Navidad de JesúsLa Navidad es la celebración cristiana más extendida. Casi todo el mundo celebra la navidad. Lo que no está claro es que todo el mundo celebre la misma navidad.

Los cristianos hemos enriquecido nuestra vivencia navideña con influencias de otros países y con aportaciones de otras culturas. La música, el cine, la televisión e internet nos han mostrado otros estilos de sentir la navidad que, a la larga, nos han sido beneficiosos. Si unimos esto a nuestras tradiciones particulares y nuestra espiritualidad personal, el resultado es un crisol realmente bello por el enriquecimiento que supone incorporar nuevos y buenos valores.

Sin embargo, en una cultura no cristiana como la nuestra, la navidad también es utilizada por otros entes que la vacían de su verdadero contenido y la empobrecen hasta hacer palidecer su luz divina.

Las navidades se tornan paganas cuando olvidamos el sentido que hemos de dar a nuestros ratos de celebración con familiares y amigos. También cuando el vestido, los regalos, las comidas y las fiestas se convierten en un fin en sí mismo. Y, sobre todo, cuando olvidamos a Jesús.

Pero los que lo amamos verdaderamente, somos capaces de hacer todo lo anterior con mesura, dándole su verdadero sentido, y haciendo de la fiesta una prolongación hacía fuera del gozo de tener a Cristo muy vivo y muy dentro de nosotros.

La Navidad es la fiesta de la paz, de la fraternidad, de la caridad, del perdón, de la esperanza más allá del pecado y de la muerte, porque eso es lo que Cristo nos regala. Su presencia en nuestras vidas como Dios salvador hace brotar en nosotros la compasión, el amor, el deseo de amistad y la esperanza.

Todo esto no es artificial. Es una experiencia espiritual real para los que dejan que Jesucristo vivo renazca en ellos. Esto es la navidad cristiana: un don que se recibe en la oración ante el Belén; en la meditación de los pasajes del Evangelio que nos narran el nacimiento de Cristo; en la adoración del Señor en el Sagrario; en la cercanía afectuosa con todos, especialmente, con los que más sufren y están más necesitados.

Navidad bajo el soplo del Espíritu que bendijo a María. Navidad que dinamiza lo mejor de nosotros. Navidad de encuentros fraternos impulsados por Cristo. Navidad de cantos de esperanza. Navidad de misericordia y solidaridad. Navidad que hace surgir en nosotros un corazón renovado en Jesús… Esta Navidad; la auténtica, la verdadera, la de Cristo os deseo pidiéndosela al Señor como don y como gracia para todos.