La Iglesia es noticiaDesde el 11 de febrero, renuncia de Benedicto XVI, la Iglesia no ha dejado de ser noticia. Es difícil estar en los medios varios días en primera plana. El consumo de noticias es voraz.

Ratzinger se ocultó en Castel Gandolfo. Empieza el Cónclave. Aparecen las quinielas de los papables.

Ha habido 5 mil periodistas que han cubierto el evento.

De repente la novedad del Papa Francisco, el primer jesuita que llega a la Sede de Pedro.

Me alegra que un fraile llegue a Papa. Estas últimas décadas han sido muy especiales para la Vida Consagrada.

Por un lado está floreciendo, y no para, en vocaciones en Latinoamérica y el Caribe, en África y en el Oriente.

Por otro lado ciertos sectores eclesiales han querido marginar y desprestigiar a los consagrados. Creen que no llevan hábito, se han secularizado y mundanizado. Algunos jerarcas han hecho profecías apocalípticas muy negras para el futuro.

Quieren que seamos más dóciles y que volvamos a los moldes del pasado.

La vida religiosa calla, sonríe y camina. Ella está en la frontera, con los últimos, con los que nadie quiere.

De repente el Espíritu Santo suscita al Papa Francisco con una formación jesuita, hablándonos de la paz, la sencillez, el evangelio, la fraternidad, los pobres y la oración.

Todo el mundo se ha entusiasmado.

Él ha dejado muy claro en sus primeras palabras que la Iglesia no es una ONG sino que es memoria viviente de Jesucristo y desde el balcón del Vaticano ha puesto a orar a todos los asistentes que estaban en la Plaza de San Pedro. Hasta los topes.

El silencio me impresionó.

La imagen de jóvenes con los ojos cerrados y orantes ha conmovido a mucha gente.

Lector de Santa Teresa de Jesús

La Iglesia es noticiaSoy lector de la Santa desde hace muchos años.

Teresa me ha contagiado su propia vida, su manera de ver las cosas, hasta su mismo lenguaje.

Ha sido una gracia encontrarme con ella.

¿Qué me ha enseñado en esta larga aventura? ¿Qué me ha transmitido? La Santa de Ávila tiene una palabra iluminada para todas las épocas, generaciones y corrientes espirituales.

1. Santa Teresa me ha dado el gusto por saber más y más del Señor. Me ha hecho comprender que Jesús es la razón más importante de mi vida y que el cristianismo es ante todo una persona: JESÚS.

«Oh hermosura que excedéis
a todas las hermosuras!
Sin herir, dolor hacéis,
y sin dolor, deshacéis
el amor de las criaturas».

2. Teresa me ha enseñado a leer el Evangelio, no como una estatua de museo, bella pero antigua, sino como una realidad viva que nos habla hoy.

Hay que revivir los personajes y encarnarlos en nuestra propia vida.

Hay que sentarnos junto al pozo de Jacob como la Samaritana y decirle al Maestro: «Dame esa agua».

O después de la comunión ponernos a los pies del Señor como María Magdalena para escuchar al Salvador y estar pendiente de sus labios.

«Bendito sea el que nos convida que vamos a beber en su evangelio» (CE 31,5).

«Siempre yo he sido aficionada y me han recogido más las palabras de los evangelios, que sé salieron por aquella sacratísima boca así como las decía, que libros muy bien concertados» (CE 35,4).

3. Teresa me ha enseñado el arte de la oración de la que es Maestra y Doctora consumada.

La Iglesia es noticiaYa recordaba Pablo VI en el Doctorado Teresiano:

«Llega ahora a nosotros el sublime y sencillo mensaje de la oración de parte de la sabia Teresa, que nos exhorta a comprender «el gran bien que hace Dios a un alma que la dispone para tener oración con voluntad…,que no es otra cosa la oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida 8,5).

Al lado de Teresa he comprendido la importancia de la oración. En este campo es donde se define la vida del creyente y no creyente.

4. ¡Qué importante ha sido para mí ser lector de la Santa de Ávila!

El contacto con ella ha humanizado mi vida espiritual.

Me ha hecho entender que hay que caminar poco a poco, sin estridencias, siendo «amiga de letras».

Sobre todo me ha dado a entender que mi vocación de consagrado es un camino que no se hace solo sino acompañado con Jesús:

«Juntos andemos, Señor; por donde fuereis, tengo de ir; por donde pasareis, tengo de pasar» (CV 26,6).

Teresa de Jesús, Maestra y Doctora de las cosas celestiales,

danos la sabiduría de los Santos;

enséñanos el camino de perfección que no es otro sino ser amigos fuertes de Dios.

Amén.