San Juan Bautista de la ConcepciónComo anuncié en el artículo anterior continúo con el estudio del Tratado del Recogimiento Interior (R.I). En el estilo de vuestro paisano, S. Juan Bautista, entre otras muchas cosas en las que podemos fijarnos, están las comparaciones y las trilogías.  A través de las comparaciones  nuestro Santo intenta que podamos comprender las cosas más íntimas y misteriosas de la vida mística o de unión con Dios.  Mediante las trilogías, suele remachar su idea y dejarla clara aportando tres o más sinónimos  para que  la idea quede clara. Con respecto a las  comparaciones he aquí algunas,  con las que intenta introducirnos en la vida de unión con Dios.

1.- Comparación de dos ríos: Guadiana y Tajo.

Es conocido el estilo comparativo y ejemplar de S. Juan Bautista. Ejemplos que él acomoda muchas veces,  como si dijéramos, arrimando el ascua a su sardina.

Así para llegar a esta unión transformante del alma con Dios nos pone la comparación  del curso de los ríos Guadiana y Tajo.

El Guadiana discurre tranquilo y sereno  por la llanura. Para llegar a Dios algunas “almas hay a quienes son necesarias las criaturas, su olor, color y sabor, para que las despierten, enseñen y lleven donde está Dios, porque querer alcanzar esta unión por camino extraordinario, que sólo se concede a quien Dios por sola su bondad es dado concederlo, es cansarse y molerse en vano”. (“Mil gracias derramando, pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con sola su figura,  vestidos los dejó de su hermosura”  S. Juan de la Cruz.)

No todos deben ir por el mismo camino. Y los padres espirituales, deben tener muy en cuenta esto. “De suerte  que el río Guadiana no tiene que quejarse  porque va por tierra llana  y porque sus aguas no son tan sabrosas respecto del sabor que toman de las llanuras por donde pasa, ni de qué gloriarse el Tajo porque va haciendo ruido con sus vertientes, adelgazando sus aguas por los quebrados y criando buenos peces  en los cóncavos de las peñas y cuevas que tiene, que eso no lo escogió él, Dios se lo dio; y al cabo al cabo, llegados todos a la mar, lo propio es Guadiana, que fue con más tardanza y llevó más espacio y tuvo más amarguras, que Tajo, que fue presto y con más descanso” (I, 543).

Y en el párrafo 1º explica: “Todos los que tratan de oración y contemplación todo lo que pretenden es unirse con Dios, entrar en aquel abismo y piélago infinito de su bondad” I, 543. (Nuestras vidas son los ríos que van a da a la mar, que es morir” J. Manrique.)

¡Qué distinto  el concepto de S. Juan Bautista! Para él hay almas que llegan a Dios por la llanura, en contacto con las cosas que les causan mil  amarguras y dificultades, como el Guadiana llegan lentos al mar. Otros van rápidos a grandes saltos. Desasidos de todo. Como el Tajo. Y también llegan al mar. Pero ese mar no es la muerte como para J. Manrique, sino Dios, “y ahí llegados, todos somos una misma cosa con Dios, como los ríos son todos mar, una vez llegados allá” (I, 544).

Una vez llegados al mar (Dios) no importa el camino: “porque allí  Guadiana, no es Guadiana, sino mar, así como Tajo, no es Tajo, sino también mar”.( I 544). Es decir, el alma se transforma en Dios, que es el supremo  recogimiento interior.

No quiero caer en la tentación de decirlo todo. Muchos  nos han hablado y otros nos hablarán; pero quiero todavía escudriñar en otras tres imágenes o ejemplos:

2.-El Templo de Jerusalén.

“En comparación con el templo de Jerusalén, también en el hombre considero hay tres partes. La primera es como un zaguán o parte anterior, y esta es el cuerpo y los sentidos, aposento donde se aposentan estas cosas exteriores y materiales.  Otro aposento hay más dentro, que es digamos el cuerpo del alma, en la forma que así se puede decir, que son las potencias, memoria, entendimiento y voluntad; también ahí entra cualquier género de gente, ocupándose el entendimiento en conocer variedad de cosas, etc. Pero hay otro aposento más retirado, que es el fondo del alma, lo secreto, un apartado  que sólo Dios lo sabe, que eso está reservado para esa íntima junta y unión por gracia, no obstante que en ella también quedan nuestras potencias de veras entregadas y dadas a este gran Señor; son los brazos del alma el entendimiento y la voluntad con que abraza, coge, liga y ata a su buen esposo, no se le salga”. (I, 764).

Aquí me interesa resaltar ese “fondo del alma”, donde se verifica la perfecta unión entre Dios y el alma. El más profundo recogimiento del cual S. Juan Bautista sigue hablando, explicando y aclarando con otros muchos ejemplos. Y hay algún párrafo en que dice: para aclarar esto no tengo ningún ejemplo que traer a colación…

El fondo del alma, el hondón, lo más profundo y recóndito de la persona es donde tiene lugar la unión perfecta con Dios, donde tiene lugar el trueque, el alma es Dios y Dios es el alma y dice el Manchego que esto no tiene explicación, pero sí percepción y realidad. Es, aunque no sabe explicarlo.

San Juan Bautista de la Concepción3.-El alma como casa, aposento y cueva. I. 683.

A los  “animales que en sí tienen poca defensa, Dios los dota  de ligero vuelo y pies veloces para poder defenderse de sus enemigos.

Al ver nuestra flaqueza Dios puso en nosotros mismos casa, aposento y cueva, donde sin correr, huir ni volar mucho, podemos quedar bien guardados y defendidos de quien nos persiguiere. Esta cueva y escondrijo está dentro de nuestra propia alma… donde el mundo, demonio y carne no pueden entrar; y la vez que nos cogen estos enemigos, es porque nos hallan  fuera de este recogimiento y nosotros nos entregamos y ponemos en sus manos”. (I, 683).

Y recurre para defender su tesis a Mat. 6, donde Jesús nos recomienda entrar en nuestro aposento y cerrar las puertas y allí orar al Padre.

Entre las muchas cosas que a mí me interesa resaltar del pensamiento del Santo Trinitario de Almodóvar es que para él el R.I. no es inanición, ni olvido, ni aislamiento  inútil, sino que se trata de una íntima comunicación con Dios hasta llegar a una comunión de vida total, en la que el alma es asumida por Dios y Dios es el preciado bien del alma. Es comunión, es vida, es entrega mutua. Es un don mutuo, recíproco y total.

4.- La niña de los ojos.

Entre la muchas comparaciones, de las cuales hace gala el incomparable Manchego y que podríamos traer a colación  acerca del R.I. y unión con Dios, de un modo especial me gusta la comparación de cómo Dios guarda al justo como a la niña de los ojos.

Dice así:

“El rostro de Dios es el Hijo y lo más escondido de este rostro  son los ojos.  Bien se ve, pues Dios los tiene guardados con tantas puertas y antepuertas como tienen, sirviendo las cejas como de montes o murallas que están encima guardando, y las pestañas como cerco de alabardas que defienden, y los párpagos como puentes levadizos que se echan en cualquier peligro.

Y después de todo esto están metidos en los vacíos y güecos del güeso como debajo de dos peñascos. Y después de todas estas guardas que los ojos tienen lo más escondido de ellos es la niñeta del ojo, que llamamos, que es como la señora que gobierna la casa….

Pues ahí es donde Dios guarda a los justos de estos trabajos y peligros exteriores de las malas lenguas”. (III, 1133).

Este texto corresponde al tratado  del Alma del Justo como Martirio. Pero indica también la guarda e íntima relación de Dios con el alma del justo, que no dudo se puede aplicar al R.I. y a la comunión de Dios y el alma del justo.

Continuará…