1.- Humildad de María:

(San Juan Bautista de la Concepción)

San Juan Bautista de la ConcepciónDice la Virgen en su cántico: «Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes» ( Luc. 1,51).

Y qué obra es esta, Virgen santísima, que tanta fuerza y poder es menester que para ella es necesario que intervenga el brazo de Dios?

¿Qué? Derramar, esparcir y desperdiciar a los soberbios de entendimiento en sus propios pensamientos…, que sin saber dónde están, con nada de lo que pretenden atinan.

Y esto hácelo Dios con mano poderosa con los soberbios de pensamientos; con los que ya están sentados en las sillas, esa propia mano los derriba y apea; sube y levanta a los humildes que están bajos y abatidos.

El humilde es pobre de todas las cosas, todas le cuadran y vienen bien; como si a un pobre desnudo le diesen un vestido, sea del tamaño y color que fuese, no puede dejar de venirle bien y ser aquel el color que buscaba y había menester…

Está el humilde tan desnudo de su interés que, si lo visten de injurias y afrentas, ésas le cuadran y vienen bien; si lo maltratan y desprecian, parece que esos malos tratamientos le vienen nacidos y que para él se hicieron según los lleva con paciencia y sufrimiento; si lo alaban y honran, ése es el vestido que Dios le corta y mide a su talle y proporción, contentándose con lo que Dios en él obra.

Finalmente, es un divino camaleón, que se vuelve del color que Dios es servido tratarle, sin que haya color para que en él no se halle buen color y gana para lo recibir.

¡Oh, soberana Virgen María!: que siendo vos tan humilde y
desechada en vuestros ojos, volaste tan alto que hiciste punta y conseguiste al mismo Dios, el cual, asido y enlazado con vuestros santos y humildes pensamientos, lo bajaste a la tierra, lo hicisteis vuestro y tan vuestro que fue vuestro propio hijo, y nos lo diste a nosotros de suerte que fuese nuestro hermano.

Esto significan aquellas misteriosas palabras que esta celestial Señora dice en su cántico:

«Porque ha mirado la humildad de su esclava, desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí (Luc 1,48)….

Si Dios es tan grande y la Virgen lo pesca y, niño chiquito como pajarillo lo envuelve en pobres pañales, grande es la que al grande sujeta y lo tiene por hijo a su mandato.

Dichosa humildad, glorioso abatimiento y dichoso los que habiendo desnudado los cuerpos de todo lo que es honra y contentos, desnudan sus corazones de propios pensamientos para que por este camino tengan ojos claros y vean en Dios en grandes cosas…”

S. Juan Bautista de la Concepción

(«Tratado de la humildad» – caps. 9 y 11)

2.- Devoción a María:

(San Juan de Ávila)

San Juan de Ávila“Señora, si pudieron tus virtudes prender el corazón de Dios, ¡qué mucho que prendan el de los hombres!

¿Quién es la cabeza? – Cristo.- ¿Quién es el Cuerpo? – La Iglesia. -¿El cuello quién es?- La que traba con sus oraciones el cuerpo con la cabeza, medianera entre Dios y los hombres, más alta que nadie; y cerca de Dios en bondad y alteza y cerca de nosotros por misericordia; más alta que nadie, pero más baja que todos en sus ojos.

El cuello de la Virgen torre es. En este cuello mil escudos penden, donde se arman los fuertes y a ella se acogen los flacos…

Dice San Bernardo:

«En todas tus necesidades y trabajos llama a María, que si contra Dios pudo, ¿no podrá contra tus enemigos?

Y si caminas por el mar tempestuoso de este mundo, mira al norte, mira a María; aquel sólo no la llame que la llamó en sus necesidades de todo corazón y no le socorrió».

¿Pensáis que es ser devotos de la Virgen, cuando nombran a María, quitaros el bonete no más?

Más hondas raíces ha de tener su devoción: Una gran devoción de corazón, y quien ésta no tiene, no descanse hasta que la halle.

Una de las señales de los que se han de salvar es tener gran devoción a la Virgen.

¿Cómo alcanzaré esta devoción? ¿Qué haré para tener devoción a la Virgen?

¿No le tenéis devoción? Harto mal tenéis; harto bien os falta; más querría estar sin pellejo que sin devoción a María.

¿Cómo sus padres que eran tan estériles la alcanzaron a ella de Dios?

Tan estéril es vuestro corazón como sus padres lo eran para alcanzar tal Hija.

¿Pues cómo la hubieron? Con ayunos y lágrimas, y oraciones, y guardando muy bien la ley de Dios; y en pago de esto les dio Dios a María.

Así como el Padre nos dio grandísimo don en darnos a su bendito Hijo para nuestro remedio, así también el Hijo nos dio gran don en darnos a su bendita Madre por abogada nuestra.

Sé que cuando Él dijo a San Juan al pie de la cruz: Ve ahí a tu madre, en nombre de todos dijo; allí entramos todos los cristianos….

El mayor servicio que le podéis hacer a la Virgen es hacer lo que manda su Hijo: Quiero callar, silencio quiero tener por amor de vos; aquello que más me duele hacerlo o dejarlo de hacer, ofrecerlo por la Virgen. Que quererla bien y no imitarla, poco aprovecha.

Imitémosla en la humildad y en las demás virtudes, porque ella es el dechado de quien hemos de sacarlas; y haciendo esto nos alcanzará gracia y después gloria”.

S. Juan de Ávila

( del Sermón 63.En la Presentación de María)