3 preguntasHay momentos en la vida, en que las “circunstancias” le ayudan a uno a pararse a meditar sobre varias cosas. Cuando la monotonía se deja notar, o cuando la casa de nuestra vida se ve amenazada  por los fantasmas del sufrimiento y el dolor, merece la pena preguntarse por las pocas certezas que sobreviven al vendaval. ¿Cuáles son las certezas de mi vida? ¿En qué creo?

Hace años, un hombre: Abelardo de Armas, hacía estas tres preguntas a un grupo de jóvenes:

¿Crees que Dios lo sabe todo?

¿Lo conoce todo? ¿Hay algo que le pueda ser escondido? ¿Se le puede pasar algo? Puede existir en mi vida algo que Él no conozca desde toda la eternidad?

R.- Nuestra fe nos dice que sí lo sabe todo.

¿Crees que Dios lo puede todo?

¿Hay algo más fuerte que Dios? ¿El combate entre Dios y el demonio en nuestras vidas y en el mundo es una pelea de iguales? ¿Creo que yo (mis criterios, mis ideas, mi religión personalizada a mi propia medida, mis apetencias, mi libertad) soy más fuerte que Dios? ¿Intento rebelarme contra un diosecillo propio de caricaturas?
Cuando tengo una necesidad en mi vida (siempre, continuamente), ¿intento salir al paso por medio de mis propias fuerzas? ¿Soy de los que por sistema recurro a Dios sólo cuando han fallado el resto de los recursos?

Mis miserias… ¿Cuánto hace que hice el último acto de fe en que Dios es más fuerte que mis limitaciones? ¿Cuándo renové por última vez el compromiso a la santidad que  heredé en el Bautismo, sin detener mi mirada en mis miserias y fijándola sólo en Dios? ¿Realmente creo que Dios puede hacer el milagro de cambiar mi corazón? ¿Cada vez que me acerco al sacramento de la Reconciliación, confesión tras confesión acusándome de lo mismo, hago el acto de fe de creer que Dios es más fuerte que mi debilidad? Más aún, ¿le doy gracias a Dios por mi debilidad? ¿Esa debilidad me lleva a lanzarme confiado en los brazos del Padre? ¿O más bien, paralizado por el miedo y la desconfianza que deja en mí el pecado, he dejado de acudir ya a Dios y a su perdón? ¿He experimentado el poder de Dios en mi vida alguna vez?

R.- ¿Cuál es nuestra respuesta personal a estas preguntas?

¿Crees que Dios te ama?

¡Ah…! Ésta es la pregunta más reconfortante. Porque puede que Dios lo conozca todo, y que lo pueda…, pero si le soy indiferente… ¿de qué me sirve? Pero el Dios de los cristianos, Aquél que se nos ha dado a conocer en el seno de Nuestra Santa Madre la Iglesia, es un Dios que no nos amó de broma. La Cruz es la mayor prueba de amor. Él, el Sin-Pecado, se hizo Pecado asumiendo cada pecado, de cada hombre, de cada país, de cada siglo, de la historia de la humanidad. También los míos. Y así, nos abrió la puerta de la Salvación.

¿Creo en este Amor de Dios para conmigo? ¿Mi vida está edificada sobre esta roca? ¿Soy consciente de que el que cree, nunca está solo? ¿Me he decidido a renunciar a intentar llenar con amorcejos la sed íntima de mi vida, para comenzar a dejar ser llenado por el Amor?

R.- Si Dios lo sabe todo, lo puede todo, y me ama, entonces ¿qué he de temer? Si yo tengo una necesidad: ¿acaso Él  no la conoce? ¿Acaso Él no puede solucionarla? ¿ACASO NO ME AMA?

Pues, si las respuestas son tres rotundos síes, entonces no hay nada que temer, porque si esa necesidad debe ser sanada, lo será, y si no es solucionada, será porque detrás de ese sufrimiento, hay algo mucho más importante que Dios me quiere conceder. ¿Estoy dispuesto a responder sí, sí, sí?

En el Evangelio hay tres preguntas también. Distintas, pero en el fondo las mismas. Son pronunciadas por los labios de Jesús. Son dirigidas a Pedro.

Después de haberle negado, Pedro escucha esta pregunta tres veces: “Pedro, ¿me amas?” Pedro, ya no responde con la vehemencia de los primeros momentos. La humillación de haber negado al Maestro, de haberle abandonado a las puertas de la muerte le ha hecho humilde. En la tercera pregunta, sólo responde, posiblemente con la mirada clavada en el suelo, y derramando lágrimas: “Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo”.

Cuando uno cruza la mirada con ese Amor, su vida que irreversiblemente tocada. Tres preguntas… Tres respuestas…