La Santidad, vocación del creyente“Yo aunque mozo, bien sé, por la comunicación que he tenido con cristianos, que la santidad consiste en la caridad, humildad, fe, obediencia y pobreza”

(Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha).

En estos últimos años la santidad ha pasado a ser una realidad en boca de todos, especialmente a partir del documento “Novo Millennio Ineunte”.

Con frecuencia, en el magisterio de la Iglesia, en los discursos del Papa, incluso en los planes de pastoral, es repetida hasta la saciedad.

Recordemos al menos lo que dice la NMI porque es el documento que marca a la Iglesia del siglo XXI.

“Recordar esta verdad elemental, poniéndola como fundamento de la programación pastoral que nos atañe al inicio del nuevo milenio, podría parecer, en un primer momento, algo poco práctico.¿Acaso se pude programar la santidad? ¿Qué puede significar esta palabra en la lógica de un plan pastoral?

En realidad, poner la programación pastoral bajo el signo de la santidad es una opción llena de consecuencias. Significa expresar la convicción de que, si el Bautismo es una verdadera entrada en la santidad de Dios por medio de la inserción en Cristo y la inhabitación de su Espíritu, sería un contrasentido contentarse con una vida mediocre, vivida según una ética minimalista y una religiosidad superficial.

Preguntar a un catecúmeno, ¿quieres recibir el bautismo? Significa ponerle en el camino del Sermón de la Montaña: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48) (JUAN PABLO II, Novo Millennio Ineunte, 31).
 
Es preciso hacer algunas aclaraciones en torno a la santidad.

Tenemos muchos prejuicios, mitos, leyendas que están actuando dentro de nosotros y nos producen cierta insatisfacción a la hora de hablar de la santidad.

Nos creemos que hay un solo modelo de vivir el Evangelio. Cuando este modelo lo tomamos como referencia decimos: “eso no va conmigo”.

San AntónHay muchos estilos de ser cristianos, la historia es maestra de la vida y nos presenta el camino de la santidad de una forma muy variada.

No todos los santos tienen la misma categoría humana y eclesial. No todos tienen la altura de san Agustín o santa Teresa.

Hay santos que son más modestos, si es que se puede hablar de esta forma. Pero todos han sido fieles a la llamada del Señor siempre dentro de la fragilidad humana.

A veces nos creemos que la santidad significa la ausencia de defectos.

Haría mucho bien y nos animaría en el camino de la santidad conocer las limitaciones de los santos. Fueron personas humanas como nosotros y sujetos a la debilidad y fragilidad.
 
En un libro de Leonardo Boff encontré un texto que me encantó y me dio mucha esperanza. Creo que viene bien con el tema. Aquí va:

“En cierta ocasión escuché a un viejo, razonable, bueno, perfecto y santo hermano decir:

“Si oyes la llamada del Espíritu, escúchala y trata de ser santo con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.

Pero si, por humana debilidad, no consigues ser santo, procura entonces ser perfecto con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.

Si, a pesar de todo, no consigues ser perfecto, por culpa de la vanidad de tu vida, intenta entonces ser bueno con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.

Si, con todo, no consigues ser bueno, debido a las insidias del Maligno, trata entonces de ser razonable con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas.

Si, al final, no consigues ser santo, ni perfecto, ni bueno, ni razonable, a causa del peso de tus pecados, procura entonces llevar esta carga delante de Dios y entrega tu vida a la divina misericordia.

Si haces esto sin amargura, con toda humildad y con jovialidad de espíritu, movido por la ternura de Dios, que ama a los ingratos y a los malos, entonces comenzarás a sentir lo que es razonable, aprenderás en qué consiste ser bueno, lentamente aspirarás a ser perfecto y, por fin, suspirarás por ser santo.

Si haces todo esto día a día, con toda tu alma, con todo tu corazón y  con todas tus fuerzas, entonces, hermano, te aseguro que estarás en el camino de San Francisco y no te hallarás lejos del Reino de Dios”.

                                        (L. Boff, San Francisco de Asís. Ternura y vigor).

TEXTO de  Sta – Teresa:

Santa Teresa“En este tiempo me dieron las Confesiones de san Agustín, que parece el Señor lo ordenó, porque yo no las procuré ni nunca las había visto.

Yo soy muy aficionada a san Agustín, porque el monasterio adonde estuve seglar era de su Orden y también por haber sido pecador, que en los santos que después de serlo el Señor tornó a Sí hallaba yo mucho consuelo, pareciéndome en ellos había de hallar ayuda y que como los había el Señor perdonado, podía hacer a mí; salvo que una cosa me desconsolaba, como he dicho, que a ellos sola una vez los había el Señor llamado y no tornaban a caer, y a mí eran ya tantas, que esto me fatigaba.

Mas, considerando en el amor que me tenía, tornaba a animarme, que de su misericordia jamás desconfié. De mí muchas veces.

¡Oh, válgame Dios, cómo me espanta la reciedumbre que tuvo mi alma, con tener tantas ayudas de Dios!

Háceme estar temerosa lo poco que podía conmigo y cuán atada me veía para no me determinar a darme del todo a Dios.

Como comencé a leer las Confesiones, paréceme me veía yo allí. Comencé a encomendarme mucho a este glorioso Santo.

Cuando llegué a su conversión y leí cómo oyó aquella voz en el huerto, no me parece sino que el Señor me la dio a mí, según sintió mi corazón.

Estuve por gran rato que toda me deshacía en lágrimas, y entre mí misma con gran aflicción y fatiga” (Vida 9. 7-8).