Ven a cubrir desnudez
y a llenar nuestro vacío.
Ven a encender las tinieblas
y a calentar nuestro frío.
Ven a limpiar basureros
y sanear nuestros vicios,
a quitar malos olores
y perfumar nuestro espíritu.
Ven a planchar las arrugas
y adornar nuestros vestidos,
fortalecer nuestras almas,
levantar brazos caídos.
Ven a sembrar la concordia
y anudar separatismos,
a destruir nuestros muros,
tender puentes sobre el río,
sembrar flores donde hay minas,
desactivar explosivos.
Y ven:
a doblegar nuestras torres
y a enseñarnos a ser niños;
a enamorar corazones
y enterrar los egoísmos;
a llenarnos de tus dones
y hacernos de Dios los hijos.
Aliéntanos tu libertad,
aliéntanos tu santo oxígeno,
no queremos ser esclavos,
todos príncipes divinos.