Es un tema a debate en todas las sociedades modernas. ¿Qué papel pueden jugar las religiones en una sociedad que cada vez es más pluralista?
Las naciones hoy están conformadas por personas que tienen distintas creencias, variados códigos morales, distintas formas de interpretar la vida… Tenemos gente que cree y gente que no cree. Grupos que se inspiran en diversas tradiciones: judíos, cristianos, budistas, hindúes… Personas que se inspiran en su propia razón y de aquí extraen su ética y su forma de comportarse en la sociedad.
Lo que voy a afirmar es una propuesta, una opinión. Desde el principio tengo que declarar mi fe en la persona de Jesús y haber nacido y crecido en una sociedad cristiana.
1. Es muy difícil para los gobernantes legislar para un conjunto tan variopinto.
Incluso en el mismo cristianismo hay una variedad muy grande. Los gobernantes, a pesar de la variedad de los ciudadanos, deben tener en cuenta a las personas que les han dado el voto.
No es lo mismo legislar para una mayoría cristiana que para una mayoría musulmana. No es lo mismo promulgar leyes en una sociedad hindú que en una sociedad que no sigue ninguna religión.
Sin duda, los gobernantes son los que dirigen a los pueblos y los que promulgan las leyes que todos deben acatar. Lo contrario sería una anarquía. Acatar no significa estar de acuerdo. Todo gobierno tiene que estar abierto a la crítica.
2. No estamos en tiempos de cristiandad en los que la sociedad estaba configurada según el cristiano. Querer modelar la sociedad según la moral cristiana o católica ya no tiene sentido. La razón es muy simple: no todos son cristianos o católicos. Hay que respetar y tolerar todos los credos y las otras formas de concebir la vida.
3. La religión no es opio del pueblo, sino una fuente de sentido y solidaridad con todos, especialmente con los más desheredados de la tierra. Concebir la religión como una rémora al progreso y a la libertad es una concepción trasnochada y pasada de moda. Es situarnos en el siglo XIX.
4. Todos tenemos cabida en nuestra sociedad: creyentes y no creyentes. Todos en plano de igualdad, no hay buenos y malos. Todos somos hijos de una misma tierra y todos hemos de procurar el bien común.
5. Necesitamos un acercamiento, conocernos más y mejor. Conocer los logros y cosas positivas de todos los grupos: religiosos y no creyentes. Conocer los valores de las religiones y las asociaciones laicas que buscan un mundo más habitable. ¡Cuántos prejuicios caerían por tierra! Nadie es mejor. Cada uno sigue su conciencia y tiene una forma de vida respetable. Un diálogo amistoso, sin ánimo de conquistar a nadie y atraerlo a nuestra parcela se hace cada día más urgente.
6. Todo grupo humano tiene el derecho a profundizar en su propia identidad, beber de sus propias fuentes. Es más, toda persona y grupo tiene el derecho fundamental a expresar su opinión y manifestarla abiertamente y públicamente. Es un derecho fundamental. Una sociedad democrática tiene que evitar el desprecio. Incluso las minorías merecen ser escuchadas y tenidas en cuenta.
7. Hay que evitar las descalificaciones, burlas y palabras hirientes para cualquier grupo religioso, muy especialmente en los medios de comunicación que son del Estado y por lo tanto subvencionados con dinero que pertenece a todos los ciudadanos. Es de mal gusto una cadena de televisión que profiera palabras que hieren los sentimientos de un grupo religioso. Todo el mundo se debe expresar, pero al mismo tiempo todo ciudadano tiene el derecho a ser respetado. Los signos, las expresiones y las distintas creencias configuran la vida y las convicciones más íntimas y deben ser respetadas aunque no se compartan.
8. Han pasado los tiempos de guerras y luchas religiosas. Hoy se impone el diálogo, el respeto y la tolerancia. Es el único camino para vivir en paz y crear una sociedad habitable. Hoy hay que promover la colaboración entre todos los ciudadanos sea cual sea el credo, la raza, el color de la piel y el sentido político.