Año nuevo: 2012

Estrenamos año nuevo y también podemos estrenar corazón, ilusión y ganas de vivir y servir.

La liturgia de la Iglesia celebra el día primero de año c la fiesta de María Madre de Dios y día de la Paz.

La paz es una de las virtudes más bellas que puede tener una persona. Una paz que empieza por uno mismo:

estar pacificado dentro de sí, sentir la paz, sentirse a gusto, sentir la mirada y el abrazo de Dios en cualquier circunstancia de la vida. Así nada ni nadie nos puede robar la paz, que tienen un nombre propio: Dios con nosotros.

Las contrariedades, las dificultades de la vida son un medio de liberación y pacificación íntima. Los obstáculos sirven así para estimulo en la lucha y ningún fracaso deprime, ni limita ni nos vence cuando estamos fundamentos en Cristo » el Príncipe de la paz» .

Al mismo tiempo, una persona pacificada es pacificadora. Jesús dijo: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios»( Mat. 5,9).

Una persona llena de paz es alguien que mira la vida en positivo y transmite confianza y alegría, es bondadoso para todos, ayuda a los otros a ser felices, es solidario y comparte sus bienes con los necesitados, se esfuerza por hacer un mundo más justo y más lleno de amor.

Podemos empezar el año y repetirlo cada día orando así:

«Padre nuestro: que miras por igual a todos tus hijos a quienes ves enfrentados.

que estás en los cielos, y en el tierra, en cada hombre, en los humildes y en los que sufren.

Venga a nosotros tu reino: el de la paz, el del amor. Y aleja de nosotros los reinos de la tiranía y explotación.

Danos el pan de cada día, que está amasado con paz, con justicia, con amor. Aleja de nosotros el pan de la cizaña que siembra envidia y división.

Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación de acumular lo que otros necesitan, de mirar con recelo al de enfrente.

Líbranos del mal: de las armas, del poder, de la sociedad de consumo, de vivir montados en el gasto; porque somos muchos, Padre, los que queremos vivir en paz».