El Siervo de DiosI.- Siervo de Dios, humilde y obediente,
siervo bueno de Dios, sacrificado,
en todos los dolores iniciado,
de todo sufrimiento el más consciente,

Tus manos acarician tiernamente
las heridas del hombre torturado,
en tus espaldas cargas los pecados
y nos curas certera, enteramente.

En tu rostro, los golpes, salivazos;
en tus manos, los clavos y las llagas;
en la espalda, los fuertes latigados.

Y cargas nuestros pesos, nuestras plagas,
Te fundes con el hombre en un abrazo
y todas nuestras deudas tú las pagas.

II.- Siervo de Dios, humilde y abnegado;
siervo mío, sacrificado y generoso;
siervo limpio y total;
siervo de los siervos;
siervo de amor;
siervo-Dios;
Siervo.

Conocedor de todas las dolencias,
Experimentado en todo sufrimiento,
puede comparecer al abatido,
estar cerca del que sufre,
y decir palabras hondas, verdaderas,
palabras compasivas,
vivas.

El Siervo de DiosCon tus manos acaricias nuestras llagas,
porque tienes las tuyas bien llagadas;
tu rostro, endurecido por los golpes,
escupido y afeado, espejo de los pobres;
tus espaldas sostienen los fardos y pecados,
todo el peso del mundo,
el hombre.
 
Siervo de Dios y de los hombres,
nos liberas y pagas el rescate;
nos metes a todos en tus llagas;
te fundes con nosotros, solidario,
en acto de servicio,
servicio-amor total,
amigo.

Rafael Prieto Ramiro

Cuando en mi corazón
apareció tu misterio,
mi existencia quedó anonadada
y mi estrella se ofuscó.
Mi corazón se revistió totalmente
del misterio de mi Señor,
y en el camino me di cuenta
de que mi vida adquiría sentido
si te incorporaba a mi propio ser…

Ibn Arabi, poeta sirio del siglo XII