El Papa FranciscoComo homenaje y agradecimiento por tantos gestos evangélicos y tantas palabras llenas de Espíritu, ofrecemos algunas frases pronunciadas por nuestro querido nuevo Papa Francisco:

Frases de la homilía de inicio de Pontificado del Papa Francisco. En la solemnidad de San José, el Santo Padre ha animado a los cristianos a custodiar y a servir a quienes tienen alrededor:

San José es «custodio» porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas.

Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos:

Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos.

Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón.

Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres.

Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien.

En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios. Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido.

El Papa FranciscoQuisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro.

Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida.

Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen.

No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

Y aquí añado entonces una ulterior anotación: el preocuparse, el custodiar, requiere bondad, pide ser vivido con ternura.

En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor.

No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46).

Sólo el que sirve con amor sabe custodiar.

Una presencia querida por el Papa

Los pobres junto a los poderosos

El Papa FranciscoTuvieron un puesto reservado junto a los poderosos de la tierra. Incluso estaban más cerca del altar, del Papa Francisco, quien les quiso a su lado el día en que comenzó su ministerio petrino.

Sergio Sánchez, cartonero, vestido con el chándal azul y verde que utiliza para recoger material (de reciclaje) abandonado por las calles de Buenos Aires.

José María del Corral, director de los programas Escuela de vecinos y Buenos Aires ciudad educativa promovidos durante el episcopado de Bergoglio.

Y sor Ana Rosa Sivori, religiosa, hija de María Auxiliadora, que lleva 46 años como misionera en Tailandia, donde ayuda a los niños a crecer y a formarse como buenos cristianos y ciudadanos: tres personas sencillas, comunes, que vivieron esta jornada como una gran alegría, una de las pocas – dirá Sánchez- de una existencia de penuria.

No llevaban vestidos de domingo, sino los que usan a diario, en la cotidianeidad de su experiencia de vida.

Entre la religiosa y el Pontífice, en particular, existe un vínculo de parentesco: son primos en segundo grado. Ha desarrollado su misión en el noreste de Tailandia, después de haber estado también en la capital, Bangkok. Dentro de dos años celebrará el quincuagésimo de profesión religiosa.

Directamente de Buenos Aires llegó Sergio Sánchez, representantes de los cartoneros reunidos del Movimiento trabajadores excluidos (Mte). Conoce al Pontífice desde hace cinco años, cuando más dura fue la lucha por el reconocimiento de la dignidad de los trabajadores.

«Al único que tuvimos al lado fue al padre Bergoglio – nos dijo-. También él luchaba contra las diversas formas de esclavitud a las que eran sometidos los trabajadores, contra la trata de seres humanos utilizados como máquinas de producción».

Por su parte, José María del Corral está unido al Papa Francisco por dos iniciativas -de las que es director- dedicadas a la educación de los jóvenes de la capital argentina.

El Papa FranciscoNos comentó que la Escuela de vecinos nació doce años atrás, por impulso del cardenal Bergoglio, a quien le importaba que «los jóvenes no fueran indiferentes a lo que sucedía a su alrededor, sino que participaran como vecinos, o sea, como ciudadanos».

Así se organizó el «primer grupo interreligioso formado por chicos procedentes de escuelas secundarias católicas, evangélicas y judías.

Debatían problemas comunes, como las drogas, la violencia, la ilegalidad, la inseguridad, y aprendieron a comprender que juntos podrían hacer algo útil».

Su pertenencia religiosa distinta no les atemorizaba; descubrieron que «la diversidad era lo más atractivo».

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Frases sacadas del discurso del Papa Francisco a los representantes de los medios de comunicación internacionales

Tened la seguridad de que la Iglesia, por su parte, dedica una gran atención a vuestro precioso cometido; tenéis la capacidad de recoger y expresar las expectativas y exigencias de nuestro tiempo, de ofrecer los elementos para una lectura de la realidad.

Vuestro trabajo requiere estudio, sensibilidad y experiencia, como en tantas otras profesiones, pero implica una atención especial respecto a la verdad, la bondad y la belleza; y esto nos hace particularmente cercanos, porque la Iglesia existe precisamente para comunicar esto: la Verdad, la Bondad y la Belleza «en persona».

Debería quedar muy claro que todos estamos llamados, no a mostrarnos a nosotros mismos, sino a comunicar esta tríada existencial que conforman la verdad, la bondad y la belleza.

Algunos no sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, también en Francisco de Asís.

El Papa FranciscoLes contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba.

Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís.

Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís.

Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre…

¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!

Os quiero mucho. Os doy las gracias por todo lo que habéis hecho. Y pienso en vuestro trabajo: os deseo que trabajéis con serenidad y con fruto, y que conozcáis cada vez mejor el Evangelio de Jesucristo y la realidad de la Iglesia.

Os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, Estrella de la Evangelización, a la vez que os expreso los mejores deseos para vosotros y vuestras familias, a cada una de vuestras familias, e imparto de corazón a todos mi Bendición.

(Palabras en español)

Les dije que les daba de corazón la bendición. Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia católica, otros no son creyentes, de corazón doy esta bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada uno, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios. Que Dios los bendiga.