Muchas veces nos quejamos de las críticas que recibe la Iglesia Católica por parte de grupos, instituciones o personas, pero, no nos damos cuenta de que muchas veces, esas críticas, vienen a confirmar lo que nosotros, católicos, manifestamos con nuestras palabras, actitudes y comportamientos.
Dichos comportamientos o actitudes, unas veces vienen dados por la ignorancia, falta de formación.
Una de las principales críticas a la Iglesia, aparte de las ya consabidas, es la forma en la que oramos. La crítica es terrible cuando se refieren al rezo del Santo Rosario. Crítica que como he dicho antes, muchas veces viene propiciada por nuestros comentarios y a veces hasta burlas. Si efectivamente no sabemos rezar el rosario, si no le prestamos la atención necesaria, si es una forma de oración que ha quedado reducida a un grupo determinado de personas, si no somos conscientes de lo que decimos y meditamos en el rezo del Santo Rosario, pienso, que al igual que se están realizando cursos, charlas, ponencias, conferencias, destinadas a reavivar determinados aspectos de la Iglesia, que han quedado un poco “atrasados”, lo mismo debe hacerse con el Santo Rosario.
Estimo que no es una oración que quede reducida a personas de avanzada de edad, porque yo he visto, a jóvenes, rezarlo con un entusiasmo increíble y, más aún, a los sacerdotes animándolos y ayudándoles a darle nueva vida, nueva savia. Al igual creo que no es una oración pasada de moda y menos aún, cuando, a través del mismo, se está alabando a la Virgen María y en general a la mujer, tan necesitada de protección en estos momentos de la historia.
El Santo Rosario, es una oración de meditación acerca de la vida de Jesús y de los grandes misterios de la salvación, que requiere, esfuerzo, constancia, voluntad y orden, justo lo contrario de lo que la sociedad nos ofrece.
Os puedo decir que he visto en Ciudad Real, que es donde vivo, a gente joven, de unos dieciocho o veinte años, ir por la calle un día cualquiera y llevar en la mano un rosario de dedo y mover los labios. Me imagino que lo estarían rezando.
Necesitamos a Jesús de Nazaret, y la gente joven más aún, y necesitamos, sobre todo, a personas que nos enseñen que nuestras oraciones nos acercan a Dios, nos dan fortaleza para nuestra vida, y coraje para defender nuestra condición de católicos. No podemos quejarnos de lo que le ocurre a la Iglesia, si nosotros, los católicos, la vamos criticando. Por mucho que digan que la crítica es constructiva, al fin y al cabo, crítica es. No nos corresponde segar sino sembrar
A mi me cuesta todavía el rezarlo con el entusiasmo que supone el acercarse a Jesús a través de su Madre. El día que no lo puedo hacer, lo que sí rezo es la letanía a la Virgen María y, os puedo decir, que a partir de ese momento, mi alma cambia un poquito.