Estas navidades se requieren:
Personas-Pastores que, a pesar de que no cuenten o estén mal vistos a los ojos de «las personas de bien», tengan las agallas necesarias, superando el conformismo, las dudas o el riesgo al fracaso, de ponerse en camino, pase lo que pase.
Personas-Estrellas que iluminen, que estén siempre presentes en las encrucijadas de los caminos, prestos y dispuestos a dar claridad y consuelo.
Personas-Ángeles que comuniquen las grandes noticias de cada día, no los chismorreos y las peroratas que, en el 90 por ciento de los casos, se utilizan para hablar mal del otro.
Personas-Bueyes o Midas que den calor, que, aunque no posean títulos o suelan meter la pata al hablar en público, estén siempre en el lugar exacto, arropando, alentando, dando amor…
Personas-Pañales. Sí, me habéis oído bien, personas que limpien, que sanen, que hagan su trabajo callado y poco visto y que después se retiren.
Personas-Pesebres que estén siempre dispuestos a ofrecer lo mucho o lo poco que tengan. Que sus corazones estén de par en par, abiertos a cualquiera que necesite entre en ellos.
Personas-Magos que se dejen contagiar por la magia de Dios y estén siempre dispuestos a abrir sus cofres, y ofrecer lo más valioso que poseen: amor a raudales.
Personas-Bebés que durante estas navidades se conviertan en niños, indefensos y necesitados, transparentes y limpios, para que sientan en sus propias carnes como el Dios- Bebé que viene al mundo va a requerir, y mucho, de nuestra ayuda.
(Rvta. Misión joven nº 347)