Calentando la esperanza
Tomás Lozano Rivas2010-12-04T01:16:00+00:00
Comienza otro año el Adviento, el tiempo de la esperanza y la apertura del alma al Señor que viene, que está a nuestra puerta y llama para nacer un poco más en cada uno y en el mundo, para cambiarnos y renovarnos.
Mirando a Quien viene y quiere “encarnarse” algo más en nuestras vidas, reavivamos la virtud sencilla y profunda de la esperanza durante cuatro semanas antes de Navidad.
Esperanza es vivir con ilusión, optimismo; es avivar la oración, la escucha y la atención al Dios invisible que está viniendo; es caminar espiritualmente, abandonando también nuestras perezas, cansancios, rutinas, egoísmos…


Muchas personas han abandonado las iglesias institucionales por falta de interioridad. Estos mismos creyentes se acercan con simpatía a la Nueva Era porque aprecia los caminos de la vida interior.
Queridos amigos de Almodóvar:
Si Bach era un provinciano, un alemán que nunca salió de Alemania, su gran contemporáneo Händel era un cosmopolita, un hombre de mundo, una figura independiente, uno de los primeros grandes compositores que fue también un hombre de negocios de la música.
Para obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y, sobre todo y en especial, para los que ocupan, anónimamente, los bancos del templo…Ellos desempeñan los cargos más importantes; ellos son el rostro favorito de la Iglesia; ellos son “los pastores de a pie” que evangelizan con el ministerio de la sencillez y los últimos puestos; ellos son los auténticos transmisores de “la homilía de Dios.”
No me avergüenza reconocerlo; me suelo quejar a menudo. Podría decir que me quejo con razón, pero no sé, creo más bien que caigo en esa actitud porque de alguna manera siempre he creído que era el modo de liberarme de esa sobrecarga que se produce cuando todo lo que te importa, tus hijos, tu casa, tu trabajo, se torna en problemas, preocupaciones, contrariedades...
Me encontraba una tarde sentado en mi habitación; hacía buen tiempo. A través de la ventana veía el jardín iluminado por el sol. Todo respiraba paz.
El otro día llegó a mis manos unas letras, que un amigo mío, en unos momentos muy difíciles de su vida, logró plasmar antes de su fallecimiento: