Para gente que dispone de poco tiempo
Padre nuestro que, hasta para ir al servicio, tienes que consultarlo con la agenda.
Tu nombre es reclamado día y noche, y tu móvil… ¡Ay tu móvil! Al menos, haz el favor de poner el silenciador.
Venga a nosotros tu reino, sí, por Dios, concédenos un paréntesis, o mejor, conviértete tú en el paréntesis que nos dé un respiro en esta complicada y continua operación que es nuestra vida.
Hágase tu voluntad, la voluntad de un Dios que, a pesar de lo mucho que tiene que hacer, siempre saca tiempo para nosotros.
Danos hoy el pan, tu pan, el pan que nos permita sentarnos en la mesa y partirlo y compartirlo contigo, sin tener que recurrir a la comida rápida, donde no hay sobremesa, ni sonrisas, ni chistes, ni afectos… Por no haber, no hay ni tiempo para la tan añorada partida de cartas.
Perdona nuestros pecados, y es que a menudo colgamos en nuestro corazón el cartelito: “No tengo tiempo, vuelva usted otro día.” Solamente así comprenderemos y perdonaremos a los que nos responden con la misma moneda.
No nos dejes caer en la tentación de querer llegar a la meta sin apenas haber partido, de ir tan acelerados por la vida que dejemos en tierra a tantos hermanos nuestros que están haciendo autostop, porque están perdidos y nos necesitan.
Y líbranos del mal del “no tengo tiempo,” “si tuviera tiempo,” “tal vez otro día con más tiempo…”; pues la clave de la felicidad reside en desterrar de nuestras vidas el “no tengo tiempo.” Siempre hay tiempo para amar, para perdonar, para sonreír, para disfrutar, para ser feliz.
Amén. Y es que si has leído o escuchado esta oración sin mirar el reloj o sin estar pensando en lo que tienes que hacer inmediatamente a continuación… ¡Felicidades! Estás en el buen camino…
(Del Libro “QUERIDO PADRE. 60 Padrenuestros adaptados”. Ed.CCS. Publicado por José María Escudero.)