La Marcha de Adviento dio comienzo en Argamasilla entorno a las 11 de la mañana. Desde los datos de la Delegación hubo unas 570 inscripciones de jóvenes de toda la diócesis. Tras dejar las mochilas en el pabellón, los jóvenes participaron en unos talleres para profundizar en el lema de la marcha: «Arraigamos, firmes y agradecidos». Los talleres fueron preparados por algunos grupos de jóvenes de la provincia. Tras los talleres, los jóvenes hicieron una comida compartida con aquello que trajeron de sus pueblos de origen.
Tras un pequeño descanso para el café, la Delegación preparó un «happening» inspirado en las experiencias vividas en los DED y en la JMJ. Se tratada de hacer de forma dinámica reflexión de lo vivido por tantos jóvenes esos días. Después, los jóvenes se dedicaron a visitar distintos talleres enfocados en la misma dirección de los DED y la JMJ. Una vez acabada esta actividad, la parroquia de Argamasilla preparó la cena para todos los asistentes en el Centro Cultural del pueblo.
En torno a las 9:30 de la noche, todos nos dirigimos a la parroquia para participar en la Vigilia de Oración. La iglesia se encontraba saturada de gente que abarrotaba incluso los pasillos.
Podemos decir que este es el momento álgido del encuentro ya que, además de los jóvenes inscritos, asistieron personas de toda la provincia. La temática de este año ha girado en torno a la Palabra de Dios y al Adviento.
Sorprendió a los asistentes el que al comienzo se apagaran todas las luces del templo y se proyectaran en la Iglesia imágenes de cielos estrellados. Pero el momento más impresionante llegó cuando se inició la procesión del Santísimo Sacramento hacia el altar.
La procesión la formaban chicas que portaban el incienso y las velas, y tras ellas bajo un palio, que asemejaba una tienda de campaña, marchaba en Santísimo en la custodia. Al acabar la vigilia el presbiterio se llenó de jóvenes que empezaron a cantar y a bailar. Fue una gran expresión de alegría y júbilo.
Después de salir de la iglesia, los voluntarios de Argamasilla prepararon un chocolate caliente con tortas, lo cual sentó muy bien para amainar las frías temperaturas. Para distribuir a los jóvenes para dormir, los voluntarios los alojaron en colegios, institutos y centros culturales y sociales. Esta suele ser la peor parte: la dureza del suelo, el frío, la respiración fuerte del compañero que tienes al lado…, vamos, como quien dice «una noche toledana» en toda regla.
A la mañana siguiente, tras un sustancioso desayuno, los jóvenes fueron a la iglesia para hacer una pequeña oración que motivara la marcha. Ya puestos en ruta, los jóvenes tomaron el camino de Almodóvar que en nuestro municipio se convierte en el camino de Argamasilla.
Hizo una magnífica mañana y en Almodóvar los voluntarios empezaron con los preparativos desde muy temprano. Los jóvenes, encabezados por nuestro obispo don Antonio, fueron recibidos a la entrada del pueblo por representantes del clero parroquial, el Consistorio Municipal, las hermandades y cofradías, y los jóvenes voluntarios de la parroquia.
Tras el recibimiento, bajamos por la calle Ramón y Cajal, con el asombro de numerosos vecinos, hacia la casa de san Juan de Ávila; una vez allí, un servidor, en nombre de la parroquia, y el alcalde, en nombre de todo el pueblo, les dimos la bienvenida. A continuación nos dirigimos al templo parroquial donde celebramos la eucaristía.
La misa fue presidida por don Antonio y concelebrada por números sacerdotes de nuestra diócesis. Fue de destacar la participación musical del Coro Diocesano. El motivo de esta celebración se debió a que los jóvenes querían visitar la cuna de nacimiento de san Juan de Ávila.
Una vez concluida la eucaristía, todos se fueron al pabellón, donde comieron una gran paella, invitados por las hermandades y cofradías de nuestro pueblo. Tras la comida, también los jóvenes pudieron gustar las delicias de los dulces y el café que mujeres voluntarias de nuestro pueblo prepararon.
Antes de marcharse, algunos grupos de jóvenes visitaron una exposición sobre san Juan de Ávila en la casa de la Marquesa, y las respectivas casas de los santos almodoveños.
Todo salió muy bien. Fue una experiencia única para muchos de los participantes. Para quienes pensaron que los jóvenes de la JMJ se evaporarían y no quedaría nada, estos días han demostrado que se equivocaban. La juventud cristiana tiene mucho que aportarle a nuestra sociedad; estas actividades son sólo pequeñas muestras.