Semana SantaNuestro Patrono y paisano S. Juan de Ávila tenía un cariño especial a la Semana santa. Vamos a recoger algunos de los muchos textos que tiene y en los que se prueba lo que decimos:

«Uno de los tiempos en que mi ánima está consolada y en que mayores mercedes espera recibir de Dios, es esta semana antes de Pascua, llamada por nombre Semana Santa.

Por reverencia de Dios que me hagáis esta merced, y a Dios este servicio, y a vuestra ánima tan gran bien, que si en otro tiempo habéis sido los que no debíais, esta semana sirváis a Dios muy de veras; y yo os doy palabra de parte de Dios, en cuyo lugar estoy, aunque indigno, que El os pague el servicio que le hiciereis.

Quien de esta semana tiene parte, tiene parte en todas las otras fiestas del año; quien de esta semana no tiene parte, no tiene parte en su nacimiento, ni en su ayuno, ni en su oración, ni en sus azotes, ni en su muerte, ni en su resurrección, ni en su ascensión; no tiene parte en cuanto ha hecho y hará, si no tiene parte en esta semana». (Tomo III.- pag 337)

JUEVES SANTO:

a/ La Eucaristía es «Retablo de la vida de Jesucristo» , pero quien quiera participar de la belleza de este «retablo» no puede contentarse con solo mirar y admirar, debe comulgar y abrazarse íntimamente a los misterios que recibe al comulgar:

«¿No hacen acá los hombres memoria de sus hazañas? Pues así Dios ha hecho una memoria de todas sus grandezas y maravillas.

Quisiera yo veros a todos comulgados y confesados, y en gracia, para que se os pegara bien a las entrañas lo que se ha de decir …Pues aun Aristóteles dijo que no basta la vista del médico para sanar, si no haces lo que te dice. Ya os he dicho que no basta mirar y que no ha de engordar vuestra ánima ni se puede hartar con sólo el ver, si no come. (Tomo III,- nº 11)

«Pues aquí en el Sacramento hallaréis todo eso que ha ya tantos años que pasó; pues ésa es la virtud que tiene este santísimo Sacramento, como la que tenía el maná…Tenía tal virtud aquel maná, que sabía a cada uno a lo que quería (Sab.16,20)…Pues así es el Sacramento que entre manos tenemos.Creedme, que si os aparejareis para recibir dignamente este santísimo Sacramento, que os sabrá a lo que quisiereis…

Semana SantaComulgad, recibid la carne de Jesucristo, y hallaréis que por tocar en vos aquella carne de Jesucristo, concebida por Espíritu Santo, no por obra de varón, se os quitan todas las tentaciones; hallaréis que se os apaga todo el ardor malo que tenéis de vuestra propia carne. Si estás triste, comulga y recibirás alegría. Si la pobreza te da mucha pena, comulga y todo se te sosegará. No hay tal remedio en el mundo para cuantos trabajos hay». ( Tomo III.-pag. 548)

b) San Juan de Ávila insiste en que, además de comulgar, hay que dedicar tiempo a saborear, contemplar y gustar lo que se ha recibido. Cuando un alimento no se «mastica», no se paladea, no se le saca provecho, no se gusta:

«¿Por qué no sentís provecho? Porque no sabéis comer. No hay manjar, por muy amargo que sea, que, si no lo mascáis, sintáis su amargura. Si no, miradlo en una píldora, que, con ser como una hiel, no se siente, porque no se masca. Ni tampoco hay dulce, que, si os lo tragáis sin mascar; sintáis su dulzura.

¿Por qué no sabéis comulgar? Porque os tragáis el Santísimo Sacramento entero y no lo desmenuzáis…

Pero no lo desmenuzáis, no os aparejáis, ¿qué queréis que os haga? …No os disponéis como sería razón; no hay más sino ¡alto! a comulgar quiero ir; no lo habéis pensado cuando ya lo tenéis hecho… en comulgando luego ¡alto! a la plaza; ¡alto! a casa a comer las ollas, a entender el uno con el otro; ¡alto! a la conversación y andar por ahí perdidos. No lo desmenuzamos; no sentimos nada, porque no rumiamos. Comemos el pan de la fuerza, y quedamos desmayados y flacos; comemos el pan de alegría, y quedamos tristes; comemos el pan de la vida, y quedamos amortecidos como antes». (Tomo III pag 625)

c) En otro Sermón dice qué es comulgar: la mesa del amor y reconciliación, mesa para destruir la riqueza y la pobreza y crear amor entre las personas:

» ¿Qué es comulgar?

Decid: si tuviese el rey una mesa, como en tiempo de los romanos, que tenían una mesa donde se juntaban a comer de tanto a tanto tiempo. Los que unos a otros se habían injuriado, los que habían reñido sentábanse todos a aquella mesa, y, en asentándose, no había más enojo ni más enemistad entre aquéllos; llamaban la mesa de la amistad, la mesa de la paz.

Semana SantaNuestra mesa es ésta, hermanos; mesa de paz entre Dios y los hombres, mesa de concordia, mesa de caridad, mesa de comunión, de pobres y ricos, el altar donde comulgamos es; que el altar, mesa significa…

Vete, hermano mío, a la mesa; que si vas triste, volverás alegre; si vas desmayado, volverás con esfuerzo. Llégate a la mesa; gozarás de un abrazo que allí da Dios tan suave, que no se sabe decir. Allégate, hermano, que allí está tu descanso, allí está tu placer, allí está tu gozo, allí está la paz, allí está la gracia y después la gloria.»(Tomo III.-pag. 626)

VIERNES SANTO

a/ Propone nuestro Santo contemplar, mirar con tranquilidad la pasión del Señor para encontrar en ella remedio para nuestras tristezas y motivo para ser felices:

«¡Oh ciego y mezquino de ti! ¿Qué andas a buscar? ¿En qué entiendes? ¿En qué pasas tu vida? Si en la pasión de Jesucristo no hallas remedio, ¿dónde le piensas hallar? Si Dios no te sabe bien, ¿qué buscas que bien te sepa? Todos cuantos se quisieron aprovechar del tesoro de la pasión de Jesucristo hallaron remedio, hallaron consuelo y alegría. Todo hombre atribulado que estuviese sin consuelo, que tuviere alguna tribulación, por grande que sea, piense en este tesoro, mírese en este espejo, acuérdese y tenga memoria de la pasión de Jesucristo, y luego se sentirá aliviado de todo lo que le daba pena.» (Tomo III -pag. 516)

b) El amor es «ciego» y desde esa verdad, Cristo disimuló nuestras debilidades y pecados y en la Cruz se abrazó con cada persona haciendo un maravilloso «matrimonio»:

«¡Pasó Cristo tanto por su grande amor! Ya sabéis que es ciego el amor. No cabe en Cristo ceguedad, pero quiso disimular nuestras faltas, hizo como que no las veía; tales cuales son los quiero. Y aquel Verbo salió del Padre Eterno y en el vientre de su bendita madre se desposó con nuestra naturaleza. Allí tomó nuestra naturaleza por esposa, y al segundo desposorio desde que nació luego lo tornó a tratar.

Trabajó Jacob por su esposa catorce años, Cristo por la suya treinta y tres; padeció treinta y tres años para casarse con nosotros, y en la cruz se consumó el matrimonio…en aquel punto se consumó el de Cristo y de nosotros» (Tomo III.- pag. 97)

Semana Santac/ La Cruz es Árbol de la vida y da vida, quien coma de las hojas (palabras divinas) de este árbol vivirá dichoso en esta vida y vivirá para siempre:

«Éste es el árbol de la vida, puesto en medio de la Iglesia para quien comiere de él viva para siempre…

¡Qué hermosos frutos que son las gracias, mercedes y gloria que da! ¡Qué frescas y saludables hojas, que son las palabras que nos predicó, tan poderosas para dar salud, cuanto lo probará quien de ellas se quisiere aprovechar!

¿Estás enfermo de ira o de soberbia? Reposa debajo de una sombra de este árbol, El que dijo: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29). Mira la frescura de esta sombra. ¿Puede haber cosa más hermosa que Dios humillado, y tan manso, que, maldiciéndole a Él, Él no maldice; siendo atormentado, no dice amenazas (1 Pe 2,23); y siendo crucificado, ruega por quien lo persigue? Si tenéis frío por falta de caridad con vuestros prójimos, comed de este árbol divino, y seréis sanos; la cual hoja es: Amaos como yo os amé (Jn 15,12).Si conociereis vuestras enfermedades y entre las hojas de sus palabras buscareis las recetas convenientes, si las quisiereis poner en obra con su gracia, cierto, experimentaréis que las hojas de este árbol de vida dan salud a las gentes». (Tomo III.- pag. 597-80)

d) Propone nuestro Santo paisano mirar, contemplar, abrazarse al «árbol» de la cruz para sanar de nuestras debilidades y pecados:

«Mandó Moisés alzar en alto en un madero una serpiente de alambre, y dijo que todos los que se hallasen mordidos de víboras mirasen la serpiente que estaba en lo alto, y que luego sanarían (Núm. 21,8).

Así, así, hermano mío, cuando te sintieres picado de la víbora mira a Jesucristo en la cruz y sanarás de tu llaga.

Cuando te sintieres picado de la víbora con la gula, alza los ojos a Jesucristo hambriento en la cruz, y sanarás de esa llaga.

Cuando te picare la víbora ponzoñosa de la soberbia, mira al humilde Jesucristo en la cruz.

Cuando te persiguiere la deshonra o persecución alguna, mira a Jesucristo perseguido y deshonrado en la cruz.

Semana SantaCuando te persiguiere la deshonra o persecución alguna, mira a Jesucristo perseguido y deshonrado en la cruz.

Cuando te sintieres con la llaga de la lujuria, mira la carne preciosa de Jesucristo, su cuerpo enclavado y desollado en la cruz, y serás libre de la ponzoña.» (Tomo III pag. 517)

e) Para que Dios pueda escribir en nuestra alma, ha de estar limpia como un papel sin estrenar; y para ello, hay que negar muchas cosas, que hay en nuestra voluntad, contrarias a la voluntad del Señor: Niega tu voluntad y toma tu cruz:

«Adelante. ¿Qué más habéis de negar? También la voluntad, vuestros apetitos, vuestros deseos, vuestras malas inclinaciones, todo lo habéis de dejar si a Jesucristo habéis de seguir. ¿Quién hay que se escape de estas faltas? ¿Quién hay que no tenga un remordimiento? ¡Oh, que hizo esto fulano conmigo!, ¡Oh, que no me habló como suele!, ¡oh, que no me quitó la gorra!, ¡oh, que no sé qué! Nunca faltan mil miserias. Quitarás todo eso. No ha de quedar nada; blanco, liso como un pergamino, que tiene despegada toda la carne para escribir has de quedar.

Quita esas malicias, esa mala condición; quita todos esos males, si ha de escribir Dios en tu ánima su sabiduría y los dones de su gracia. Limpia, lisa, relumbrando ha de estar»(Tomo III.-pag. 1051)

e) Ejercitarse en contemplar a Cristo crucificado: esta es la nueva alegre para los quebrantados de corazón:

«Los que mucho se ejercitan en el propio conocimiento, como tratan a la continua y muy de cerca sus propios defectos, suelen caer en grandes tristezas, desconfianzas y pusilanimidad de corazón; por lo cual es necesario que se ejerciten en otro conocimiento que les alegre y esfuerce mucho más que el primero les desmayaba. Y para esto, ninguno otro hay igual como el conocimiento de Jesucristo nuestro Señor, especialmente pensando cómo padeció y murió por nosotros…

Porque, así como se suele dar por consejo que miren arriba o fuera del agua a los que pasan algún río y se les desvanece la cabeza, mirando las aguas que corren, así quien sintiere desmayo mirando sus culpas, alce sus ojos a Jesucristo, puesto en la cruz, y cobrará esfuerzo» (Tomo 1º- Audi Filia- pag 680)

Domingo de Resurrección:

a/ Una frase original de S. Juan de Ávila: La Semana Santa es el adviento del Espíritu Santo:

«El gran fruto de la pasión de Cristo es el envío del Espíritu

Domingo de Resurrección:

Semana Santa

a/ Una frase original de S. Juan de Ávila: La Semana Santa es el adviento del Espíritu Santo:

«El gran fruto de la pasión de Cristo es el envío del Espíritu Santo a la Iglesia y las almas:»Jesús, puesto en pie, gritó:… el que cree en mí, como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva». Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado» (Jn. 7,37)…

Jesús resucitado «se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo» (Jn.20,19) Esta es Semana Santa: Adviento del Espíritu Santo» (Tomo III pag. 323)

a) El Espíritu Santo es Consuelo íntimo en nuestras tristezas y, al mismo tiempo, audacia, fortaleza para que nuestra vida y nuestra palabra sean anuncio y comunicación del mensaje de Jesús:

«Este solo Espíritu Santo bastará a consolarte y dar esfuerzo a tu flaqueza, a dar alegría a tu tristeza… Miradlo por los apóstoles, que antes que el Espíritu Santo viniese estaban tan acobardados, tan medrosos, que no osaban salir, sino tenían la puerta del cenáculo cerrada. Así como el Espíritu Santo vino en ellos, abren las puertas de par en par, salen por esas plazas y comienzan a predicar a Jesucristo» (Tomo III.-pag.330)

b) El Espíritu Santo hace que el corazón de cada creyente no esté pegado a las riquezas, a las que llama nuestro Patrono: «estiércol»:

«¿De dónde nació que los creyentes, al principio de la Iglesia, no podían sufrir hacienda, ni posesiones, ni dineros, ni nada de lo que ganado tenían? Vendían cuanto tenían, tomaban los dineros y daban con ellos a los pies de los apóstoles (Hech. 4,34): «Tomad ese estiércol». El grande amor que tenían en sus corazones y entrañas a Jesucristo y a su santa pobreza, les hacía menospreciar todo lo visible. ¿Quién les pagó este amor? ¿Quién? El Espíritu Santo, que abundosamente había venido a sus corazones «(Tomo III pag. 358)