RelojIndudablemente la vida ha dado un giro en relación con lo que sucedía hace cincuenta años. Desde nuestro retiro en la Residencia podemos mirar el pasado y contemplar el presente.

Es importante que no nos dejemos llevar por la nostalgia y pensar que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, o por lo que nos ofrece el presente, en comodidades y prestaciones para renunciar a lo que fue.

Si nos ceñimos al aspecto religioso, podemos pensar que los tiempos han cambiado, en un sentido a una mayor independencia, una menor asistencia a Misa por parte de la juventud, y en otro sentido han aparecido un número mucho mayor de movimientos seglares, y una respuesta sincera y numerosa cuando hay una convocatoria de la Iglesia.

Debemos mirar con cariño el pasado, con ilusión el presente y con esperanza el futuro. Dios es Amor y ese Amor saldrá siempre adelante, porque el hombre tiende a ser bueno por naturaleza. Así lo vemos permanentemente a nuestro alrededor, de forma especial en el personal que nos cuida con tanto cariño.

BUSQUEMOS CADA DÍA SU QUEHACER Y HAGÁMOSLO LO MEJOR POSIBLE

MaríaNo hay nada más negativo que el soñar con un momento ideal, que posiblemente nunca se presentará, a no ser que busquemos el auténtico Ideal, que no es otro que cumplir la Voluntad del Padre.

¿Cuál es para cada uno de nosotros la Voluntad del Padre?- Que hagamos cada día lo que tenemos que hacer de la mejor forma posible. La santidad no consiste en hacer cosas grandes, sino en hacer lo que tengamos que hacer con mucho amor.

Podemos ver el ejemplo de María, su vida fue tan sencilla que no ocupa más que unas hojas escasas de los Evangelios, su mérito reside en declararse “la esclava de Dios” y serlo hasta las últimas consecuencias cumpliendo su Voluntad.

Jesús pasa treinta años de su vida en pleno anonimato, de forma que cuando sus paisanos se refieren a él, le conocen como “el hijo de José el carpintero” y que su madre es María, ellos lo conocen de toda la vida.

Si dejamos transcurrir nuestra vida soñando con lo que ha de venir, sin que por nuestra parte pongamos los medios para que así sea, estaremos dejando pasar el tiempo sin fruto alguno. Debemos y podemos confiar en la Providencia, nunca nos faltará, pero es necesario que le ayudemos con nuestro esfuerzo y nuestro buen quehacer, aceptando siempre la Voluntad del Padre, para lo bueno y para lo que no resulte tan bueno.

LA VERDADERA SABIDURÍA CONSISTE EN CONTRASTAR LA VIDA CON LA PALABRA DE JESÚS.

HumildadSe dice que “obras son amores y no buenas razones”, seremos sabios, desde la trascendencia, si nuestras obras están de acuerdo con las palabras de Jesús, que podemos encontrar en los Evangelios.

Unas palabras que contienen un modo de vida muy acorde con lo que Jesús predica son las Bienaventuranzas; viviéndolas se encuentra la paz interior que nada ni nadie puede hacer desaparecer. Jesús y Maria las vivieron plenamente y sin duda no podemos encontrar mejor ejemplo.

Ser “pobre de espíritu”, es compatible con cualquier riqueza, basta no estar apegado a ella y hacer un buen uso de la misma.

“Llorar”. Aquí, en la residencia, se puede practicar la segunda, acompañando al que sufre, escuchando al que quiere contarnos su vida, quizás por enésima vez, acompañando al que lo necesita para sentarse a la mesa. Son mil pequeñas cosas para los que las hacen y grandes necesidades para los que las reciben.

“Ser humilde”. Hay una virtud difícil de evaluar y sin embargo muy importante, la de “la humildad”. A veces confundimos la humildad con la humillación, si se sirve no se puede decir que no se sirve, sobre todo si lo que buscamos es que el de enfrente nos diga lo contrario.

Un buen ejemplo lo da María en el Magnificat: “Me llamarán Bienaventurada todas las naciones, porque Dios ha mirado la humildad de su sierva”. Podíamos traducirlo en: “Nada soy en mi misma, y todo lo soy en Dios que así lo ha querido.”

“Dichosos los misericordiosos”. Jesús nos dice que el Padre nos medirá con la medida que usemos con los demás. Es una verdad que nunca me equivocaré: si juzgo a los demás desde la comprensión y la aceptación; acertaré siempre, y corro serio peligro de equivocarme sí juzgo desde lo negativo, pues nunca podré entrar en la conciencia del otro.

Mi obligación es perdonar y aplicar el principio de inocencia, la justicia humana actuara como corresponda Una cosa es clara, la justicia divina siempre estará bañada en Misericordia, en Amor de Dios.

“Seremos dichosos si tenemos un corazón limpio”. Cuando nos encontramos con un bebé, normalmente nos
transformamos en otro bebé, su mirada es limpia, porque tiene el corazón limpio. Si tenemos ocasión de tratar a monjes o monjas contemplativos nos llamará la atención la limpieza de su mirada y su sencillez, tienen el corazón limpio.

“Dichosos los que construyen la paz”. Nada hay que el hombre desee más y más veces se nos escape de las manos que la paz. Jesús la desea constantemente a sus discípulos: “mi paz os dejo, mi paz os doy”. Todos podemos y debemos aportar paz, en nuestra familia, a nuestro alrededor. Hay que vencerse, pero vale la pena hacerlo, se alcanza mucho más que intentando forzar, usando la fuerza física o moral.

“Dichosos los que cumplen la Voluntad de Dios”. Siempre encontraremos felicidad y paz cuando aceptemos de corazón la Voluntad del Padre. Nunca nos va pedir un imposible, y siempre contaremos con gracias suficientes para salir adelante. Job recibe la noticia de las grandes catástrofes que se ciñen sobre él con una frase: “Dios me lo ha dado y Dios me lo ha quitado, bendito sea Dios”.

Jesús acepta la Voluntad del Padre, en la Oración en el Huerto, carga con nuestros pecados y acepta su pasión sudando sangre de forma que moja el suelo, pero la acepta..

María es Madre de Dios y Madre nuestra, porque en la Encarnación acepta ser Madre del Mesías, porque ésta es la Voluntad de Dios. Toda su vida transcurre a través de una aceptación plena de esta Voluntad.