En estos últimos años he escrito varios artículos sobre personas concretas: Tarancón, Arrupe, Monseñor Romero, la Madre Teresa de Calcuta,. . .
Hoy voy a presentar a Lolo. La verdad es que necesitamos ver encarnado el Evangelio en personas concretas, en un tiempo una geografía determinada.
Los testigos del Evangelio son suscitados por el Espíritu en todas las épocas, también en la nuestra, y en todas las partes del mundo.
Se llamaba Manuel Lozano Garrido. Nacido en Linares (Jaén) el 9 de agosto de 1920.
Hizo sus primeros estudios en los Escolapios (Linares).Durante la persecución religiosa (1936- 1939) reparte la Eucaristía en la prisión. Por este motivo ingresa en la cárcel. Allí pudo estar toda la noche en adoración porque su hermana le pasó el Santísimo escondido en un ramo de flores.
Participa en la Guerra Civil, fue destinado al frente republicano en la centralita de comunicaciones telegráficas.
Entre 1939 y 1942 es un miembro de Acción Católica muy activo. En este tiempo cursa Magisterio y trabaja en un comercio de Linares.
En 1943 comienza su invalidez, estará en una silla de ruedas hasta su muerte, cuando tenía 51 anos. Escribió nueve libros y multitud de artículos.
El 4 de octubre de 1962 pierde la vista, pero continúa como testigo del Evangelio dentro de sus posibilidades. En 1971,
el 3 de noviembre, fallece en Linares.
Ha sido beatificado el 12 de junio del 2010. La misa en la que se proclama su santidad fue celebrada en su pueblo natal, Linares.
El sacerdote Rafael Higueras, postulador de la causa, ha tenido que leer muchas declaraciones de las personas que han
conocido a Lolo. Conoce muchas anécdotas y ha tenido que asomarse a sus escritos.
Pues bien, este sacerdote nos manifiesta que lo más característico de la vida del nuevo beato era la "continua y contagiosa alegría". Y cita una frase de Lolo: "Lo que caracteriza a un cristiano es la alegría, no la paciencia, la resignación, o incluso la bondad, porque quien lleva una penalidad sin gozo, no ha entrado plenamente en el misterio de la Cruz, y quien practica la mansedumbre con cara de funeral, intenta la cuadratura del círculo".
Hay algo más, Lolo es un poema a la vida. ¿Por qué digo esto?
Un hombre con la sonrisa en los labios, viviendo en una silla de ruedas veintiocho años y los últimos nueve también ciego.
Toda esta realidad reciclada desde la fe, la Eucaristía y la oración, da un resultado que es el atractivo de la existencia de este andaluz para los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Lolo nos demuestra cómo la religión, Dios, la fe… nos pueden proporcionar una mayor calidad de vida; cómo creer en Jesús ilumina hasta los rincones más secretos del corazón. Dios
da sentido a la vida y la llena de belleza. No creer es encerrarse en las tinieblas que nos persiguen cada día y nos producen angustia y pesimismo.
A Lolo se le cerraron las puertas del futuro por su parálisis y ceguera.
Era un candidato a la amargura, a la soledad, al aislamiento y a la marginación.
Pero no, él bebía de una fuente que apagaba su sed de infinito: Jesucristo, la Eucaristía, la Virgen.
La experiencia de cercanía del Señor en su vida y su propia historia, le abrió las puertas del futuro, un futuro lleno de sonrisa, sentido y solidaridad para con todos.
En la homilía de la beatificación de Manuel Lozano Garrido(Lolo), que fue en Linares el 12 de junio del 2010 se dijeron estas palabras:
"Es un acontecimiento de gran importancia pastoral para la diócesis de Jaén y un gran honor para la Iglesia española, que
añade un nuevo Beato a su ya rica galería de santidad. Lolo vivió la mayor parte de su vida en una silla de ruedas. E1 fue golpeado, como Job, por enfermedades que anulan, como la parálisis y la ceguera. Y como Job repetía con fe:
"Yo sé que mi redentor vive"(Job 19,25).
Animado por esta esperanza, transformo su Calvario de sufrimiento en un Tabor de gloria junto al Señor".