A Dios nadie la ha visto jamás (Evangelio de Juan).
Ni tú tampoco sabes cómo y qué forma tiene tu otro YO. Otro Yo que transportamos dentro de nosotros y que no conocemos, pero que vive y nos habla constantemente sin que por eso le hagas siempre caso. Aparece como un trasfondo en la intemporalidad del ser humano.
No es fácil descifrar lo enigmático de cada uno de nosotros. La lucha interna en la vida humana busca constantemente su identidad conciliadora.
El arte pictórico te da una gran oportunidad. No se trata de un maravilloso retrato que a lo largo de la historia consiguieron grandes genios de la pintura; ni tampoco esos panoramas campestres que respiran vida y profundidad.
Se trata de este campo abstracto de nuestro interior, donde me paso los días y las horas dedicando mis conocimientos artísticos en busca del YO que desconocemos y que existe de forma abstracta, que todo nuestro ser es dominado desde el subconsciente.
La fotografía es muy fiel, pero ¿dónde estás Tú?. ¿Sabes quién eres? El carné de identidad no me dice nada. Búscate y si te encuentras, serás tremendamente feliz.
No se trata de elementos físicos, que es ver y tocar, se trata de dominar los impulsos y conflictos internos que sentimos todos. Es un campo abstracto, parecido a la fe en Dios, que nos proporciona la PAZ y LA FELICIDAD.
Te diré que el arte abstracto es una apuesta firme para encontrarte. No te dejes llevar por el camino fácil del retrato adulador, vanidoso y falso. Yo sé que quizás la abstracción casi nunca te seduce, pero estamos rodeados de abstracciones que son el conjunto de nuestras vidas y de todo lo que somos.
La pintura, como la literatura, la poesía… siempre son portadoras de tus contenidos más queridos; no lo rechaces con indiferencia, alguien lo ha hecho y su acción pretende ALGO. Por eso comienzo diciéndote “a Dios no la ha visto nadie”. Y sin Él no tiene sentido nuestra vida, y todos los sacrificios a lo largo del tiempo sólo los puede respaldar ÉL.
Ni tú, aunque te mires en un espejo, te verás. El otro yo es tan importante que lo busco desde mi mundo del arte. Si en algún caso lo encuentro, doy por bien hecho esa renuncia a los retratos bellos y aduladores, para ponerlo en tu hogar. Mi intención, al decidirme por el arte abstracto, es reafirmar mi FE en todo aquello que no se toca ni se palpa, pero sé que existe y que me alimenta y me da vida.