Isabel Rodríguez VilaIsabel es enfermera. Desde hace dieciocho años, junto a su marido, que es médico, colabora en un hospital de Chad. Ella nos cuenta por qué.

Isabel Rodríguez Vila

En la adolescencia desperté a la idea de ir a las misiones, influenciada por mi educación, “las Mercedarias Misioneras”, fue el colegio en el que aprendí lo que era ese otro mundo.

Aquella idea quedó latente unos años, hasta que conocí a Mario (mi marido) estudiando 3º de medicina y con inquietudes similares.

Hacíamos planes, soñábamos que con su licenciatura en el bolsillo nos enrolaríamos en la aventura de la cooperación. Pero no era aún nuestro momento.

Nos casamos, llegaron dos hijos y aparcamos la ilusión. Crecieron y cuando pidieron permiso para “salir de copas” (con 18 y 19 años), se lo otorgamos con la premisa de que fueran también adultos autosuficientes para cuidarse durante nuestra primera incursión solidaria en la Misión de Keleé en Congo.

Hacia Chad     

Después llegó el Chad. Conocimos al director de la Misión de Goundi, al padre Angelo Gherardi en Intermón (Barcelona).

Casualmente necesitaba un cirujano para sustituir al también misionero Padre Francisco Cortadellas, en el área quirúrgica del Hospital rural de Goundi.

El padre Francisco llevaba demasiados años sin poder descansar con unas merecidas vacaciones. De aquella conversación en la tienda de Intermón comprando un libro, nació nuestro compromiso con la Misión de Goundi en el Chad, hasta el día de hoy.

Nuestra ilusión dejó de estar aparcada y pasó a convertirse en un proyecto en nuestras vidas.

Desde 1992 cada dos años pasamos dos meses en Goundi, nuestro mes de vacaciones y otro más (de permiso sin sueldo). Nos cruzamos con Francisco, mientras él descansa en Barcelona nosotros lo hacemos en Chad.

Isabel Rodríguez VilaParece una utopía, pero en la Misión de Goundi, en su hospital, con los enfermos y aún trabajando duro, hacemos nuestras vacaciones de cuerpo y alma.

¡Qué valor, qué mérito!…nos dicen.

¿Acaso es meritorio hacer algo que te hace feliz?

Ciertamente hay muchos momentos duros en los que sientes impotencia, en los que sufres por la injusticia, en los que te revelas ante la desigualdad, en los que sientes el dolor con la muerte tan cercana… pero hay otros en los que sientes la acogida, el agradecimiento, en los que descubres la sencillez de las pequeñas cosas, la alegría, la inocencia, la solidaridad, y sobre todo el amor… y todo ello es algo maravilloso.

Para mí, haber podido realizar el sueño que anhelaba es un gran regalo que me ha dado la vida y el compartirlo con mi marido lo hace aún mayor. Tantísimas veces me siento afortunada por ello, soy consciente y lo disfruto.

Ayudar y formar    

De entre los diversos proyectos que llevamos entre manos hay uno al que le tengo especial cariño y dedicación, es el de formar a futuros médicos chadianos allí en su propio país, con el soporte de profesorado europeo, en la Facultad privada “Le Bon Samaritain” en la capital N’Djamena.

Está funcionando bien, la primera promoción con 20 estudiantes está ya en el 6º curso, y la 2ª promoción con 36 en el 3º.

Lo más curioso es que todos los estudiantes están apoyados por familias Catalanas, de Baleares y del País Vasco. Lo que demuestra la gran solidaridad de los españoles.

Es seductor apoyar un proyecto claro de ayuda a la autosuficiencia sanitaria, y muy gratificante ver la respuesta de los alumnos, del profesorado y de las familias.

Espero poder seguir con todos los proyectos hasta el final, mientras tengamos salud, fuerza e ilusión, y ya no sólo nosotros dos, sino tantas otras personas que también se han enamorado de Goundi.        

Constancia fruto de la solidaridad    

Es fácil quedar atrapado cuando vas por primera vez, cuando  no  sabes con qué te vas a encontrar, cuando descubres esa realidad que no es la que te enseñan los medios o ves en las películas.

Isabel Rodríguez VilaEntonces, si lo resistes, si el cuerpo te ayuda a no enfermar, si la mente no te estalla por todo lo que ves y te está doliendo…es entonces cuando te das cuenta que no tienes escapatoria que ya te has implicado, que ya has entregado parte de ti, pues eres consciente de que en tu mundo y en ese otro mundo, las necesidades son las mismas con el agravante de que ellos no han tenido nuestras oportunidades.

Es en ese momento, cuando sientes la obligación moral de ayudar, enseñar e intentar cubrir esas necesidades básicas con todos tus medios.

Cuando te cuestionas ¿porqué ellos y no yo?

Cuando hay tantos interrogantes sin respuestas aceptables.     Cuando te pones en su piel, decides ir a por todas y haces del propósito “tu proyecto de vida”.

Una vez tomado el tren hay que llegar a la estación final, claro está que hay muchas estaciones con sus paradas correspondientes, pero si queremos llegar no debemos apearnos, por lo menos esa es la intención.

Dejar que el tren nos lleve a su ritmo, viajando junto a otros pasajeros. Sin desesperar cuando circunstancias ajenas, nos hacen llegar con retraso o incluso no llegar el día previsto.

Lo importante es tener el ánimo de llegar a la meta, más tarde o más temprano, estación tras estación sin perder la ilusión. La ilusión es como la esperanza y el aliento que me da fuerza para conseguir lo que con convicción me he propuesto.

Un trabajo que nos desborda    

¡Hay tanto por hacer en África… siempre ha sido y es, el continente expoliado y después olvidado!

Se habla de sus gobiernos corruptos y sus políticas inadecuadas, es fácil hacer juicios baratos, opinar morbosamente de su miseria y compadecerse. ¿Pero a qué nos lleva? ¿Qué aportamos sólo con ello?    

África se muere, sobre todo en la franja sub-sahariana: Chad, Sudán, Níger, Nigeria y por desgracia tantos otros… esos países tan castigados por la sequía, con gentes analfabetas, que lo único que pueden hacer es sobrevivir.

Mientras al otro lado que llamamos civilizado existe un distanciamiento cada vez mayor debido a la tecnología, el avance de la ciencia, y a nuestro conformismo.

Portada del libro 'Goundi. Unas vacaciones diferentes'No podemos permitir que en nuestro siglo, el 90% de la humanidad no tenga las mínimas necesidades cubiertas como la nutrición, la sanidad y la alfabetización.

La crisis europea está empobreciendo más si cabe a África, debido al recorte de ayudas a gran escala. Nosotros podemos dejar de ir a un restaurante pero ellos dejan de comer.

Es injusto que tan sólo el 10% de la humanidad tenga acceso a la sanidad, enseñanza, vivienda, trabajo y vida confortable. Y aquí vuelve a surgir de nuevo la pregunta ¿Por qué nosotros y no ellos?

Cuando pienso o hago conjeturas, acabo diciéndome: continúa, no te rindas

¡África necesita de este pequeño grano de arena!, que junto a tantos otros granos de gente solidaria están formando ahora una duna y más adelante será una montaña.

Cogeremos el tren juntos y todos los trenes que sean necesarios, siempre con la ilusión del primer día, con destino a Chad, o a cualquier otro punto de la Tierra en el que se pueda aportar conocimiento y salud, premisas elementales para poder empezar a vivir con dignidad.

Nosotros encabezamos una asociación sin ánimo de lucro “Misión y Desarrollo para Goundi” desde la que trabajamos dando soporte al Hospital, Maternidad, Centro Nutricional y Escuela Agrícola de este recóndito lugar del África sub-sahariana, llamado Goundi, así como también a la Facultad de Medicina de N’Djamena..

En el libro “Goundi, unas vacaciones diferentes”, podréis leer porque son diferentes nuestras vacacione.
Espero que al leerlo, comprendáis por qué fue Goundi el lugar que robó parte de mí corazón.