Un no rotundo y claroNo me puedo quedar ni quieto ni mudo ante la gran amenaza que supone para la sociedad y para la persona el aprobar la ley del aborto. Permitir el aborto libre para dar satisfacción a las clínicas abortivas es lo más aberrante que una sociedad pueda hacer.

No es verdad, como muchos dicen, que la mujer que aborta vaya a la cárcel.  Creo recordar que en 25 años ni una sola mujer ha ingresado en prisión por abortar. Bastante tiene la mujer que aborta como para sufrir mas yendo a la cárcel. Ayuda, comprensión, amor, solidaridad, unas manos abiertas y dispuestas es lo que necesita. Bastante sufrimiento y dolor han tenido que soportar.

Es verdad que el feto en sus primeros meses de gestación es un ser humano dotado de vida (dolor, alegría, risa, sufrimiento). Si pudieseis ver cómo se produce un aborto provocado, vuestra vida y modo de pensar daría un giro de 180 grados. Es espeluznante.

No puedo reproducirlo en este escrito porque ni soy especialista ni sabría describirlo en todo su horror. Si esto fuese poco, todavía hay más porque la discusión ahora se plantea en si los restos del aborto son restos orgánicos y se podrían tirar a un contenedor de basuras como la cabeza de una gamba o la cáscara de una patata o si por el contrario habría que darles un tratamiento especial. ¡No mates y así el problema no surgirá!

También es verdad que la mujer está desprotegida y más aún ante una situación de embarazo no deseado. Esta desprotección no se soluciona con matar a un ser humano vivo, digno, indefenso y necesitado de protección como el más débil.

Ayuda a la mujer. Si llevas tanto tiempo ideando una ley para matar, dedica el mismo tiempo a diseñar una ley para vivir y proteger a la mujer, más aún si está desamparada, abandonada, triste, sola y deprimida. Evita que aborte. El niño que nazca, la madre que no ha abortado y la sociedad que los acoja lo agradecerán.

Es verdad que se recoge el derecho de elección, pero éste no es solo de la mujer. No existe el derecho a abortar. Es algo inexistente, creado artificiosa y artificialmente. Carente de cabida en nuestra sociedad española y en nuestro ordenamiento jurídico donde la norma fundamental dice que todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes.

Desde el principio, hace ya tiempo, estuve en contra del aborto, lo estoy y espero, salvo enajenación mental, que lo estaré en el futuro.