Este año, la festividad de nuestro querido santo está revestida de un carácter especial debido al año jubilar dedicado a él por su nombramiento como Doctor de la Iglesia. Este nombramiento ha de constituir, antes que una meta, un punto de partida. Sin embargo, es justo caer en la cuenta de que dicho nombramiento ha venido precedido de un largo camino eclesial.
Por parte de la gran iglesia, no se entendería sin el trabajo iniciado hace años por la conferencia episcopal y por el equipo de personas expertas que se encargaron de preparar los estudios y la documentación necesaria para probar la excelencia doctrinal del santo Maestro.
En el ámbito de nuestra diócesis y de nuestra parroquia, el pensamiento teológico y espiritual de san Juan de Ávila se hubiera perdido en la noche de la historia, si los sacerdotes que se preocuparon de estudiar sus obras y escribir libros, artículos y comentarios a partir de ellas, además de extraer los textos más señeros del Maestro para darlos a conocer a los fieles.
A este respecto, cabe destacar la tarea realizada desde hace décadas por D. Tomás y D. Leopoldo para poner en valor su figura, divulgar su obra y cuidar su casa natal.
En la actualidad, el Año Jubilar engarza con este proceso y lo amplifica dándolo a conocer a los miles de peregrinos que están viniendo hasta Almodóvar para descubrir las raíces espirituales de san Juan de Ávila.
El conjunto de todos los voluntarios y guías del jubileo, se han convertido en un grupo de evangelizadores y predicadores al servicio de la figura de nuestro Doctor.
Tal vez, la preparación y el desarrollo de cada una de las peregrinaciones pase desapercibida por la mayor parte de las miembros de nuestra comunidad. Sin embargo, los que estamos más implicados en esta obra, no podemos menos que reconocer el esfuerzo, la dedicación y la multitud de horas de trabajo que unos y otros están dedicando al jubileo.
Sólo Dios sabe la cantidad de aspectos, detalles y tareas de coordinación, tramitación y preparativos diversos que hay que realizar hasta que, finalmente, se ejecuta una peregrinación durante ocho horas. Y todo por amor a Dios y con el santo interés de que el Espíritu Santo toque el corazón, la inteligencia y la fe de quienes peregrinan.
Creo que debemos estar sanamente orgullosos de esta obra que estamos llevando hacia delante, y sentirnos alegres por todos los testimonios de gratitud y de reconocimiento que recibimos de los peregrinos. Desde aquí, el agradecimiento de la parroquia a todos los que colaboran con el jubileo espiritual, económica y materialmente con el jubileo. A él le pedimos que la semilla que estamos sembrando con su intercesión dé frutos para el bien de la Iglesia y de nuestra sociedad.