Virgen, niña, y casada muy joven; se acabó su adolescencia y su juventud despreocupadas; ya tiene las responsabilidades de un hogar y de una familia.
Tiene voto de castidad, aunque unida legalmente a su esposo José.
Dios la elige para Madre de su Hijo si ella, libremente, dice SÍ. María se humilla ante DIOS hasta la categoría de esclava.
María no es esclava en ningún momento, María es Sierva de DIOS.Al esclavo se le ordena. Al siervo se le solicita. El SEÑOR no la obliga. ¡Ella acepta! Y el Verbo se hace carne por obra del Espíritu Santo en sus entrañas.
Consecuente con su fidelidad y obediencia a DIOS, le llegan los problemas ante los humanos; siempre es así, cuando decididamente se le dice SÍ a DIOS, llegan los problemas con los hombres. Su esposo, José, es iluminado por El ESPIRITU y también acepta porque es justo, es bueno.
Después, un embarazo, aparentemente como el de cualquier mujer de las de su época, cuidando de su casa, atendiendo a su marido, todo igual que las demás. Por fin llega el día del parto; fuera de su domicilio, fuera de su pueblo, sin sus vecinas, sin sus conocidas, con poco dinero, sin un techo, sin una cama. Sola con su marido y cuidada sólo por él; así trae a La Tierra a su hijo, al HIJO DE DIOS.
Ahora debe tener La Familia un periodo de tiempo normal en Belén, alrededor de dos años; recordar la orden de Herodes el Grande: Matar a todos los infantes de dos años de edad para abajo.De nuevo en camino, esta vez huyendo. Ya empiezan los hombres a perseguir a Cristo.
Huyen a Egipto; son unas ocho jornadas de camino dirigiéndose a un país extraño. José ha debido llevar las herramientas de su profesión con él y de ello vivirán el tiempo que allí estén; o buscará trabajo de jornalero en cualquier cosa.¡¡Qué gran hombre José!!
No sabemos ciertamente cuánto tiempo estarían allá, aunque por apócrifos se cree que no fue más de un año. En su retorno tampoco pueden pasar por Belén, pues aunque Herodes el Grande ha muerto, ahora reina Arquéalo, su hijo, y más cruel que su padre.
Vuelven a Nazaret, a la ciudad de donde salieron hace unos tres años.
No volvemos a tener noticias de La Familia hasta que Jesús cumple los doce años; es a partir de esa edad cuando los judíos comenzaban a estar obligados a visitar El Templo anualmente, y La Familia de DIOS en la Tierra cumple con el precepto y sube a Jerusalén.
En la primera visita de Cristo al Templo, el Niño se pierde de sus padres terrenales; han sido los padres los que han perdido al Niño, Jesús estaba donde tenía que estar, ocupándose de las cosas de su PADRE Celestial. Así le contestó a la Virgen y ella lo guardó para siempre en su corazón.
Hasta la aparición en Caná, donde vemos a María acompañada por Jesús ya con algunos discípulos como invitados a una boda, no hemos vuelto a tener noticias del transcurso de su vida; sin embargo, en éstos años ha debido de ocurrir algo muy importante para ellos, seguramente José ha muerto, ya que no se le vuelve a nombrar en los Evangelios.
Todavía no ha comenzado la vida pública de Cristo, y su madre ya es viuda; ahora que todo transcurría tranquilo, tampoco puede disfrutarlo por mucho tiempo.
Dentro de muy poco el hijo abandonará su casa, de nuevo tendrá que ocuparse de las cosas de su PADRE. A María no le quedará mas remedio que seguirle, o quedarse sola en Nazaret.
Deduzco que mientras Jesús predicó en Galilea, por Tiberíades, Cafarnaú, Cesárea de Filipo, Naín, Monte Tabor,…..su madre le esperaría en la casa de Nazaret, pero en el momento en que se dispuso a subir definitivamente a Jerusalén, María hará su petate y LE seguirá. Iban otras mujeres con el grupo de los discípulos, ¿cómo no iba a seguirle su madre?
Casi con toda seguridad podemos suponer que, como muy tarde, la Madre abandona Nazaret el día que Jesús es expulsado de su pueblo e intentan precipitarle por la ladera que hoy llaman “el Monte de la Precipitación”. ÉL ya no podía volver ¿qué hacía Ella allí?
Cuando la vida del Mesías transcurre en Judea, por Jerusalén, Cristo tiene gran cariño y preferencia a un lugar: Betania. Siempre que pienso en ese lugar, me convenzo más de que los hermanos Lázaro, Marta y María, acogieron en su hogar a la Madre de Jesús, y esto fue, en gran medida, la atracción que aquella casa y aquella aldea ejerció sobre Cristo.
¡Debió sufrir mucho esa madre llegándole todos los días noticias de amenazas de la muerte de su Hijo, y adivinando el fin que tendría!
Después, el prendimiento, la condena a muerte, ¡¡la Crucifixión ¡¡
También ahora le sigue y sale a su encuentro, y llega al Gólgota bajo la Cruz, con los ojos puestos en su hijo y la cara llena de lágrimas y polvo, sufre y escucha una de sus últimas frases: “MUJER, HE AHÍ A TU HIJO; después dice al discípulo: ““HE AHÍ A TU MADRE”. María y Juan eran los protagonistas de estas palabras, pero el Apóstol encarnaba a todos los hombres, por lo que Cristo nos proclama hijos de La Virgen.
Nos daba la mejor madre de entre todas las mujeres.
Descendimiento, enterramiento, guardias que no dejan acercarse al sepulcro. ¡Pobre MARIA!
Cumple con su título de Madre de todos los humanos que a ella quieran acercarse y, desde ese momento, comienza a orar con ellos sin descanso hasta el día de La RESURRECCIÓN y aparición de Jesús a toda la Comunidad. Así continuarán hasta la llegada de El ESPIRITU SANTO el día de Pentecostés.
Luego no sabemos más. Vivirá con el Apóstol Juan.
Morirá o se dormirá.
Su misión en el Mundo seguirá desde El Cielo.