No os doy el título de reyes, porque sé que no erais reyes, erais algo mucho más importante, erais sabios a los que antes también se les llamaba magos. Erais astrónomos, o sea, estudiantes del firmamento, por lo que a pesar de ser muy de noche, vosotros, a esas horas, estabais mirando continuamente al Cielo sin dormir, buscando estrellas hasta entonces desconocidas para todos los demás hombres, porque ellos no miraban al Cielo. Vosotros visteis una Luz muy intensa, una especie de rara estrella que os hacía guiños como si os invitara a seguirla.
Por ser estudiosos de La Ley y hombres de Fe y Esperanza llenas de Amor, os acordasteis de la profecía de Miqueas, (5, 1-3) y de Isaías, (9, 5-6) (11, 1-5) (11, 10), y os pusisteis en camino para seguir a “vuestra” estrella, tardara lo que tardara, hasta que se detuviese sobre el lugar exacto de su destino.
Así, después de un viaje cercano a los dos años, llegabais a Belén, Lugar donde había nacido JESUCRISTO, el Dios-Hombre y Rey de Reyes. Al Niño Jesús le entregasteis tres regalos: Oro, por considerarle con el poder de Rey; Incienso, por confesarlo como Dios, y Mirra, como perfume para el Hombre.
Desde entonces se consideró que vuestro número era el de tres, y vuestra misión era la de traer regalos a los niños…., bueno como se dice hoy, ¡vale! , pero los mayores también tenemos derecho a pediros algo, algo no individual, sino colectivo, aunque no vayáis a creer que por eso voy a ser fácil de contentar:
Quiero que a los niños que están esperando nacer, se les deje nacer.
Quiero que esos niños a los que tanto queréis, no mueran de hambre.
Quiero que a los niños les eduquen, y no les entrene para la guerra.
Quiero que los niños que van a la mina, vayan a la escuela.
Quiero que en vez de tanta violencia, haya Amor o ,al menos, amor.
Quiero que al lado de tanto consumo, haya tanta caridad.
Quiero que mientras conocen tanta máquina, aprendan a rezar.
Quiero que dejen de tomar tanta droga que mata, y prueben a comer EL PAN de la VIDA.
Sólo quiero eso, Queridos Reyes Magos.