Se acerca la Navidad y a pesar de que para la mayoría de la población es un periodo del año en el que brota el buen humor, la alegría y el amor, lo cierto es que para muchas personas estas fechas suponen una carga y un serio problema psicológico.
Hay varios factores que afectan de una forma bastante importante a la salud emocional de la población, entre ellos destacaría los siguientes:
Muchos medios hablan estos días de la llamada “depresión navideña”…
No es que exista un nuevo trastorno psiquiátrico, pero si que comprobamos que son frecuentes los estados de ánimo tristes y melancólicos durante esta época del año. Los factores principales que llevan a estas personas a sentirse así, pueden ser variados, aunque los más frecuentes suelen ser el anhelo de los seres queridos que han muerto o que se encuentran lejos.
Se producen pensamientos negativos ya que no se podrán revivir los momentos que en su día fueron especiales y la persona tiende a focalizar únicamente en eso y no es capaz de reconocer lo bueno de la situación que está viviendo en el momento actual.
Otro problema con el que nos encontramos actualmente es la falta de recursos económicos. El hecho de no poder tener la solvencia que se tuvo en otro momento ayudará a la persona negativa a refugiarse en sus pensamientos y a auto criticarse por su mal hacer.
Este tema está siendo muy estudiado debido al momento de crisis en el que nos encontramos y está demostrado que puede llegar a afectar incluso a las relaciones personales.
Hay investigaciones psicológicas sobre el asunto de los regalos y cómo afecta a las relaciones entre personas. Al parecer si uno da un buen regalo, no mejora la relación, sino que la mantiene, la afirma. Pero un mal regalo podría llevar al otro a cuestionarse su relación con el que dio el regalo. La mayoría de los estudios se centran en cómo los regalos afectan la percepción de similitud, o mejor dicho la noción de que hay un vínculo, que las dos personas se conocen.
Pero sin duda el tema más consultado en los gabinetes psicológicos al finalizar el año es la insatisfacción vital que vive la mayor parte de la población.
Lejos de ser felices, hombres y mujeres trabajan y viven como autómatas, envueltos en un torbellino de obligaciones intrascendentes, que los hace sentir vacíos.
Los conflictos psicológicos que experimentan, demuestran que no pueden sentirse a gusto y que no se sienten realizados, como si su yo verdadero estuviera pugnando por salir a la luz.
Saben que en la vida la seguridad no existe porque todo es incertidumbre, y eso provoca un estado de ansiedad que da miedo.
Como psicóloga, pero sobre todo, como cristiana me tomo la libertad de plantearme y plantearos que hay una manera más fácil de afrontar la Navidad, simplemente siendo conscientes de lo que celebramos…que es algo tan fascinante y tan grande como el Nacimiento de Dios, el Mesías.
Si miramos la Navidad desde la fe y nos proponemos vivirla con una nueva actitud, disfrutándola pero no exigiéndonos; aceptando el momento en el que estamos en vez de esperar lo que no depende de nosotros, Cristo nacerá en nuestro interior…seremos un poquito más brillantes como la estrella de Belén.
El sufrimiento se reducirá y seguro que en ese estado de tranquilidad lograremos mirar dentro de nosotros y encontrar más de un motivo para hacer feliz nuestra Navidad.
Porque, como decía Vícktor Frank en su fabulosa obra “El hombre en busca de sentido”… “El que tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo…”