misionera y la experiencia de La Misión. Es algo que te llena, te hace sentir bien. Dificultades no me faltaron, pero éstas son el precio de la misión. Se convierte, siempre en algo positivo, te espabilan, te hacen reflexionar, te rompen la rutina y así sigues experimentando cómo Dios sigue sembrando consolación.

Amigo joven, si lees esto, te dejo una sencilla sugerencia: trata de ensanchar tu corazón como el de Jesús, ofreciéndote para alguna ayuda solidaria en tu comunidad, visitar alguna residencia   de  ancianos,  asociarte  en  alguna  ONG. Mantente informado acerca de los países del sur leyendo revistas misioneras: Antena Misionera, Gesto, Mundo Negro, Aguiluchos…Porque como dice el refrán “ojos que no ven, corazón que no siente”.

Únete y apoya a organizaciones solidarias: Manos Unidad, Médicos del Mundo, Caritas y Cruz-Roja. Apadrina niños. Así que la unión hace la fuerza. Intenta asumir un estilo de vida austero y sobrio y ahorra algo de dinero para ayudar a los pobres, PORQUE DERROCHAR ES ROBAR.

Sobre todo interrógate sobre el futuro de tu vida, si tantos hombres y mujeres se sienten plenamente felices y realizados en la vocación misionera, porque no puedes serlo tú.

    Agradecemos a los misioneros D. Pedro y D. Sergio, que en esta semana de misión que hemos disfrutado desde la Parroquia, nos hayan hecho un hueco en su ajetreada agenda: visitando a nuestros a colegios, instituto, asambleas familiares, encuentros con catequistas, en la escuela de Teología, para realizar esta entrañable, humana y cercana  entrevista. ¡¡GRACIAS!!