Hoy nos avergonzamos del trato y menosprecio que se les ha dado a los indígenas considerándolos como hombres que no tienen alma.
En el momento actual nos sonroja el trato y vejación que han sufrido los negros.
El mundo ha superado –no del todo- la discriminación por parte de la raza y del color de la piel. El exterminio de los judíos por parte de Hitler nos hace renegar de la naturaleza humana. Que millones de personas fueran eliminadas por la locura, insensatez y complejo de superioridad de una raza, no tiene nombre.
Dentro de unos años –no sé cuantos, pero no serán muchos- nos avergonzaremos del trato que hemos dado a los no-nacidos. Como si fueran un trozo de carne que podíamos tirar al basurero.
Ciertamente que hay que cuidar la naturaleza. Hay que respetar los nidos de los pájaros, embellecen nuestro hábitat con sus trinos, además de otros beneficios que nos prestan. Hay que estar atentos a las especies que están en extinción.
Hemos de dar gracias a todos aquellos y aquellas que se esfuerzan para que tomemos conciencia de la gran riqueza de la madre naturaleza.
Hay que respetar, cuidar y mimar el vientre de una mujer que está gestando una vida humana. ¿Puede haber en el mundo algo más valioso que un nasciturus?
Ni los lirios del campo, ni las aves del cielo se pueden comparar con el ser que se va creciendo poco a poco hasta el día que despierta a la luz.
Según la Biblia el hombre y la mujer son la cumbre de la creación. Nada se les puede comparar.
Más de una vez he podido bendecir la barriga de una mamá que espera un bebé. La primera vez fue en un hospital, una enfermera de color, me pidió que le bendijera a un niño que esperaba.
Es curioso el oír las narraciones de la familia en este periodo del embarazo, hoy que con los adelantos técnicos seguimos los pasos y la evolución del feto.
Pero ya no es feto porque el feto es algo impersonal. Desde las primeras semanas del embarazo, ya la gente ha pensado en el nombre.
La familia observa los cambios de posición, los movimientos, el sexo, incluso algunas embarazadas dicen que sienten pequeñas patadas… todas estas cosas están relacionadas con una persona concreta, un bebé que se espera, alguien nuevo en la familia.
Me cuentan que en más de una ocasión cuando una mujer con deseos de abortar y antes le han puesto un vídeo en el que informan de la realidad del aborto, la mujer se ha arrepentido. No me extraña.
Como sacerdote, más de una vez se me ha acercado una persona que ha abortado. He quedado impresionado. Algún caso fue en un estado muy avanzado, siete meses.
El trauma que crea en la mujer es impresionante y también en el hombre que ha ayudado para que su pareja se deshiciera del feto.
Una herida, que después de muchos años, todavía sienten que no se ha cicatrizado. Es que la naturaleza nunca perdona.