Señor, ¿cuándo vas a llegar?
¿Al atardecer?, ¿a medianoche?, ¿al amanecer?
A punto de llegar, Señor, y yo… ¡con estos pelos!
y, lo que es peor, con este corazón!
Despiértame, Señor,
de la modorra del “tanto tienes, tanto vales”.
Vacía mis bolsillos de tantísima calderilla que, en forma de materialismo,
adormece mi espíritu y anestesia mi vida.
Y llena, sí, Señor, llena, a manos llenas, mi corazón
de tu presencia amorosa y de tu gracia salvadora.
(Domingo 1º de Aviento
Luc. 21,25)
Despiértame, Señor
de mi conciencia “ a prueba de balas”.
Dame un toque de atención, un empujón o…si fuese necesario, un coscorrón
para salir a los caminos de la vida, a las encrucijadas del mundo
y preparar en mi hogar, en mi barrio, en mi clase, en mi trabajo…
y , sobre todo y lo más importante, en mi corazón, tu venida.
(Domingo 2º de Adviento
Luc.3,1-6)
Despiértame, Señor,
de mi cristianismo Light, de butaca, de “cumplo y miento”
de mi testimonio media hora a la semana y siempre de puertas para dentro.
Ayúdame a reconocerte en tus hijos más débiles,
en mis hermanos más necesitados,
pues es en ellos, especialmente en ellos, donde te harás presente en mi vida.
(Domingo 3º de Adviento
Luc. 13,10-18)
Despiértame, Señor,
del letargo de mi vida mediocre y sedentaria.
Al igual que María, ponme en camino para anunciar a unos y a otros
que Tú, Señor, vas a establecer tu morada en nuestras vidas…
“Dichoso tú y yo y aquel…,sí, muy dichosos porque hemos creído,
porque, lo que nos ha dicho el Señor , se cumplirá”
(Domingo 4º de Adviento
Luc. 1,39-45)
Señor, ¿cuándo vas a llegar?
A punto de llegar, Señor, y yo…y yo…
¡Estoy preparado, Señor, estoy en vela, te estoy esperando!
(Revista «Misión Joven»)