Queridos amigos:
Me llamo María José Carrero Viñas, soy natural de Almodóvar del Campo. Permítanme “presumir” de mi pueblo porque allí nacieron dos santos San Juan Bautista de la Concepción y San Juan de Ávila.
Con seguridad ellos, junto con la vida de la iglesia parroquial y el testimonio de fe de mis padres ayudaron a forjar mi Amor por Jesucristo.
Estoy totalmente convencida que no hay nada mejor para toda persona que tener un encuentro con Jesús. La fe, la esperanza y la caridad permiten a la persona vivir la vida con mucha más calidad, en todos los aspectos.
La vocación misionera es un regalo de Dios para mí. Cuando estudiaba en Madrid la carrera de Ciencias Físicas, conocí a un grupo de misioneros ad gentes, fundados por un obispo italiano que ya ha sido declarado santo por la Iglesia: San Daniel Comboni.
Así pues, su radicalidad en la transmisión de la fe a los pueblos más abandonados por todos, los pueblos africanos, me cautivó, y acabada la carrera me uní a un grupo de mujeres consagradas a Dios para la predicación del evangelio a quien no lo conoce.
He estado en Kenia por un período de 4 años, trabajando con y para hermanos nuestros que vivían del pastoreo en una zona semidesértica al Norte del parís. El gobierno allí no pisaba, esto es porque no les interesaba: no hay petróleo, ni playas, ni posibilidad de agricultura…
El primer misionero llegó hace cuarenta y años y desde entonces muchos de los proyectos de humanización han y siguen llevándose por la Iglesia.
Y como nada en la vida va perdido, en Laisamis y Kacheliba (misiones donde estuve), enseñé física, matemáticas, religión…, aparte de impartir formación humana y espiritual.
Mi mayor satisfacción es haber sentido, visto, tocado, cómo los jóvenes con los que compartía mis días iban encontrando un proyecto e ilusión para sus vidas, hasta llegaban de propia voluntad a querer hacer un camino más profundo de conocimiento de Dios y pedir ser bautizados.
Sí, dichosos aquellos que creen.
Ahora estoy en Madrid, destinada a la comunidad que tenemos aquí, y daré en lo que pueda un aporte a la iglesia de España.
Antes de acabar amigos, quisiera dar las gracias de manera particular a mi parroquia de origen, Ntra. Sra. de la Asunción. A D. Tomás por su espíritu misionero y a todo el pueblo, por su apoyo y oraciones, sacrificios y donativos durante todos estos años. En tierras lejanas me han ayudado a seguir adelante. Me he sentido enviada por mi parroquia de origen.
Por el momento os mando un fuerte abrazo en Cristo Misionero.
Misionera Comboniana.