Las fiestas y nuestros patronos - La Virgen del CarmenCon alegría, con paz, con fiesta interior celebramos un año más nuestras fiestas patronales.

Unir a la Virgen y los Santos patronos con la fiesta tiene un significado muy hondo; porque, bien vistos y contemplados, los Patronos han sido modelos de vida en fiesta; no sólo unos días de fiesta.

Decía muy acertadamente Salvador Dalí: «Creo que la vida debe ser una fiesta continua«.

Y el teólogo L. Boff dice que, quien es capaz de reír a pesar de los pesares es que está viendo algo más que todo este mundo: «El humor y la fiesta revelan que hay siempre una reserva de sentido que todavía nos permite vivir y sonreír«.

Sí, Dios vivido desde un fe profunda es fuente de la verdadera alegría y de la fiesta.

Dios es alegría infinita y eterna y quiere hacernos partícipes de ella, haciendo que descubramos el valor y el sentido profundo de nuestro existir,.

1.-La Biblia, Palabra de Dios, esa llena de sentidos y sentimientos de alegría:

Así, en el nacimiento de Jesús, el Ángel del Señor dice a los pastores: «Os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Luc. 2,11).

Y los Magos que buscaban al Niño, «al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría» (Mat. 2,10).

El motivo de esta alegría es la cercanía de Dios, que se ha hecho uno de nosotros.

Esto es lo que san Pablo quiso decir cuando escribía a los Filipenses: «Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos…El Señor está cerca. Nada os preocupe…» (Filp. 4,4-5).

La primera causa de nuestra alegría es la cercanía del Señor, que me acoge y me ama.

Jesús dice: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor… Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud» (Jn. 15,9.11).

Las fiestas y nuestros patronos - San Juan de ÁvilaJesús explica que «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo» (Mt 13,44).

2.- Esta alegría, la paz del corazón que es causa de gozo interior fueron vividos por nuestros Patronos.

Así la Virgen:

Cuando el arcángel Gabriel anuncia a la Virgen María que será Madre del Salvador, le dice: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo«» (Luc. 1,28).

Su prima Isabel le dice: ¡ Feliz tu porque has creído…» Y María responde: «Se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador… desde ahora me felicitarán todas las generaciones.» ( Luc. 1,46)

3.- Nuestro Santo Patrono S. Juan de Ávila, Doctor de la Iglesia tiene muchos pensamientos sobre la alegría del corazón y la paz, que es fruto y causa de ella:

En la carta 86 escribe:

«Tened paz en vuestros corazones, obedeciendo en ellos a Cristo, y contentaos con aquello que El os envía; servidle como El quiere, y no como vosotros queréis.

Tened paz en vuestras casas, mirando cada uno no sea pesado en su compañía…

Amaos todos en Cristo, y seréis todos ricos; porque siendo los corazones unos, también lo sea la hacienda. Sed cuidadosos de vuestras costumbres, sed apacibles a vuestros prójimos, sed hijos de obediencia a Dios nuestro Señor, y en galardón de estas cosas esperad el reino de Dios, adonde plegué a Él nos veamos.

Y esa paz interior y gozo, dice S. Juan de Ávila, debe producir unas relaciones bonitas y festivas entre las personas.

Cada día del año debería ser una paz intima y gozo comunicados en nuestro trato con los demás, logrando –como dice nuestro Santo- la unidad y fraternidad entre todos.

Las fiestas y nuestros patronos - San Juan Bautista de la ConcepciónAsí escribe S. Juan de Ávila:

«Y todos generalmente guardad la unidad del corazón, que Cristo oró al Padre diciendo: Quiero, Padre, que sean una cosa, así como tú y yo somos una cosa.

No haya división-que es cosa del infierno-entre los llamados a la santa cristiandad que se llama reino de Dios; no traigan pleito los que son hijos de paz; no haya maldiciones entre los que esperan poseer el reino de Dios por una bendición; no haya envidias entre los que son miembros de un cuerpo, entre los cuales el uno se goza del bien del otro y se entristece del mal…

No tenga lugar la codicia entre los que oyen: Mi mandamiento es que os améis unos a otros como yo os amé. Sed, pues, hermanos, tales, que vuestra vida glorifique a vuestro Padre que está en los cielos»

En la Carta 109 a una señora enferma, S. Juan de Ávila le hace ver que los dolores no son impedimento para mantener el gozo y la serenidad interior, el talante confiado y festivo que nace de la fe:

«A nuestro Señor gracias, porque con el crecimiento de en- fermedades del cuerpo hace que crezcan mercedes en el ánima. Y si así ha de pasar, supliquémosle que «corte y queme», como San Agustín decía, porque en lo interior, y que ha de durar, nos enriquezca…

Conviene que vuestra merced traiga muy gran cuenta de guardar la paz y sosiego del corazón, por reverencia de aquel Señor que en él mora, que es tan amigo de la paz, que se llama Príncipe de paz y pacífico y aun la misma paz.

Y así ha de huir de toda congoja, temor, ira, desabrimiento, deseo con ahínco, tristeza demasiada… y vivir en una paz, en cuanto le fuere posible, que a cualquier rato que el Señor quiera visitarla, no la halle turbada ni inquieta.

Y primero que hable o reprehenda algo, encomiéndese mucho a nuestro Señor para no turbarse, y no reprehenda hasta que esté en paz…

Esta paz se alcanza con estar confiada de nuestro Señor como de verdadero Padre, y con no tener voluntad ninguna más de la de Él, y ésta abrazarla con todas sus fuerzas, y gozarse y regocijarse en ella.

Y hasta que halle un entrañable gusto en que se cumpla en ella la voluntad de nuestro Señor, aunque sea con trabajos, menosprecios, dolores y todo lo demás, por adverso que sea, no descanse ni piense que ha aprovechado en el camino de Dios…

Las fiestas y nuestros patronos: La Virgen del Carmen, S. Juan de Ávila y S. Juan Bautista de la ConcepciónPara vivir en paz y gozo interior S. Juan de Ávila en la Carta 78 da los siguientes consejos:

«Rígete por el parecer de Dios

¿En qué está el vivir en paz?

-En creer que tiene Dios cuidado de lo que os cumple; en regiros por su parecer; en creer que aquello es lo mejor, aunque a vuestro juicio no lo parezca así. Quita, quita, pues, ese parecer; desarrímate de lo que tú sabes, de lo que tú quieres, de lo que a ti te parece que te cumple.

-Y si de mi parecer me desarrimo, ¿en quién quedaré, padre? ¿A quién seguiré?

-Arrímate al saber de Dios. Rígete por sólo el parecer de Dios. Niégate a ti mismo y sigue a Cristo. ¡Triste de ti, que cuando se hace el parecer de Dios te pesa, y cuando se hace lo que tú quieres te place! Cuando piensas que se ha de hacer la voluntad de Dios, temes; y cuando lo que la tuya quiere, te alegras.

Al revés había de ser. ¿No estás mejor confiado de Dios que de ti? ¿No estás mejor arrimado a Dios que no arrimado a ti? Quita todo eso: ¡Triste de ti, que no sabes lo que te cumple! Nunca llegarás a Cristo si no quitas ese tu parecer…

Neguemos, hermanos, nuestro saber, y estemos colgados del saber de Dios. Guía tú, Señor, y seguirte hemos; más vale tu consejo, aunque a mí me parezca recio, que el mío…»

4.- Y nuestro querido San Juan Bautista de la Concepción habla también de la fiesta del corazón.

Cuando un alma, dice nuestro Santo, siente en ella la presencia de Dios le nacen fuerzas y alegría celestial para vivir.

El hombre interior se «desencoge» y le salen todas sus potencias espirituales que Dios le da para vivir la fiesta de la vida.

Estas son las palabras de nuestro patrono y paisano S. Juan Bautista:

«¡Oh buen Dios mío, y quién pudiera decir las creces que un alma siente en sí cuando por alguna vía extraordinaria queda enterada de que Dios gusta de estar con ella, tratar, comunicar y asistir en su casa y morada! …

Las fiestas y nuestros patronos: La Virgen del Carmen, S. Juan de Ávila y S. Juan Bautista de la Concepción

Nácele una alegría y contento celestial con que alarga el paso en lo más dificultoso obrando con sumo contento y de buena voluntad. Quita de su parte los estorbos de tristeza y melancolía para que pueda bañar toda su alma aquel soberano sol de justicia de luz y resplandor. Desencójese todo el hombre interior: salen de sí todas sus potencias. Como las mariposillas y pajarillos que en la noche estuvieron en sus nidos recogidos y encerrados, no asientan ni paran en un lugar porque el contento que reciben es inmenso de gozar del sol que es su padre y su madre, que les da el pecho y descubre su comida, allí vuela el entendimiento por aquella grandeza de Dios y, si una vez contempla su sabiduría, otra se pasa a descubrir su misericordia, su poder y justicia. «

(O.C. Tomo I; pág. 314)

Y refiriéndose a la alegría del corazón, dice que la persona, para ser feliz, tiene que estar unida dentro de sí y no dividida, que no haya división interior, sino que todo el ser esté unido al Dios de la paz. Así escribe:

«El santo rey David procuraba tener paz consigo mismo: Señor, alégrese mi corazón para que tema tu nombre. Y aquí otra letra dice: Señor, uno sea mi corazón, no se reparta, no se divida, no se multiplique, porque, habiendo discordia entre los deseos, cualquiera enemigo triunfará de mí. Luego es corazón alegre el que es uno…

S. Pablo Efesios, capítulo 4: La unidad del espíritu se conserva con el vínculo de la paz.

Que sin ésta no hay unidad de espíritu ni concordia con Dios ni con los hombres, ni con nadie, ni contento ni alegría, ni cosa que no sea menguada y llena de azares.

Y cuando hay paz, todo lo hay… Y no sólo alegría, sino la abundancia de todos los bienes…

Abundancia de todos los bienes que pueden desearse, esto es lo que acarrea la unión y paz…

(Platicas a religiosos Tomo IV pag 499)

——————-

Con la intercesión de nuestros Patronos: La Virgen María y S. Juan de Ávila y S. Juan Bautista de la Concepción, trataremos de vivir, con toda intensidad de alegría y gozo, nuestras fiestas patronales y hacer de nuestra vida una fiesta permanente.