Creo en Dios
y creo en el hombre
como imagen de Dios
Creo en los hombres
en su pensamiento
en su trabajo agotador
que los ha hecho ser lo que son.
Creo en la vida
Como alegría y como duración;
no préstamo efímero dominado por la muerte,
sino don definitivo Creo en la vida
como posibilidad ilimitada
de elevación y sublimación.
Creo en la alegría,
la gloria de cada estación,
de cada etapa,
de cada aurora,
de cada ocaso,
de cada rostro,
de cada rayo de luz,
que parte del cerebro,
de los sentidos,
del corazón.
Creo en la posibilidad de una gran familia humana
como Cristo la quiere:
intercambio de todos los bienes del espíritu y de las manos en la paz.
Creo en mí mismo,
en la capacidad que Dios me ha conferido,
para que pueda experimentar la mayor de las alegrías,
que es la de dar y darse.