Pensamientos positivos, ¡ Qué gran aliciente¡ , y tan difícil algunas veces…Con esta idea comencé un lunes, ese día de la semana en el que se tiene un poco aletargado nuestro sentido del deber y de las obligaciones.
Y lo comenzaba después de mantener una conversación con Don Tomás arengándome cariñosamente, como siempre, para escribir una vez más una de mis reflexiones íntimas.
Después de desperezarme, interioricé en esa conversación breve que habíamos mantenido, me costó un poco porque muchas veces se tiene la sensación algo equivocada de que lo negativo pesa más que lo positivo, o en el peor de los casos que lo malo parece ocupar más espacio en nuestro ánimo y voluntad que lo bueno; de hecho llega a ser tan molesto que nos mantiene durante un tiempo un poco enfadados con la vida.
En mi haber y acontecer personal, a menudo me ocurren cosas que no me gustan, que me desestabilizan y me hacen preguntarme qué puñetas estoy haciendo, incluso cómo puedo eliminar o solucionar aquello que hace tambalear mi corazón; pero lejos a veces de encontrar serenidad, os reconozco que me invade más el sentimiento de impotencia que el de abigarrarme a la circunstancia para defenderme de ella y superarla.
Es en estos momentos cuando, efectivamente, los pensamientos positivos serían necesarios para vencer la contrariedad, sin embargo, ¡lo que son las cosas!, pareciera que la niebla lo invadiera todo.
Se me ocurre que bien podríamos hacer aquello que se suele hacer cuando vamos a echar alpiste en el comedero de un pájaro, soplar la cascarilla para eliminar las semillas ya huecas y dejar espacio para rellenarlo con más alimento, pero ¿lo hacemos así en la práctica? o , por el contrario, con nuestra terquedad, ¿ lo que hacemos es rellenar ese comedero que tenemos por corazón con más alpiste sin eliminar la cascarilla?.
Creo más bien que caemos en esto último, de tal manera que, encima, hacemos rebosar el comedero mezclando cascarilla con alimento, o sea, enfado, rencor o soberbia con bondad, nobleza y amor, generando tal batiburrillo en la mezcolanza que hasta el peso nos vence.
Si nos afianzamos en el amor es lógico pensar que los pensamientos y sentimientos positivos sólo pueden surgir a partir de un corazón generoso y enamorado; enamorado de la vida, de la familia, de cuanto le rodea.
Y siendo esto así, ¿por qué a pesar de todo se trastocan tanto los sentimientos y somos tan vulnerables a lo negativo?, ¿Por qué es tan fácil caer en el daño, la ofensa o el rencor?
Siempre que pienso en el amor como la herramienta más poderosa para vencer cualquier vicisitud, recuerdo esas palabras siempre en boca de Don Tomás y que seguro que muchos de vosotros le habéis escuchado muchas veces también; «En el amor siempre debe hacer también algo de locura».
Pues bien, muy recurrentemente, leí un cuento que voy a compartir literalmente en estas líneas.
Su título: «El Amor y la Locura»
Cuenta una leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres…
El ABURRIMIENTO había bostezado ya por tercera vez.
La APATÍA se dejaba resbalar en su lugar de descanso.
La LOCURA, ansiosa y excitada, les propuso: -¿Y si gáramos al escondite?
La INTRIGA levanto la mirada, y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó: – ¿Al escondite? ¿Y cómo es eso?
Es un juego- empezó a explicar la LOCURA:
Yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras el resto os escondéis.
Una vez que haya terminado de contar empezaré a buscaros hasta hallaros a todos. Al primero que vea debe luego ocupar mi lugar en el juego y así sucesivamente.
El ENTUSIASMO se halló secundado por la EUFORIA.
La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA a la que nunca le interesaba nada.
Pero no todos quisieron participar: la VERDAD prefirió no esconderse; ¿para qué, si al final siempre le fallaban?
La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que le molestaba era que la idea no había sido suya), y la COBARDÍA prefirió no arriesgarse…
La LOCURA empezó a contar. Uno, dos, tres…
La primera en esconderse fue la PEREZA, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino.
La FE subió al cielo, y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto.
La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿Que si un lago cristalino? ¡Ay ideal para la BELLEZA!; la rendija de un árbol , ¡ perfecto para LA TIMIDEZ¡; el vuelo de una ráfaga de viento, ¡ Magnífico para LA LIBERTAD ¡ De esta manera, terminó por ocultarse en un rayito de sol.
EL EGOISMO en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio; ventilado, cómodo….pero sólo para él.
LA MENTIRA se escondió en el fondo de los océano (bueno, en realidad se escondió detrás del arcoíris), y LA PASIÓN y EL DESEO en el centro de los volcanes.
El OLVIDO… Ummmm, se me olvidó dónde se escondió… pero no es lo importante.
Cuando LA LOCURA contaba ya 999.999, EL AMOR aún no se había encontrado un sitio para esconderse, pues todo se lo encontraba ocupado…hasta que encontró un rosal y enternecido decidió esconderse entre sus flores.
¡UN MILLÓN! contó LA LOCURA, y comenzó a buscar. La primera en aparecer fue LA PEREZA, muy remolona ella sólo la halló a tres pasos de una piedra.
Después se escuchó LA FE discutiendo con Dios en el cielo sobre la teología y a LA PASIÓN y EL DESEO los sintió en el vibrar y rugir de los volcanes.
En un descuido encontró a LA ENVIDIA, y claro, enseguida también descubrió dónde estaba EL TRIUNFO.
Al EGOÍSMO, por el contrario, no tuvo ni que buscarlo, el sólo salió de su escondite porque había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió LA BELLEZA.
Con LA DUDA resultó más fácil todavía; la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de qué lado esconderse.
Así uno a uno, fue encontrando a todos, EL TALENTO entre la hierba fresca, a LA ANGUSTIA en una oscura cueva; a La MENTIRA detrás del arco iris ( mentira!!! si ella estaba en el fondo del océano) y hasta EL OLVIDO que ya se había olvidado de que estaban jugando al escondite. Sólo el AMOR no aparecía por ningún sitio.
LA LOCURA lo buscó detrás de cada árbol, de cada arroyo del planeta, en la cima de las montañas…cuando ya estaba a punto de darse por vencida divisó un rosal y las rosas….y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas.
De pronto, un doloroso grito se escuchó. Las espinas había herido en los ojos al AMOR; La pobre LOCURA no sabía qué hacer para disculparse: lloró, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Y así fue, desde ese día en el que por primera vez en la tierra se jugó al escondite, EL AMOR es ciego y LA LOCURA siempre lo acompaña.
Pensaba después de leer esta leyenda, aunque quizá de leyenda tenga poco en el fondo porque no pocos se conocen entre aquellos que nos hacemos llamar » hombres y mujeres», que a la hora de jugar al escondite con la vida, con los sentimientos, y con los demás…hacemos muchas de esas cosas, tanto las buenas como las menos buenas, que efectivamente, las heridas ciegan el amor, lo nublan, es verdad.
Y cabe preguntarse por nuestra grado de vulnerabilidad en la medida en que hemos podido perder, dentro de nuestras experiencias vividas, ese punto de inocencia, espontaneidad y locura.
Tal vez por eso, encontrar pensamientos positivos en la vida, nos resulte tremendamente más difícil en la medida que hemos perdido ese punto en el tiempo.
No es fácil darle cancha a la locura en ese enamoramiento que debemos tener con la vida-
¡ A quién se lo vais a decir¡
Pero sí considero importante al menos saber que podemos siempre darle cabida al amor, a lo positivo, a la belleza… si dejamos que un punto de locura sople “las cascarillas» que tanto espacio ocupan y que da tan poco o, mejor dicho, de nada ya sirven.
No es desanimes, todo pasa y siempre hay que pensar que lo mejor siempre está por llegar.
Soplad lo que ya no os sirve, dejad que lo hueco se vaya con el viento muy lejos y esperad que esos huecos, desde ese enamoramiento que debéis mantener con la vida, los llene la chispa de la locura.