Introducción a La Semana Santa:
“Henos aquí metidos donde yo deseaba… uno de los tiempos en que mi ánima está consolada y en que mayores mercedes espera recibir de Dios, es esta semana antes de Pascua, llamada por nombre Semana Santa.
Por reverencia de Dios que me hagáis esta merced, y a Dios este servicio, y a vuestra ánima tan gran bien, que si en otro tiempo habéis sido los que no debíais, esta semana sirváis a Dios muy de veras; y yo os doy palabra de parte de Dios, en cuyo lugar estoy, aunque indigno, que El os pague el servicio que le hiciereis.
Quien de esta semana tiene parte, tiene parte en todas las otras fiestas del año; quien de esta semana no tiene parte, no tiene parte en su nacimiento, ni en su ayuno, ni en su oración, ni en sus azotes, ni en su muerte, ni en su resurrección, ni en su ascensión; no tiene parte en cuanto ha hecho y hará, si no tiene parte en esta semana”.
1.- La Eucaristía es “Retablo de la vida de Jesucristo”
Si preguntáis qué hace Dios en este tan profundo misterio, que entre manos tenemos, del santísimo Sacramento, responderos ha David: Hizo una memoria de todas sus maravillas. ¿No hacen acá los hombres memoria de sus hazañas? Pues así Dios ha hecho una memoria de todas sus grandezas y maravillas.
Quisiera yo veros a todos comulgados y confesados, y en gracia, para que se os pegara bien a las entrañas lo que se ha de decir; pero creo que no habéis hecho lo que os he rogado. Decíd: ¿Habéis comulgado y confesado cuantos estáis aquí en esta fiesta santísima? ¿No? Dicen que no. Pues aun Aristóteles dijo que no basta la vista del médico para sanar, si no haces lo que te dice. Ya os he dicho que no basta mirar y que no ha de engordar vuestra ánima ni se puede hartar con sólo el ver, si no come. Habíais de estar ahora en gracia.
2.-La sangre de Cristo es bálsamo fino:
“Mira la sangre de Cristo, recíbela en tu alma; que bálsamo es. Para probar el bálsamo fino, échanlo en la palma de la mano, y si la pasa calentándose por encima, es fino.
La sangre de Cristo échala y métela en tu alma; que yo sé cierto que pasará tu alma, y de indevota la hará devota, y de tibia la hará ardiente en el amor de Dios, y de dura la hará blanda y amorosa.
Échala en tu alma; que no hay bálsamo que tanto pase. Si no, dime: cuando te paras a pensar en la pasión de Cristo, ¿no sientes que te pega nuevo amor y nueva devoción? ¿No se te ablanda el ánima? ¿No recibes fuerza? ¿No pides perdón de tus pecados? ¿No derramas lágrimas? Oh lágrimas sabrosas las que se derraman por la pasión de Cristo, que hacen derretir en amor suyo!”
3.- La Eucaristía es la mesa del amor y reconciliación:
“¿Qué es comulgar? El Santísimo Sacramento es manjar para flacos, manjar de desmayados, de tristes, llorosos, desconsolados, manjar de pobres. En recibiéndole, di: “Comulgado he; he sido participante de lo que ganó la sangre de mi Señor Jesucristo; mío es ya, con haber comulgado, lo que El mereció; parte tengo en la herencia que me ganó; participado he de sus merecimientos”.
– Padre, ¿qué es comulgar?
Si tuviese el rey una mesa, como en tiempo de los romanos, que tenían una mesa donde se juntaban a comer de tanto a tanto tiempo. Los que unos a otros se habían injuriado, los que habían reñido sentábanse todos a aquella mesa, y, en asentándose, no había más enojo ni más enemistad entre aquéllos; llamaban la mesa de la amistad, la mesa de la paz.
Nuestra mesa es ésta, hermanos; mesa de paz entre Dios y los hombres, mesa de concordia, mesa de caridad, mesa de comunión, de pobres y ricos…”
(Tomo III- Sermones- pag 626)
Viernes Santo
1.- “¡Desventurada del ánima que es tan desdichada, que la pasión de Jesucristo no le da consuelo!…
¡Oh ciego y mezquino de ti! ¿Qué andas a buscar? ¿En qué entiendes? ¿En qué pasas tu vida? Si en la pasión de Jesucristo no hallas remedio, ¿dónde le piensas hallar? Si Dios no te sabe bien, ¿qué buscas que bien te sepa? Todos cuantos se quisieron aprovechar del tesoro de la pasión de Jesucristo hallaron remedio, hallaron consuelo y alegría. Todo hombre atribulado que estuviese sin consuelo, que tuviere alguna tribulación, por grande que sea, piense en este tesoro, mírese en este espejo, acuérdese y tenga memoria de la pasión de Jesucristo, y luego se sentirá aliviado de todo lo que le daba pena.”
2.- Matrimonio de Cristo con su Iglesia:
¡Pasó Cristo tanto por su grande amor! Ya sabéis que es ciego el amor. No cabe en Cristo ceguedad, pero quiso disimular nuestras faltas, hizo como que no las veía; tales cuales son los quiero. Y aquel Verbo salió del Padre Eterno y en el vientre de su bendita madre se desposó con nuestra naturaleza. Allí tomó nuestra naturaleza por esposa, y al segundo desposorio desde que nació luego lo tornó a tratar.
Trabajó Jacob por su esposa catorce años, Cristo por la suya treinta y tres; padeció treinta y tres años para casarse con nosotros, y en la cruz se consumó el matrimonio; allí dijo: consumatum est (Jn 19,30); en aquel punto se consumó el de Cristo y de nosotros…
3.- La Cruz Árbol de la vida:
“Éste es el árbol de la vida, puesto en medio de la Iglesia para quien comiere de él viva para siempre…
¡Qué hermosos frutos que son las gracias, mercedes y gloria que da! ¡Qué frescas y saludables hojas, que son las palabras que nos predicó, tan poderosas para dar salud, cuanto lo probará quien de ellas se quisiere aprovechar!
¿Estás enfermo de ira o de soberbia? Reposa debajo de una sombra de este árbol, El que dijo: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt 11,29). Mira la frescura de esta sombra…
Si tenéis frío por falta de caridad con vuestros prójimos, comed de este árbol divino, y seréis sanos; la cual hoja es: Amaos como yo os amé (Jn 15,12).Si conociereis vuestras enfermedades y entre las hojas de sus palabras buscareis las recetas convenientes, si las quisiereis poner en obra con su gracia, cierto, experimentaréis que las hojas de este árbol de vida dan salud a las gentes”.
(Tomo III- Sermones pag. 597-80)
El gran fruto de la pasión de Cristo es el envío del Espíritu Santo a la Iglesia y a las almas:
“Jesús, puesto en pie, gritó:… el que cree en mí, como dice la escritura: De su seno correrán ríos de agua viva”. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no había sido glorificado” (Jn. 7,37-39).
San Juan de Ávila dice: “Esta es Semana Santa: Adviento del Espíritu Santo” (Tomo III pag. 323)
El Espíritu Santo hace que el corazón no esté pegado a las riquezas y viva la paciencia- la paz
¿De dónde nació que los creyentes, al principio de la Iglesia, no podían sufrir hacienda, ni posesiones, ni dineros, ni nada de lo que ganado tenían?
Vendían cuanto tenían, tomaban los dineros y daban con ellos a los pies de los apóstoles (cf Hch 4,34): “Tomad ese estiércol”.
El grande amor que tenían en sus corazones y entrañas a Jesucristo y a su santa pobreza, les hacía menospreciar todo lo visible.
-Quién les pagó este amor?- Quién?- El Espíritu Santo, que abundosamente había venido a sus corazones.
-¿Quién trocó la condición a fulano? ¿Quién le dio tanta paciencia? Que solía ser muy airado, no había quien se pudiese valer con él; ahora es un San Jerónimo, tiene un corazón de un ángel, a todo calla, todo lo sufre y disimula.
– El Espíritu Santo es el que hace todas estas cosas y más, que el ánima donde mora, la fuerza y consuela, y hácele innumerables bienes y misericordias.
Todo viene de arriba; de allá desciende; no hay acá en la tierra poder que tal pueda hacer; no hay quien vuelva los corazones.
Por fuerte que sea tu carne para mal, más fuerte es el Espíritu Santo para el bien; por sano que estés, te hace enfermo; por florido que estés, te marchita; y por bravo que seas, te amansa; y por alto que seas, te derriba, y mata en ti y destierra todo lo que hay fuera y en contrario a Dios; y cría, aumenta y resucita todo aquello que agrada a Dios.