Jesús les saludó y dio unos pasos más adelante para reunirse con el grupo de educadores que no sabían qué decisión adoptar. El Maestro, haciendo las veces de inspector, les mandó traer todos los documentos que tuviesen disponibles, tanto aquellos que los acreditaban como profesionales como los que iban a utilizar durante el presente curso…
Así que los educadores se pusieron manos a la obra y a los diez minutos, haciéndose paso entre la marabunta de jóvenes, llegaron todo orgullosos con seis cajas llenas de papeles: licenciaturas, diplomaturas, adaptaciones curriculares, unidades didácticas, proyectos curriculares, objetivos de etapa, de ciclo y un largo, larguísimo etcétera…
Jesús, después de echar una ojeada, se dirigió a los educadores con estas palabras:
– Este curso os olvidaréis de todos estos papeles. En su lugar, pondréis todo vuestro empeño y profesionalidad en esta multitud de chicos que os rodean. Os aseguro que cada uno de ellos es más que un mero trámite que cumplimentar, un nombre dentro de una lista o una nota cada tres meses…
Y continuó, esta vez, dirigiéndose a todos:
– El milagro está servido. La boda ha comenzado y va a durar nueve largos meses; vosotros, los jóvenes, sois los novios, los auténticos protagonistas de la fiesta; los criados, esta vez cambió el tono de su voz, son ustedes, educadores; las cajas son las tinajas y el agua son todos vuestros papeles…
De vosotros depende convertir el agua del temario que hay que dar, sí o sí, el agua de los objetivos que hay que conseguir, aunque sólo lo logre uno… en el vino de una educación comprometida, hasta “los tuétanos,” por y para cada uno de los jóvenes que os he encomendado, muy especialmente aquellos que os hacen utilizar, tan a menudo, el bolígrafo rojo…
De vosotros depende que el milagro se produzca en vuestro colegio y, sobre todo, en vuestros chicos… ¡Feliz Curso!