Oración y solidaridadVamos a celebrar  los días santos, los días grandes, en que nuestro Señor Jesucristo  dio las más hermosas pruebas de amor. Cada una de sus palabras, de sus gestos deberían ser contemplados con toda la admiración y cariño de nuestro ser para poder penetrar un poco en el misterio más bello sucedido en nuestro mundo. Son insuficientes tres días para  percibir y vivir la más sublime historia de amor.

Contemplamos el amor de Dios, que en Cristo,  se empobrece, para enriquecernos; se empequeñece para elevarnos, divinizarnos; se hace siervo para lavar los pies de los hombres;  se hace comida-eucaristía, para alimentar las hambres de los hombres; que sufre hasta la muerte, para darnos vida eterna.

Vivamos santamente estos días, para poder entrar en la hondura del amor, que pasa por la hondura del dolor.

Deberían ser también días comprometidos, días para que entren en nuestro corazón y preocupación  todos los que sufren hoy; para descubrir la presencia de Cristo doliente en los que experimentan el dolor, la cruz de alguna manera: el hambre, la enfermedad, la marginación, la soledad…

Vivamos la Semana Santa desde la oración y la solidaridad.

Celebremos los misterios sacramentales y acerquémonos  a los sacramentos- penitencia y eucaristía- para experimentar la entrega y el amor de Dios por dentro.

Podemos contemplar o cargar los pasos de las procesiones, pero serían gestos vacíos si, al mismo tiempo, no  miramos y cargamos  los pasos vivos de nuestros pobres, de los que sufren de cualquier modo y que son pasión viva de Cristo hoy.

No hay que buscar en qué ciudad  se encuentra la  Semana Santa más bonita. Ésta se encuentra en el fondo de cada corazón creyente.

Nunca mejor dicho aquella frase de  “la procesión  va por dentro”.Sí, la Semana Santa del año 2009  será la más bonita para cada uno de nosotros si nos sirve  para entrar en el interior del corazón de Cristo, parar entrar en el fondo de nuestra alma y poner el corazón  en tantas personas que van realizando  esa gran procesión, que es la vida, donde hay pasos de dolor y pasos de alegría.