Tengo el gusto de dirigirme por primera vez a vosotros desde esta ventana de «Iglesia en Almodóvar» para presentarme como párroco a vuestro servicio. Me llamo Juan Carlos y nací en Puertollano hace treinta y ocho años junto a la Virgen de Gracia. Fui ordenado sacerdote en el Jubileo del año 2000; desde entonces he estado al servicio de las parroquias de Campo de Criptana y Argamasilla de Alba durante dos periodos de seis años. Y ahora, mientras Almodóvar y la diócesis se preparan para acoger y difundir el significado del título de Doctor con que será distinguido San Juan de Ávila, el Sr. Obispo me ha encargado la misión de ponerme al frente de este acontecimiento eclesial, para que se convierta en una nueva línea de acción pastoral en nuestra parroquia y en el conjunto de la diócesis.
Sé que no parto de cero porque la Iglesia de Almodóvar y el buen hacer de D. Tomás y D. Leopoldo constituyen una siembra de la cual ya pueden recogerse frutos excelentes. Estos sacerdotes y la parroquia serán para siempre un parte de la historia de los trabajos realizados por la Iglesia para que la figura de San Juan de Ávila sea cada vez más conocida. Por eso, como miembro del presbiterio diocesano y como fiel cristiano, deseo felicitarlos y desearles que la jubilación de su responsabilidad pastoral sea para ellos una etapa de júbilo y de descanso gozoso en el Señor.
Faltan horas para celebrar la proclamación de nuestro paisano San Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia Universal. Esto significa que la semilla oculta y humilde de nuestro santo sigue dando frutos después de quinientos años. Tal vez, la providencia de Dios ha querido que el reconocimiento de San Juan de Ávila se haya realizado en diversas etapas para que no quedara vinculado solamente a una de ellas y pudiera ir siendo re-conocido a lo largo de la historia. Hay luces que alumbran un día, otras son capaces de iluminar la historia. Y este es el caso de nuestro santo.
Sólo me queda animaros a participar en todos los actos que se han preparado y a hacerlo con el deseo de aprender e imitar la sabiduría y la santidad de nuestro nuevo Doctor.
A todos: ¡Felicidades!