Yo, María de Nazaret, en pleno uso de mis facultades y ante el Notario del Reino, te dejo, hijo mío, como heredero y beneficiario absoluto de todos mis bienes. A saber:
- Horas, minutos, segundos… Todo el tiempo que necesites. Tan sólo tienes que llamarme; lo dejo todo y acudo en tu ayuda.
- Achuchón: Porque sé que te cuesta dar el primer paso, porque ya te has caído demasiadas veces… ¡No te preocupes! Inténtalo de nuevo; yo caminaré a tu lado y te ayudaré a levantarte.
- Caricias: De una madre que te quiere con locura, de una madre a la que la sobra regazo y corazón para arroparte en tus momentos más difíciles.
- Equipo. Hace años que siento los colores de tu vida como la que más. Si quieres, podemos afrontar el partido de cada día juntos.
- Dios. Hace más de dos mil años, El me eligió para llevar a cabo su plan de salvación. ¡Hoy, te ha escogido a ti para colaborar conmigo!
- Luz…en tus noches oscuras. Yo también pasé por ello y sé que juntos, con la mecha de la fe encendida, llegaremos al final del túnel.
- Oración. Un minuto, dos, cinco…, todos los días habla con Dios. No te preocupes: El te escucha, de eso me encargo yo.
- Querido. El primero de los tres títulos, expedido por tu madre, el que siempre debes portar a la altura del corazón, pues te abrirá las puertas de la felicidad.
- Único. El segundo de los títulos, por el que pasas a ser una persona especial, mi predilecto… Vamos, para que me entiendas: “mi hijo enchufado.”
- Elegido. Este tercer título te capacita para cumplir una misión: hacer de los hijos de Dios, dispersos por el mundo, una única y gran familia, en la que ninguno de tus hermanos quede excluido.
- Evangelio. Cada día, Dios te escribe una carta y yo hago de cartera. No me hagas poner la dichosa crucecita en paradero desconocido. Abre cada día el buzón de tu corazón.
- Lágrimas. A veces es bueno llorar hasta que no quede ni una lágrima, pues entonces podrás volver a sonreír. Cuando no puedas evitar el dolor, acéptalo y compártelo conmigo. ¡Te será más llevadero!
- Oportunidades. Las que quieras, las que desees, la que necesites. Eres mi hijo más querido y para ti mis puertas y mi corazón permanecerán siempre abiertas.
- Santoral. En el que, en letras rojas y bien grande, apareces tú, pues debes saber que con cada hijo que nace, yo me imagino a un santo… Espero que no me falles.
- Detalles. Y es que Dios es un padre que ama como una madre. Una sonrisa, una palabra amable, un saludo, una mirada cariñosa.., pueden cambiar el inundo. ¡Haz la prueba!
- Invitación. A vivir la fiesta de cada día con entusiasmo, con alegría, con fe. Tú, simplemente, presenta cada día las tinajas, con toda tu vida dentro, al Señor. El, no te quepa ninguna duda, obrará el milagro.
- GPS. Para que llegues a mis hijos más débiles, a tus hermanos más necesitados. Su funcionamiento es sencillísimo. Cuatro pasos: Haz silencio, mira a tu alrededor, escucha sus gritos y acude en su ayuda.
- Abrazos. Mi especialidad. Sé de sobra que eres un ángel y que a veces una de tus alas falla. Pero si volamos abrazados, podremos avanzar.
Debiendo prevalecer estas disposiciones, que son la expresión de mi voluntad, y no teniendo más que disponer, este testamento entrará en vigor en el mismo momento en que alguno de mis hijos lo firme…