Dos acontecimientos atrayentes para el corazón vamos a celebrar en los próximos días: la Fiesta de nuestro Patrono y paisano San Juan Bautista de la Concepción y el tiempo interesante de la Cuaresma.
Estamos en esta vida para vivir “la vida”; para andar-hacer nuestra carrera personal- por el camino que nos lleva a la realización de nuestro ser personal más hondo.
Hay muchas formas de realizarse y muchos caminos recorridos “al andar”.
Con su gracia acostumbrada censura nuestra paisano San Juan Bautista de la Concepción un modo de hacer ese camino de la vida.
“Hay unos hombres tan niños…Niños ahogados y hechizados que se van tras quien los encantó, no habiendo de por medio sino un embeleco y enredo de un demonio y de algún hombre…, estos hombres parecen bandadas de tordos: que, porque uno se levantó a volar, sin saber a dónde va, se levantan todos, aunque sean millares; o como las ovejas: que por donde salta una, por allí van todas”.
Junto esta realización “borreguil” de la persona, como dice nuestro Santo, hay otros modos de vivir la vida.
La Cuaresma, que vamos a comenzar, es un tiempo privilegiado para descubrir hacia dónde se dirigen nuestros pasos; qué tipo de vida vivimos y que clase de personalidad humano – cristiana vamos realizando.
“Yo soy la luz del mundo- dijo Jesús, el Señor- el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”
Hacer una buena cuaresma es tener la gracia de despegarse del montón, de la masa y hacer de sí mismo una obra de arte; realizar el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros. Esto supone esfuerzo; pero también se cuenta con la fuerza de Dios.
Dejarse llevar por “la corriente” y por lo corriente es muy fácil; tener la osadía de ser uno mismo según el plan de Dios es una “gozada”; es un saber vivir “la VIDA”.
Qué bello ponerse en camino cuaresmal sintiendo ante nuestra vista la multitud de hombres y mujeres, como nuestro San Juan Bautista de la Concepción, que supieron vivir “LA VIDA” y entregar la vida a los demás sin reservas.