La musicoterapia se origina en tiempos muy lejanos; existen datos muy concretos de que esta práctica fue utilizada en la mayoría de las tribus y culturas de la antigüedad, entre las más avanzadas podemos encontrar a la cultura griega y egipcia que la usaron para provocar efectos psicológicos.
También en la cultura japonesa, china e india se encuentran diversas prácticas basadas en la música para lograr cambios en el estado de ánimo.
Más aún, se sabe que hace más de 2500 años, Pitágoras aconsejaba tocar un instrumento musical o cantar para vencer emociones como la ira, los miedos o las preocupaciones.
Tratamientos: Una de las utilidades de esta práctica está relacionada directamente con la armonización del estado de ánimo; para esto podemos utilizar distintos tipos de música para disminuir la depresión o para tranquilizar estados de excitación provocados por el estrés, la ansiedad, el pánico, etc…
También la podemos utilizar para facilitar los procesos de aprendizajes, sean físicos o mentales.
Otra de las aplicaciones es para deshacer algún tipo de bloqueo psicológico, concretamente para desbloquear determinadas emociones y provocar la necesaria liberación para resolver el conflicto que la produjo.
Para combatir el insomnio: Si no podemos conciliar el sueño, si dormimos pocas horas, si nos despertamos muchas veces en la noche o sufrimos insomnio, la mejor música que debemos usar, es la suave, para remediar este molesto problema que nos quita la energía que necesitamos durante el día.
Debemos elegir composiciones clásicas de carácter melódico, piezas lentas, suaves y armoniosas, como las de Bach, Vivaldi, Chopin, etc.
Los instrumentos más relajantes son los de cuerda y de viento.
Comenzamos a escuchar la música cuando nos preparamos para ir a la cama; luego nos acostamos, sin movernos demasiado y respirando profundamente intentamos relajarnos mientras la música sigue sonando.
Para combatir el estrés: Si sufrimos de estrés debemos hacer que nuestra atención se dirija a otro punto y así poder eliminar nuestras preocupaciones diarias, para ello utilizaremos una música dominante.
La música que debemos elegir es una música que con su ritmo o melodía domine a nuestra mente y a nuestro cuerpo.
Empezaremos escuchando música lenta, pero si ésta le deja espacio a la mente para volver a pensar en los problemas cotidianos la debemos cambiar inmediatamente y así elegiremos música básicamente rítmica, como cumbia, reagge, música tecno, rock, etc.
Para combatir el dolor: En la práctica médica, la música forma parte de un método muy importante para el bienestar del paciente. Está comprobado que aquellas personas que escuchen su música preferida durante una cirugía no utilizan tantos analgésicos o sedantes como aquellos que no lo hacen. Esto demuestra que podemos utilizar la música para calmar o atenuar cualquier dolor físico que nos agobie.
La música más apropiada es la relajante denominada ambiental o tipo new-age.
Para que esta práctica nos dé los mejores resultados, es necesario que nos acostemos o nos sentemos en un lugar muy cómodo, y para alcanzar el bienestar deseado debemos tomarnos cinco minutos para concentrarnos en ella.
Para combatir la tristeza: Para fortalecer esta terapia debemos poner en práctica diversos ejercicios rápidos al compás de la música; en cada lapso musical cambiaremos de ejercicio, y cuando termine la música deberemos descansar, quedándonos en reposo durante un tiempo determinado.
Los dos objetivos básicos de esta terapia son, por una parte realizar ejercicios físicos, lo que nos ayudará a terminar con la tensión almacenada en nuestro cuerpo y a mejorar nuestro estado de ánimo; y por otro, utilizando el movimiento al son de la música nos permite manifestar nuestros sentimientos y emociones, que nos ayudarán a liberar lo que sentimos y soltar todos los complejos que tenemos guardados en nuestro inconciente.
Para finalizar, en el tercer y último artículo daré los efectos y una lista de obras clásicas con sus virtudes terapéuticas.