El Nacionalismo es hijo de Romanticismo; originariamente se desgaja de sus propias ideas, que son fruto de las ideas enciclopedistas ( 2ª mitad del s. XVII) y de la revolución francesa.
El timón de la libertad sin límites, que proclamaba el romanticismo llevará a la libertad de las naciones a elegir su propio destino y a los individuos a elegir lo que mejor concuerde con sus sentimientos, ideas y al ambiente de sus pueblos.
Podría afirmarse que una gran parte de la literatura europea del romanticismo lleva ya por sus venas sangre nacionalista.
También en España volvieron a la escena literaria los viejos héroes del teatro y prosa y buscarán su inspiración en las leyendas y tradiciones locales. Todo esto está animado por un costumbrismo ya sea del tipo castizo y local de Mesonero Romanos y Calderón, y del teatral Bretón de los Herreros o el sainetista.
España también reacciona contra las importaciones operísticas extranjeras queriendo volver los ojos a los "pasos" de Lope de Rueda, "entremeses" de Cervantes y "sainetes" de Ramón de la Cruz, para tratar de resucitar, a finales del siglo, su género nacioñalista de la zarzuela.
Por encima de este género, algunos músicos españoles, como Pedreli y Albéniz, tratan también de recoger las esencias del alma popular española, sus ritmos, cantos y bailes, para extraer sus perfumes y tratar de construir la gran música nacionalista española.
Hay, no obstante, otro nacionalismo español, el que llevan a París los literatos franceses Gautier y Dumas o Lola Montes, del que beben no pocos músicos extranjeros y aún españoles hasta Debussy y Ravel.
Pero no sólo la literatura y poesía alimentan los sentimientos patrióticos; también la música y sus obras se convierten a veces en portavoces de los sentimientos nacionalistas. La ópera "Der Freischütz" de Weber refleja la reacción germánica contra la invasión de Napoleón. Más tarde, Wagner forjará sus dramas musicales, que adquirirán el tono de verdaderas epopeyas germánicas. La obertura de 1812 "Tschaikowsky" conmemora una victoria nacional; y en Italia, el operista Verdi enardece los ánimos de la multitud italiana con sus palabras y con su música cantando la sublevación de los pueblos contra los opresores.