La Palabra se hizo carneEn este tiempo de Navidad donde abundan tantas luces y tantas palabras bonitas, nosotros- los que creemos el Misterio de estas fiestas- no queremos olvidar  la frase bíblica: La Palabra se hizo carne. El Hijo de Dios, el que es la Palabra infinita del Padre, se hizo carne.

Entre tantos aspectos y consideraciones que tiene este hecho, uno de ellos podría explicarse con este refrán tan conocido de todos: “Obras son amores y no buenas razones”.

Dios es el que dice y el que hace, Dios es Amor y el Amor se acercó, se acerca cada día, busca y se une con el amado: la persona humana.

Navidad es celebrar este acontecimiento de fe, este misterio  tan bello y tan cautivante.

Las palabras, los gestos, los detalles tan bonitos que se manifiestan en estas fiestas navideñas deberían traducirse durante todo el año, en obras de amor, en sonrisas, abrazos, ternura, cariño entre todos y especialmente hacia  los que carecen hasta de lo necesario para subsistir.

Qué bella sería una Navidad en la que mil millones de cristianos, que somos aproximadamente, nos enamoráramos un poco más del AMOR y nuestra vida se quedara contagiada y asombrada, y nos naciera la locura del amor que  lleva a hacer locuras: a gastarse por los demás, a renunciar a comodidades, a  cosas superfluas y hasta necesarias para compartir nuestra existencia con los más necesitados, hijos de Dios y hermanos nuestros.

En ese caso podremos decir: nuestra fe, nuestras palabras se han hecho carne: ¡es Navidad!

A propósito de esto, la Palabra de Dios en  San Juan  1ª Carta  3,17-18  nos dice:

“En esto hemos conocido lo que es el amor; en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que esta necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino con obras y según la verdad”

Con el gozo íntimo de la fe en el Amor de Dios derramado  en nuestros corazones, os deseamos  a vosotros – queridos lectores- una Navidad encarnada.