JMJ en Almodóvar del Campo¿Cómo empezó todo?

Hace unos meses, después de que se celebrase un encuentro regional de pastoral de jóvenes, el delegado diocesano de juventud se puso con contacto con nosotros para comunicarnos que las diócesis castellano-manchegas habían pensado celebrar un encuentro parecido en Almodóvar.

La razón era la Jornada Mundial de la Juventud -JMJ- que este año tenía a Río de Janeiro como sede mundial. La distancia de Brasil con respecto a España y el elevado coste económico, hacían que este viaje fuera inviable para la mayoría de los jóvenes de nuestras parroquias.

Por eso, los delegados diocesanos de España pensaron en la oportunidad de establecer varias sedes regionales, con el fin de que los jóvenes españoles que quisieran, pudieran reunirse para celebrar encuentros en paralelo con el gran encuentro de la JMJ brasileña.

Almodóvar del Campo, la tierra natal del nuevo Doctor de la Iglesia e inmersa por eso motivo en un Año Jubilar, fue elegida para congregar a los jóvenes de nuestra provincia eclesiástica.

De este modo, el sábado 27 de julio, casi mil jóvenes procedentes de procedentes de nuestra diócesis y de las de Albacete, Toledo y Guadalajara fueron desembarcando en Almodóvar. Faltaron los de Cuenca.

La organización:

La organización del encuentro era responsabilidad de la delegación diocesana de jóvenes; sin embargo, la preparación de las infraestructuras y la disposición de multitud de elementos necesarios para su desarrollo, eran responsabilidad del Jubileo almodovense.

Un encuentro preparado entre dos organismos se convertía en un pequeño desafío a nuestra capacidad para organizar voluntarios, acciones y preparativos.

Las vísperas:

El encuentro oficial dio comienzo el sábado 27, pero, para nosotros, el encuentro comenzó varias semanas antes. En poco tiempo debíamos crear una mínima infraestructura, capaz de dar solvencia al doble objetivo del encuentro: Que los jóvenes se acercaran a las raíces de san Juan de Ávila y que viviesen, en paralelo con la JMJ de Brasil, las celebraciones centrales de Río: la vigilia de oración y la Eucaristía de envío misionero.

«Noche de centinelas»

JMJ en Almodóvar del CampoEste fue el nombre oficial que se dio al encuentro. Todo trascurría en la noche por dos razones: las altas temperaturas que hay que soportar en verano durante las horas del día. Y la segunda razón: acercarnos lo más posible al horario de las celebraciones de Brasil.

Otras causas que intervinieron en esa elección, fueron la constatación de la intensidad con que los jóvenes viven las noches veraniegas. Pero, además, desde el punto de vista religioso, la noche guarda relación con la vigilia, con la espera, con la oración serena y con la paz espiritual. Todos estos factores hicieron pensar que utilizar la noche como contexto del encuentro, era una buena elección.

Dos ritmos:

La noche sería el cauce de un encuentro que daría comienzo a partir de las 20:00 con la acogida de los jóvenes peregrinos, y terminaría a las 11:00 h del día siguiente, después de que el Obispo realizara un rito de envío misionero al término de la Eucaristía.

Pero, ¿qué habría que hacer a lo largo de una larga noche? ¿Qué contenidos podríamos ofrecer? Estas preguntas se resolvieron estableciendo dos ritmos: uno de carácter netamente espiritual y otro lúdico y de convivencia fraterna.

El ritmo espiritual:

Si bien todo el encuentro estaba abrazado por la vigilia de oración en la plaza, seguida de un concierto, y por la Eucaristía en las primeras horas de la mañana, la dimensión espiritual se determinó estableciendo un recorrido –dando pases horarios-por tres sedes jubilares:

La exposición dedicada a la vida y a la espiritualidad de san Juan de Ávila; la oración en el nuevo oratorio y en la cueva de su casa natal; y la visita al templo donde nuestro santo fue bautizado y celebró su primera Eucaristía como sacerdote.

JMJ en Almodóvar del CampoCabe destacar que el templo fue el lugar para renovar las promesas del bautismo; participar de la adoración permanente del Santísimo y tener ocasión de confesar. Cuatro sacerdotes estuvieron ¡toda la noche confesando!

Esta dimensión espiritual pretendía introducir a los jóvenes en una meditación sobre su vocación cristiana, partiendo de la experiencia fundante de san Juan de Ávila.

El ritmo lúdico y convival:

El ritmo anterior se combinó con este otro ritmo de carácter lúdico. Para ello, se presentaron diversos talleres y actividades con el fin de que los jóvenes eligieran dónde ir, antes y después de realizar el recorrido jubilar.

El paquete de actividades se constituyó como una combinación de varias propuestas: conciertos al aire libre, diseminados a lo largo de la Corredera; cortos de cine y películas en el teatro; diálogo con las estatuas humanas que representaban los patronos de la JMJ y nuestros santos; talleres de radio; stands en los que Cáritas y Manos Unidas expusieron su identidad y mostraron sus programas de acción; juegos al aire libre; actividades deportivas; toro mecánico; mercadillo de Comercio Justo; elaboración peticiones en globos de helio…

Jesucristo, Eucaristía: Alfa y Omega del encuentro:

Hemos mencionado las dos líneas fuerza del desarrollo del encuentro, pero estas dos líneas estaban enmarcadas por dos momentos especiales e inalterables en cada JMJ: La vigilia de oración y adoración de Jesucristo, y la Eucaristía del envío.

El encuentro se abrió con un espacio para la reconciliación en la glorieta del Carmen, donde varios sacerdotes, a los que se sumó nuestro Obispo, ofrecieron el don del perdón renovador del Señor. Después, ese mismo lugar sirvió para concentrar a los casi mil jóvenes asistentes para dar comienzo a la vigilia.

La vigilia fue introducida con una proyección de sombras y luz que representó la llamada a evangelizar en los cinco continentes. A continuación, los cientos de jóvenes fueron organizados en sectores, agrupados según sus pueblos de origen, para emprender una procesión con los símbolos y signos del encuentro: paneles con los cinco continentes; la cruz de los jóvenes; el icono de la Virgen; estandartes con mensajes evangélicos, y las reliquias de san Juan de Ávila.

JMJ en Almodóvar del CampoEn el momento central de la vigilia se adoró la presencia de Jesucristo en el Pan y, por la mañana, volvimos a recibir su presencia, ya no para adorarla, sino para introducirnos en el proceso de transfiguración del pan, el vino y los celebrantes que se produce en cada Eucaristía. Todos con Él y en Él, ofrecidos al Padre para la vida del mundo.

«De noche iremos de noche, que para encontrar la fuente sólo la fe nos alumbra»

Este fue uno de los cantos que se interpretaron durante la Vigila. La noche, tantas noches humanas, iluminadas por la luz segura de la fe que irradia Jesús.

Los cantos de adoración fluían en la paz de una noche en la que el mismo Dios se hizo presente en el epicentro público de Almodóvar. Si la fachada del Ayuntamiento se convirtió en un retablo al estilo de las iglesias, toda la plaza fue un templo vivo que elevó al cielo la plegaria, el canto y la adoración a Dios.

La luz del cirio pascual brilló en una plaza donde se apagaron las luces eléctricas para que brillaran las velitas que portaban los jóvenes, como símbolo de cómo su fe debía iluminar las noches de la increencia, del dolor, de la falta de seguridades… Una fe que, más tarde renovarían ante la pila bautismal y en intimidad orante con el Señor, expuesto en la custodia hasta el amanecer.

Creo que no me equivoco al afirmar que el momento más especial de Vigilia fue la entrada del Santísimo. Era impresionante sentir el silencio orante de los jóvenes, los gestos de adoración y los cantos: «La tiniebla ya no es tiniebla; ante ti, la noche tiene luz como el día«.

«Quiero que la Iglesia salga a la calle» (Papa Francisco)

Sí, la calle se hizo iglesia, y la iglesia, calle. Fuera, en la calle, se realizarían las celebraciones más importantes del encuentro y mayoría de las actividades. Jesucristo y sus discípulos, caminando con alegría por las calles de Almodóvar.

El Señor se elevó sobre un escenario diseñado para tal efecto, que destacó por su aire de modernidad y por la disposición armónica de sus elementos, que fueron capaces de vencer el escoyo, de tener que integrar la exigente simétrica de la fachada del ayuntamiento con la irregularidad de la planta de la plaza.

JMJ en Almodóvar del CampoTodo estaba vestido de blanco y amarillo en alusión a los colores papales, y conjuntado con los logos y los colores de la JMJ de Brasil. El resultado final nos dio la imagen de un cenáculo joven preparado para el encuentro con el Señor. Una estampa realmente bonita.

La verdadera belleza:

Pero la belleza de ese escenario no sólo fue su carácter estético. Su belleza profunda radica en todas las personas que lo hicieron posible: el diseñador; las manos de los voluntarios montaron todos sus elementos; las señoras que cosieron las fundas de los módulos cilíndricos, las manos que pintaron las telas; quienes se encargaron de preparar todos los ornamentos litúrgicos, las velas, las flores… En suma, un conjunto de elementos que valen más por el amor que con se hicieron y por la participación de muchos, que por su valor material en sí.

Todos los adornos, señales, símbolos y detalles que se dispusieron en cada lugar, no son valiosos por sí, pero sí lo son por la cantidad de corazones que los pusieron, movidos por el afán de agradar a los peregrinos venidos de fuera y a Jesús.

Ciento cuarenta corazones:

Este es el número de todos los voluntarios del encuentro: Sesenta jóvenes magníficos que trabajaron desde días antes, durante horas y horas, para realizar los preparativos y para participar en las celebraciones; el meritorio grupo de voluntarios del jubileo; voluntarios ofrecidos para el orden, para la acogida, para la preparar el espacio de la reconciliación y liturgia, para cargar materiales, instalar la barra solidaria, limpiar, coser o pintar, embellecer la Iglesia y la capilla del Santísimo, iluminar con velas la casa del santo, trabajar al ordenador, trasportar los famosos bidones, tender cables e instalar pantallas y televisiones; colocar sillas o señalizar las calles… ¡Cuántas pequeñas piezas para que resultase un gran puzle!

Y todos con el afán de ayudar. ¿A quién? A Jesús. El encuentro no era nuestro o para nosotros. Jesús quería tener un encuentro con los jóvenes y nos pidió ayuda.

Nuestro premio fue la satisfacción por el trabajo bien hecho, no sólo desde el punto de vista del resultado final, sino por la buena disposición y sintonía que se generó gracias a la bondad de todos para con todos.

Salir de sí e ir hacia Jesús:

JMJ en Almodóvar del CampoCreo que esto fue la clave de todo. El Señor se inventa ocasiones para hacernos salir de nosotros mismos: de nuestra posible indiferencia o pereza; de nuestra postración pastoral; o de la tentación de vivir esclavos nuestros propios intereses o nuestra comodidad.

A veces, tenemos mucha prisa o poco tiempo, muchas cosas que hacer. Pero, en el fondo, lo que tenemos es una sola de egoísmo que nos desactiva y nos quita las fuerzas y la ilusión. Por eso, el Señor nos llama a trabajar en su viña.

Él, que es la fuente de la vida verdadera, nos llama y nos llena con su fuerza y con su amor. Pero no busca nada para Él. Es cierto que nos pide ayuda, pero para que sirvamos a otros: a la fe de los jóvenes que vinieron al encuentro. Y este servir la fe de otro, aviva y hace renacer la nuestra.

Es maravilloso sentir la experiencia de los discípulos que responden al Señor con pasión: Vamos a trabajar por Jesús, nos cansamos y renunciamos a cosas que nos gustan, pero lo hacemos alegres y, encima, pagaríamos por ello. ¿Esto es de tontos? No. Es de cristianos. De gente que vive enamorada, que busca y recibe la corriente del auténtico amor. El amor de Dios, que siempre es entrega, pero un tipo de entrega que no cansa, sino que da la vida.

Salir de sí e ir hacia el hermano:

Los caminos para ir hacia el Señor son muchos. Uno de ellos es el hermano. Y aquí aparece la belleza de la Iglesia. Trabajar codo con codo; ofrecerte para ayudar a quienes están trabajando; hacer algo juntos bajo una finalidad, no personal, sino para Dios y los hermanos. Eso también termina llenando el corazón.

La Nueva Evangelización ha de comenzar en el interior de la comunidad cristiana y ha de realizarse conjuntamente con tantos hermanos que por las razones que fueren, se alejaron en alguna medida de la Iglesia.

Este encuentro nos ha servido para desarrollar las raíces eclesiales y fraternas que todos los voluntarios tenemos en común por el bautismo. Hemos demostrado que los miembros habituales de la comunidad parroquial no estamos tan lejos unos de otros, si practicamos un acercamiento sin prejuicios y con mirada nueva.

El trabajo en común por la causa de Jesucristo nos da a todos la oportunidad de desarrollar dimensiones de relación y comunión a que veces tenemos dormidas o paralizadas.

JMJ en Almodóvar del CampoPor su parte, el trabajo en común entre los miembros más habituales de la comunidad parroquial y los menos habituales, nos demuestra que todos somos Iglesia. Una Iglesia que hay que actuar y rehacer –como san Francisco de Asís y como dice el Papa que lleva su nombre- a base de caridad fraterna y de mutua apertura y acogida.

Nuevos caminos:

La Nueva Evangelización promovida por el Papa busca, en primer lugar, la vuelta a la comunidad cristiana de aquellos que se quedaron a medio camino, antes que conversión de musulmanes, hindúes o ateos aguerridos.

Es cierto que también la de éstos, pero aquí, en nuestra España descristianizada, seguramente el ámbito prioritario de la nueva evangelización habrá de comenzar dirigiéndose y abriéndose a tantos bautizados en la fe cristiana, que por diversas razones no han seguido siempre a Cristo en su Iglesia.Los tenemos a nuestro lado; a veces son nuestros propios familiares; otras veces son nuestros vecinos o compañeros de trabajo o en alguna asociación a la que pertenecemos.

Al igual que tantos momentos del Jubileo, este encuentro ha sido una siembra más. Sobre todo, oremos por la fe de todos, pero, también, cambiemos algunas actitudes, mantengamos las mejores, y empecemos a desarrollar un alma misionera y fraterna.

¡Gracias!

Este capítulo es el siempre inacabado en este Jubileo –y seguramente en nuestras vidas-. Todo ha sido gracias a muchos:

Los cientos cuarenta voluntarios (sacerdotes, seglares, monjas; médico y enfermera); los vecinos de Almodóvar; el Ayuntamiento, que siempre colabora y facilita; los voluntarios de Cruz Roja local y los de Emergencia que nos ofrecieron seguridad y protección; los responsables de la delegación diocesana de jóvenes que promovieron el encuentro.

A todos y para todos: ¡Gracias y hasta la próxima!

 

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