Un año con San Juan de Ávila. La Carta 56Nos encontramos con unas mujeres devotas -que se confiesan con San Juan de Ávila-que no entienden cómo Dios permite ciertos acontecimientos, enfermedades y trabajos.

No saben cómo obrar con las personas que gozan con el mal de los demás y todo lo critican.

San Juan de Avila les contesta con una carta extensa…

Afirma: «Cuanto a lo que decís de vuestros trabajos, pláceme que los tengáis y pésame que los sintáis; porque creed por muy cierto que otro camino no hay para alcanzar los gozos del cielo que pasar acá los trabajos por Cristo«.

Nos recuerda a San Juan de la Cruz que se gozaba en los desprecios y trabajos con tal de conseguir los gozos de Dios y la paz de Dios y la gloria del cielo.

San Juan de Ávila recuerda a estas mujeres, las bienaventuranzas: «Los que lloran, los que padecen hambre y sed y lo que sufren persecuciones«.

Y añade: «No dudéis, hermanas muy amadas, de seguir la luz, que es Cristo; que sin falta, si vais por donde El fue, iréis a donde Él fue«.

Es muy claro nuestro santo: «Dadle gracias por los trabajos y por el descanso, que todo viene de una mano y de un amor, y el fin de todo es para nuestra santificación«.

Y les hace una advertencia: «No seáis como los edificadores de Babilonia que, pidiéndoles instrumentos para edificar, derriban. No seáis maliciosas y sospechosas que, si os saludan, pensáis que os maldicen. No seáis víboras, que la dulzura de las flores que la abeja torna en miel, torna ella en ponzoña«… No seáis tan desabridas, que lo que Dios os envía para señal que os ama lo toméis por señal que no os ama. Vivid en fe de quien nunca desamparó a los que con humilde corazón de Él se fiaron«.

Y les recuerda la doctrina de San Pablo: «Cuando Dios a su Hijo nos dio, todas las cosas nos dio con Él. Claro es que quien dio el Hijo, dará la casa, la hacienda y todo lo demás. Porque todo es menos que el Hijo y tal Hijo«.

Termina la carta: «No hay más papel, y por eso no escribo más. Esta hayan por suya todos los que vosotras mandáredes, y y rogad por mí«.

Rogad por mí, como nos pide el Papa Francisco.