José-Manuel Seijas Costa con su familiaJesús instituyó en La Iglesia diversos ministerios,
ordenados al bien de todo su cuerpo. Entre estos ministerios
se establece ya desde tiempos de los apóstoles, el Diaconado

 
Miguel Ruiz y Luisa Fernanda Fernández, nos reciben en su casa de la calle Real una calurosa tarde de agosto junto a su hija María-Luz y yerno José-Manuel en espera del nacimiento del que será su tercer hijo. Aparecen como un torrente de fuerza y alegría las niñas de este joven matrimonio: Irene de ocho años y Lucía de cinco; extendiendo sus bracitos hacia nosotras y, llenándonos de besos, hacen de guía, mostrándonos y ofreciéndonos su hogar, que conserva la rancia solera de las casas con estilo y sobriedad, propias de Almodóvar del Campo.

En este clima, inmensamente familiar, comenzamos la entrevista.

P.- Para comenzar a conocerte, dinos en qué trabajas, cuál es tu profesión.

R.- Soy profesor. Profesor de historia, de religión y de ética. Y hasta el momento director del centro escolar en el que trabajo, en el cual he estado diez años; a partir de ahora  creo que podré dedicarme a otras responsabilidades. En el colegio de Santa María de Los Hermanos Maristas. En Collado- Villalba. Madrid.

Estoy muy a gusto dando clase, porque es lo que me gusta. Mi vocación docente la desarrollo fenomenal y además la comparto con mi mujer que es profesora de educación infantil.

P.-Cuéntanos de dónde eres.

R.- Mis padres, mi hermana y yo, somos de Madrid, del barrio de Chamberí. Allí vivía Mari-luz y allí vivimos nosotros ahora. Es el barrio en el que me crié y estudié. En el colegio de las Maristas. Recibí mi formación académica y también mi formación pastoral. Compartí, durante catorce años una comunidad cristiana.

Mari-luz y yo fuimos creciendo en nuestras respectivas vocaciones, nos casamos y tuvimos estas dos niñas fantásticas, ahora estamos esperando nuestro tercer hijo.

P.- Cómo participabais en vuestra labor Pastoral.

R.-Teníamos como labor pastoral la catequesis de confirmación y acompañamos comunidades cristianas de mayores. Colaborábamos en la liturgia, animándola con canciones, lecturas, preparación de preces; también preparábamos labores sociales: asilos, caritas. Con los niños haciendo apoyo de estudios, y también con niños de etnia gitana. Es en este ambiente donde nos conocimos Mari-Luz y yo.

P.- Has crecido paralelamente en tu naturaleza física y espiritual.

R.- Los domingos iba a misa con mi familia, de pequeño he ido a catequesis. He crecido en grupos, colaborando en la Iglesia, realizando tareas de acuerdo con mi edad: desde cambiar el agua a los jarrones a todo aquello en lo que podía ser útil. Desde que hice la primera comunión, siempre he estado en grupos. Ha sido un proceso.

Mi vocación como cristiano ha ido creciendo. Yo siempre digo que en las vocaciones como cristianos hay dos modelos: el modelo explosión: una persona alejada de la Iglesia y de repente una conversión con mucha fuerza; y otro, en el que me encuentro yo, que la vocación ha ido creciendo tranquilamente, junto a la persona.

P.- Vamos a hablar del Diaconado del que tenemos menos información y nos puede servir para comprender mejor la labor del Diacono. ¿Quién es?

R.- El diácono es un hombre al servicio de los hombres.

Los candidatos al Diaconado Permanente pueden ser:

Hombres casados, mayores de treinta y cinco años, con cinco años, al menos de matrimonio estable, que han dado testimonio cristiano en la educación de los hijos y la vida familiar.

Miembros pertenecientes a institutos  religiosos.

Miembros de institutos seculares, mayores de 25 años viviendo en celibato.

Deben poseer:

Madurez humana y cristiana, amor a la iglesia y espíritu de oración.

Capacidad para el diálogo, sentido moral y de responsabilidad.

Dispuestos a:

Continuar viviendo de su propio trabajo en la vida civil o religiosa e inserta en la vida común de la gente, siendo testigos cualificados de la vida cristiana.

Aceptar el Ministerio que le encomienda el Obispo o superior competente, en perfecta comunión con el mismo y con los presbíteros y en estrecha conexión con los seglares comprometidos en la Iglesia.

P.- ¿Puede ser hoy, Diácono una mujer?

R.- En la Iglesia Católica, no. El diaconado es un grado del sacramento del Orden Sacerdotal y por lo tanto el Sacramento del Orden solo se confiere a varones.

José-Manuel Seijas Costa (derecha) P.- Cómo te planteas o qué te motiva a dar este paso.

R.- El Diaconado es poco conocido en general. En Europa, exceptuando algunas diócesis del centro y en Italia, donde es muy conocido.

El diaconado en su carácter permanente, es poco conocido. Aquí en Ciudad-Real, es poco conocido porque no está instaurado. Hasta el momento en que el Obispo quiera instaurarlo.  Hay diócesis en las que está instaurado y otras en las que no.

Los primeros diáconos que yo conozco, curiosamente, son diáconos que no son españoles. Como consecuencia de mis contactos internacionales con los maristas,  me encuentro gente que colabora con ellos en otros países, que son franceses, son belgas, son holandeses… y ahí es donde conozco en profundidad qué es un diácono; en qué cosas colabora, cómo se desenvuelve,  su vida, y luego voy conociendo algunos españoles.

En América los diáconos son centenares, tanto en America del norte, como en America del sur. Chicago, por ejemplo es una de las diócesis del mundo que más diáconos permanentes, tiene.

P.-¿ Y en España?

R.- El diaconado en España desde el final del Concilio Vaticano II va creciendo lentamente. Algunas diócesis tienen mucha implantación, como Sevilla y Barcelona, en otras menos. En  Madrid somos veintitrés diáconos. Para una diócesis como Madrid que son cuatro millones de habitantes.

Sabemos que en los cinco continentes hay 12.541 diáconos  permanentes, de los cuales 107 son españoles- según estadística de la Conferencia Episcopal española de 1991.

El Diaconado  surge en la historia de la Iglesia como ayuda a los obispos, fundamentalmente para el ministerio de la caridad.

En el libro de los Hechos de los apóstoles: los apóstoles dicen que ellos no se pueden ocupar de todo, que tienen que ocuparse del servicio de la palabra y que necesitan algunos varones que sirvan las mesas, dice textualmente el texto.

La palabra griega “diákonos” significa servidor.

Quien quiere ser diácono, tiene que prepararse a servir a los demás, no lo son para valer más o para tener más poder o prestigio, sino para servir más.

P.- ¿Cómo se forma?

  • R.- Un  tiempo de discernimiento, en el que se reflexiona sobre el significado de su vocación diaconal.
  • Tres años de preparación teológica, pastoral, espiritual y comunitaria.
  • Un tiempo de inserción pastoral, recibiendo los ministerios laicales de lector y acólito.

P.- Qué puede hacer un diácono.

R.- A mí me gusta decir a las que está llamado un diácono en su servicio a la Iglesia, pero no lo que puede hacer un diácono. Porque definir en la Iglesia, lo que puede o no puede hacer, no es una forma de definir a nadie en el pueblo de Dios. Quien hace todo en la Iglesia es Cristo.

Fundamentalmente en tres aspectos: El servicio de la palabra, el servicio de la liturgia y el servicio de la caridad.

P.- ¿Donde ejerce?

R. Caritas:

  • Delegados diocesanos en: organizaciones de caritas, Caritas diocesanas.
  • Encargados o directores: Caritas parroquiales, obras asistenciales, pastoral de enfermos y    marginados.

Liturgia:

Asiste durante las funciones litúrgicas al Obispo o al Presbítero.
Administra sacramentales: comunión fuera de la misa, comunión viático a los enfermos.
Exequias.
Administra solemnemente el bautismo.
Bendice los matrimonios (con delegaciones).
Preside la comunidad (párroco) y la liturgia de las horas.

Palabra:

Catequesis en todas sus gamas.
Actividades apostólicas de los laicos: padres, novios, confirmados…
Preside la celebración de la palabra.
Lee y predica la homilía.

Administración y Gobierno:

  • Cargos administrativos de Curia
  • Delegados diocesanos de acciones pastorales.
  • Despacho parroquial.
  • Centros de orientación familiar.
  • Relaciones pública.

José-Manuel Seijas Costa (izquierda) P.- Cómo recibe tu familia esta vocación.

R.- Para mi familia yo creo que es una gracia haber sido regalados por Dios con los dos sacramentos: El del matrimonio y el del orden en el estado del diaconado.

No ha sido una cosa fácil porque el periodo de formación es largo y duro, son cinco años, uno introductorio y tres de estudios teológicos, otro de pastoral, también con estudios. Esto combinándolo con mi trabajo, los hijos. En nuestra familia. Mari-Luz se lleva el sesenta por ciento del diaconado.

Hay que ir aprendiendo a vivirlo en el matrimonio e ir encajándolo dentro de lo que es la vida familiar.

Los diáconos casados, para poder serlo, necesitan el consentimiento de la esposa, que envía por escrito y firmado al Sr.Obispo.

Aunque la titularidad va a mi nombre, el sacramento va compartido y de alguna manera comienzan a compartir las niñas cuando ven a papá en el altar. Ellas van creciendo con esa vocación en casa.

P.- El Diácono podría ser la tabla de salvación para la Iglesia ante la escasez de sacerdotes.

R.- No, como dice San Ignacio de Antioquia “La Iglesia no está completa si no hay presbíteros, si no está el Obispo, si no están los diáconos, si no están los fieles. Si no están todos, no es Iglesia”.

Los obispos son necesarios, por supuesto, los presbíteros son necesarios, los laicos son necesarios, (casi más necesarios hoy que nunca). Y los diáconos son necesarios, pero los diáconos no son sustitutos de nada. En comunidades, en algunas comunidades de America del sur que conozco, donde el cura pasa una vez cada seis meses. El diácono puede presidir la comunidad, de hecho puede ser párroco, por decirlo así. No celebra la eucaristía, no consagra, pero puede presidir la comunidad, pero no es sustituto del sacerdote. El presbítero es insustituible.

P.- Cómo es tu labor.

R.- Fundamentalmente en tres aspectos: El Servicio de la Palabra.  El Servicio de la Liturgia y El Servicio de la Caridad.

En El Servicio de la Palabra,  está, por ejemplo, la predicación. Los diáconos pueden predicar en misa. En la catequesis en todos sus grados, y especialmente en la de adultos.

Es propio del diácono asistir a los sacramentos del bautismo y del matrimonio, es parte de su servicio.

Mis compañeros diáconos se reparten… “ A ver, este mes: el primer lunes fulanito, que es sacerdote. El segundo lo hace el diácono, el tercer lunes, otro sacerdote, el cuarto otro diácono. No  en sustitución del sacerdote, sino, digamos en el equipo de la parroquia. De los sacramentales,  que yo creo que son momentos importantes de la vida del cristiano, aunque no sean sacramentos. La bendición de personas, presidir la liturgia de las horas, la exposición del Santísimo. En la Liturgia: asistir  al altar, leer el evangelio, ayudar en la celebración de la eucaristía, repartir la comunión.

En el Servicio de la Caridad: en este último año hemos hecho pastoral de exequias, es decir, en el cementerio, en el tanatorio, en el crematorio. Situaciones de dolor límites, donde la gente se hace muchas preguntas, momentos difíciles, donde la Iglesia por mano del diácono se hace presente.

También hemos estado en el campo de Pastoral de la Salud, en los hospitales acompañando a los enfermos.  No solo en cuanto que el enfermo necesite sacramentalmente recibir la comunión sino también,  la imagen de que la Iglesia acompañe a los enfermos. Diversos proyectos, uno de  atención a inmigrantes, madres solteras con niños, otro de servicio de empleo; ayudarles a gestionar los papeles necesarios y canalizarlos para que puedan conseguir un empleo, para muchos de ellos esta gestión supone muchas dificultades.

Como podéis ver, La  labor de Caritas es muy amplia, no solo dar dinero, o dar limosna.  
La labor de Caritas es muy cercana. Qué carácter  le confiere el diácono, digamos que es el sacramento que le hace imagen de Cristo siervo.  

P.- Del abanico en la acción pastoral: Cáritas, Liturgia, Palabra, Administración y Gobierno. Cuál es en la que te sientes más llamado.

R.- Todos, faltar uno significa que el diaconado cojea. Dedicarse mucho al culto a la liturgia y no atender a los pobres, en al sentido amplio, no solo en sus necesidades o carencias económicas, sino en las afectivas, le faltaría algo al diaconado y al revés. El que se vuelca con las obras sociales y no atiende a la eucaristía, los sacramentos, la palabra, vuelve a estar incompleto. El punto clave es el equilibrio.

Yo creo que para todo cristiano, no solo para el diácono; cuando oímos decir: Yo es que me dedico mucho a obras sociales pero nunca voy a misa, ni rezo. ¿De dónde tomas tú la sustancia, el alimento espiritual?; o al revés: yo es que vengo todos los días a misa, me rezo tres rosarios, pero luego no tengo contacto con la gente que necesita de mi. No puede ser, Jesucristo atendió a todos los frentes y Jesucristo es nuestra imagen y El Espíritu-Santo nos empuja a ser como Jesucristo y hay que dejarle que nos empuje en todos los aspectos.

Ante el ejemplo de entrega que nos da José-Manuel se diluye ante nosotros la palabra:  “No tengo tiempo”