Jardín de Almodóvar del Campo (Fuente: www.almodovardelcampo.es)“Luego plantó Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos.”                                                                         
(Génesis  2,  8-11)

En  Mayo, “mes de las flores,  hemos de entrevistado a quien cuida las flores de nuestra ciudad.

P. – Carmelo, creemos que eres sobradamente conocido en Almodóvar del Campo, pero nos gustaría que te presentaras.

R. – Soy Carmelo Acero Romero. Nací en Almodóvar del Campo. Mis padres son Pablo y Carmen. Soy el segundo de tres hermanos. Mi hermano mayor Pablo y mi hermana pequeña Juani. 

P.-  Estás casado, eres padre de familia.

R. – Sí, casado con Elena y tengo dos hijas, Elena y María del Carmen y una nieta preciosa, Amanda. Es la alegría de la casa.

P.- Carmelo, cuándo se despierta en ti el interés, la inquietud por las plantas.

R. – Yo puedo decir que mi afición me viene un poco de familia. Mi padre es agricultor y, aunque parezca que no, tiene relación la agricultura con la jardinería, sí tiene mucho que ver. Todos  sabemos que en los huertos siempre ha habido un trocito de tierra en el que se han sembrado flores, donde había algún árbol frutal. En fin que sí tiene relación.

P.- Tus primeros pasos en tu formación profesional.

R.- Yo empiezo, con dieciséis años en Daimiel. Mis padres se plantean mi formación. En Almodóvar en aquel entonces, no había Instituto. Mi hermano había estudiado maestría industrial. Yo no tenía todavía muy claro si elegir la rama de la agricultura o la jardinería. Por lo que mi padre me envía a La Granja Escuela de Daimiel. Es una escuela, como sería una escuela de formación profesional, de las de ahora. En esos dos años de formación, una de las asignaturas en la que yo destaqué fue jardinería.

P.- ¿ Qué recuerdas y a quien recuerdas de aquellos años?

R.- Fueron unos años muy buenos. Conservo amistad con compañeros. Concretamente  uno de Castellar de Santiago, que vive en Tomelloso, con el que  aún me carteo. Tiene varios libros publicados y le gusta mucho la poesía y la escribe.

Es allí donde  recibo conocimiento práctico, sobre agronomía, los cultivos, lo que es la alimentación de las plantas, de lo que son las plagas, las enfermedades de las plantas. Todo esto me encantaba. Puedo decir sin ánimo de ser  pedante que obtenía las calificaciones más altas de mi promoción.

P.- Termina tu formación y das tus primeros pasos en el mundo laboral.

R.- Con la titulación que me acreditaban mis estudios podía acceder a las oposiciones. Me presenté en Ciudad-Real y quedé finalista, pero no obtuve la plaza de jardinería que se había convocado.

Ya tengo dieciocho años y no me siento a esperar. Hago un cursillo de formación profesional acelerada. Otro curso de seis meses en Córdoba y me hago soldador. Toda la formación, en la materia que fuese, me venia bien pues yo lo que quería era trabajar.

Yo lo que quería era tener un poco de independencia económica. A mi padre, yo con veinte años, no le podía pedir dinero. Aunque le ayudaba en el campo, no me parecía moral pedirle más. Así que nada más terminar mi formación como soldador me voy a trabajar.

P.- Dónde empiezas a trabajar.

A Carmelo Acero RomeroR.- Paso algunos años trabajando fuera, como soldador, en lugares como Bilbao, Madrid, en Puertollano. Ya éramos   novios. Nos casamos y nos vamos a Almansa, a la central nuclear. Estuve casi cinco años trabajando allí.

La verdad es que el oficio de soldador no me gustaba y mi mujer siempre me decía:“Tu vocación siempre ha sido hacía el campo, la jardinería…La naturaleza te llama”.

Entonces, nos escribe mi madre y nos dice que sale una plaza de jardinero municipal en Almodóvar. No lo dudé, me presento a la convocatoria y saco la plaza.

P.- Vuelves a tu pueblo.

R. –  Si, vuelvo a mi pueblo. Ya habían nacido nuestras dos hijas. A nosotros nos gustaba vivir en Almansa, se estaba muy bien y ganaba  120. 000 Ptas. mensuales, y paso a ganar  30.000 Ptas. en el Ayuntamiento, que era el sueldo de un jardinero municipal, cuando comencé, que fijaos si hay diferencia. Pero como en la vida, no todo es ganar dinero y aquí, en Almodóvar teníamos nuestra vivienda. No teníamos que gastar en alquiler.

Para compensar esa diferencia salarial, yo he hecho muchas chapuzas, muchas. Yo iba donde me llamaban, por poca importancia que tuviese el trabajo. Sobre todo cuando mis hijas estaban estudiando.

Cuando hoy escuchamos decir: “no pueden tener hijos porque esta todo muy malo”. Nosotros tampoco lo tuvimos fácil, quizá menos que hoy, pero siempre luchamos. Porque no siempre lo más importante es el dinero.

P.- Es al venir a Almodóvar cuando por fin puedes poner en práctica toda esa formación de la granja escuela de Daimiel.

R.- Al comenzar a trabajar como jardinero, si que tuve oportunidad de poner en práctica los conocimientos aprendidos en Daimiel. Esto se lo comentaba yo a un compañero, en un encuentro de antiguos alumnos, en el restaurante “Las Brujas” de Daimiel. Muchos han continuado laboralmente en la línea de la agricultura y la jardinería, otros, por supuesto no. Se dedican a diferentes profesiones. Todos comentaban, que la escuela nos había servido de trampolín formativo para nuestros diferentes puestos de trabajo.

P.- Cuéntanos alguna vivencia de tu día a día, como jardinero.

R.-   Me acuerdo que un día, cuando trabajábamos los  sábados, dando una vuelta por las explanadas del Instituto, veo que a uno de los árboles que llevaban dos años plantados, le habían arrancado toda la corteza, en  todo alrededor de él.

Yo que he continuado ampliando mi formación, compro todos los libros que veo, a titulo personal. A mi no me los subvenciona nadie.

Comienzo a hojear todos mis manuales, para averiguar cómo salvar aquel árbol. Y en el manual del injertador, viene cómo un árbol que ha sido circuncidado, por accidente o cualquier causa, ha perdido su corteza, se le aplica un  baipás, es decir puenteando la sabia, de la parte de abajo del tronco, por encima de su herida.

Cuando a un árbol se le retira su corteza, lo que se hace es retirarle la savia. Pararle la circulación y lo que hice fue restablecerle la circulación de la sangre. Y le salvé la vida al árbol. Y ahí continúa.  Para mi es un orgullo.

Mi trabajo, es una labor, no siempre reconocida. Pero eso es aparte.

P.-   Las plantas, los árboles y las flores, hablan…

R.- Las plantas tienen su lenguaje que hay que saber interpretar. A un árbol le falta agua y tiene las hojas mustias. O tiene exceso de agua y puede matar también a la planta.Perjudica tanto por exceso como por defecto.
Cuando oigo hablar a los vegetarianos “Yo no como carne ni pescado, porque no quiero comer seres vivos”. Por esa misma reflexión, tampoco podríamos comer los vegetales, porque también son seres vivos.

Lo que hay que tener es sentido común y utilizar todo con conocimiento y responsabilidad. Ese es mi lema.

P.-  Qué tipo de tierra o de suelo tenemos en Almodóvar, en el tema de la jardinería.

A Carmelo Acero RomeroR. – Yo, ahora mismo tengo un problema con unos árboles. Los magnolios, del perímetro del jardín municipal. Y quizá alguien que, al ir paseando, repare en ellos, puede pensar  que no me preocupan o que ni me he dado cuenta. Pero yo no sé qué es lo que les pasa, cual es el problema. Sé que les pasa algo, no los veo bien, pero claro, sin un análisis, sin  poderles realizar las pruebas necesarias, sin na de na. Sin medios…

El magnolio es una planta calcífuga, es decir que no admite la cal. Y se está regando con agua del pozo, con la que regamos el jardín y tiene muchísima cal. Además de que la tierra pueda tener cal. Sin embargo hay otro magnolio en el polideportivo que está frondoso y precioso, sin ningún problema y ese árbol también tiene su historia.

P.- En Almodóvar, también tenemos árboles con historia. Cómo “El otro árbol de Guernica”.

R.- No exactamente, la historia a la que me refiero es de cómo lo trasplanté y sobrevivió. Vosotras, os acordaréis, que junto al monumento de  la cruz de los caídos había un magnolio. Cuando quitan la cruz de los caídos, me dicen un mes antes: “Ese árbol, ve haciendo lo que sea porque lo vamos a quitar”.

Un árbol que está a punto de florecer, porque florecen en julio los magnolios,  que es cuando me lo dicen.  Explícate tú, cómo te pones a trasplantar un árbol, pues las garantías de éxito son mínimas.

Pensando mucho cómo podría salvarlo, comienzo a aplicarle un tratamiento de shock. Consiste en ir retirándole el agua, regándole lo mínimo, hasta dejarlo de regar. Esto fue una deducción mía. Pensé, si yo lo dejo de regar, lo voy a acostumbrar a pasarlo mal.  Cuando vea yo que comienzan a caérsele las primeras hojas por falta de agua, entonces es el momento de hacerle su cepellón. Lo traslado en una carretilla mecánica, al polideportivo, donde tenía el agujero hecho y aireado, lo coloqué en él,  lo comencé a regar. Eso por la tarde. Cual fue mi sorpresa, que a otro día por la mañana tenía las flores abiertas.

P.- Carmelo, oyéndote hablar, se nota que te gusta tu trabajo.

R.- Me gusta mucho mi oficio. Cuando ves como de una pequeña semilla, que no es nada para algunas personas, brota una nueva vida, te sientes muy satisfecho, te llena, te ilusiona, te ves recompensado por el regalo de la vida.

Con lo que no estoy a gusto es con que el trabajo no te lo reconocen, ni tus superiores ni el pueblo. Aunque sé que no es todo el pueblo. Me refiero a cuando ves cómo te pisan una zona que acabas de plantar y se les llama la atención, se molestan.

Cuando llegas una mañana al jardín y te encuentras: ramas rotas, rosales hechos polvo. Se te cae la moral. Has hecho una plantación hoy y vas mañana y te han tirado las macetas por allí. Ya no por llevárselas, que está mal, sino por destrozar.

Yo os digo que estoy muy a gusto con mi oficio, pero te duelen mucho esas cosas.

P.- ¿Crees que un jardinero debe seguir formándose y actualizándose?

R.- Siempre. Siempre hay cosas que aprender.  En un seminario que hubo hace unos años en Puertollano, sobre jardines sostenibles,  participé. Yo me apunto a todo lo que sea cursillos de ese estilo. Quiero aprender más, todo lo que sea aprender.

Estuve en un curso en Toledo, que me costeó el Ayuntamiento, estando Antonio León de alcalde. Se lo solicité y me dijo: “Si tu crees que es bueno, adelante”.

Aparte de los temas que se tratan en los cursos, lo bueno que tiene es que te juntas con otros jardineros,  y conversas y compartes experiencias, poniendo en común muchos problemas sobre plagas y enfermedades, que son cosas diferentes.

En ese cursillo, que os comentaba de Puertollano, el concejal que presentó el curso, reconoció que el trabajo del jardinero es un trabajo muy duro y poco agradecido.

P.- ¿El trabajo del jardinero hoy es más cómodo al disponer de más medios, que antiguamente?

A Carmelo Acero RomeroR.- Hoy en todas las profesiones se dispone de más medios, pero concretamente en el tema de jardinería en Almodóvar nos encontramos con el siguiente hecho: Cuando éramos pequeños todos nos acordamos de nuestro mítico jardinero, Socorro, que era jardinero jefe. En su equipo tenía a Luís Espinosa y Antolín García-Minguillan. Los tres, jardineros profesionales para un solo jardín municipal. Sobra decir lo precioso que lo tenían, con aquellas rosaledas…

Hoy nos encontramos, afortunadamente, con que en cada barriada, tenemos, grande o pequeño un jardín; en el pilar de Abajo, En el Calvario, frente al Cuartel, las explanadas… Arboledas en la ronda del Prado. Más los jardines de las aldeas. Todo eso para un jardinero, que soy yo y mi compañero y tocayo, Carmelo. El resto, las personas que nos mandan de los planes de empleo. Que vienen sin saber nada. Lo poco que aprenden en los meses contratados, es más el tiempo que dedicas a enseñarles, que la labor que te hacen. Eso con personas que demuestran interés, otros ni tienen interés ni valen.

P.- Tal como dices, muchos recordamos cómo era el jardín de nuestra infancia.

R.-  El jardín ha tenido varias reformas y para mi, no ha ganado en ninguna de ellas. Antiguamente, cuando le quitaron las verjas. Seguramente con muy buenas intenciones. Pero yo, cuando voy a Madrid y veo el Retiro con sus verjas, me acuerdo de mi jardín que era “El retiro de Almodóvar”. Esta última reforma que se hizo, la necesitaba, pero yo no la hubiese hecho así. Me explico: El jardín tenía paseos muy estrechos y espacios ajardinados demasiado anchos. Ahí se podrían haber sacado dobles paseos. En la época de primavera, verano. Los domingos de primeras  comuniones,  la gente, no cabía. Estaba estrecha. Y ese arreglo lo necesitaba.

Cada vez que lo han ido tocando, le han ido quitando terreno. El proyecto en mi mente hubiera sido la zona donde estaba todo el hogar, eso fuera, todo jardín, y darle vistas a la calle Orden de Calatrava. Menos espacios vacíos y más vegetación.

Sustituir árboles enfermos, como se hace en todos los parques, por árboles nuevos y sanos, pero nada más, en mi opinión de jardinero.

El que lo diseñó no se acordó de venir a preguntarme nada. Esos estanques, que colocaron, pienso que son un error. Caen las hojas de los árboles al agua, se pudren y huelen mal. Tener eso siempre limpio, lleva mucho trabajo y muchos litros de agua.

No me consultaron el tipo de plantas que traían. Sólo me decían: “Acércate mañana a descargar, que van a traer unas plantas”.

Cuando ya estuvo terminado, me preguntaron:¿“Que te parece”?. Qué me iba a parecer… si ya estaba hecho.

P.- Que recomendación nos haría como jardinero, a los visitantes de parques y jardines.

R.- Que disfrutéis de ellos. Que se cuiden, que se respeten  y sobre todo que enseñemos a los niños a amarlos y respetarlos. Los niños aprenden de nuestro ejemplo.

Queremos agradecerle a Carmelo, nuestro jardinero municipal, todos los consejos y experiencia que ha compartido con nosotros.  Escuchándolo, nos motiva a fijarnos y aprender más de todo lo que nos regalan cada día las plantas, los árboles, las flores.