Señor, me sigue impresionando la enorme tristeza que debiste sentir ante la soledad y el abandono que sufriste a partir de aquella terrible noche de traiciones, acusaciones, insultos, golpes, y escupitinajos, en la que fuiste vendido por uno y abandonado por todos, al tiempo que eras arrastrado atado desde el Sanedrín a Pilato; de Pilato a Herodes; de Herodes nuevamente a Pilato y, al final, entregado a tu propio pueblo que esperaba ansioso para colgarte en La Cruz.
Pues, parece que no, pero todo sigue igual.
He meditado muchas veces sobre la soledad en que con frecuencia te dejamos los que nos llamamos tus amigos; sobre las veces que pasamos por delante de tu Casa sin que nos asomemos a la puerta sólo para decirte: “Buenos días”, o el silencio que a veces guardamos cuando oímos que te hieren con una blasfemia.
Un día os narraré una breve excursión que hice con un amigo al pueblecito en el que él había tenido su primera parroquia y, según me contó, todo seguía igual que hace 50 años: allí estaba la misma mísera iglesia despintada, húmeda, abandonada, y en el Sagrario El Señor solo, seguía esperando que alguien le acompañara unos minutos.
Ya cuando caminabais hacia Jerusalén, mientras Tú anunciabas por tercera vez la Pasión a la que ibas a enfrentarte, tus discípulos disputaban por el puesto que querían ocupar en tu Reino.
Pues, parece que no, pero todo sigue igual.
Hoy sabemos que existen seres humanos que padecen necesidades y tristezas, mientras nosotros caminamos echando cuentas de nuestras cuentas; son aquellos de los que un día Tú nos dirás: “Tuve sed y no me disteis de beber” (Mat.25, 42-45)
En El Huerto de los Olivos, rogaste a tus preferidos que permanecieran despiertos mientras Tú orabas al PADRE, y ellos se te duermen reiteradamente hasta que no tienes más remedio que dejarles dormir al tiempo que Tú sudas sangre.
¡Si ya cuando naciste tu Ángel tuvo que despertar a los pastores para que fueran a verte!
¡Señor, es que a Ti siempre se te han dormido los hombres!
Pues, parece que no, pero todo sigue igual.
Preferimos dormir a orar; se reza muy poco, se trata muy poco a Dios; nos sigue aburriendo cuando nos hablan de Ti.
Y aún está muy extendida la opinión de que las comunidades contemplativas pierden el tiempo rezando tanto y durmiendo tan poco. Siendo todavía estudiante de medicina, el capellán del colegio mayor me dijo: Si desaparecieran las comunidades contemplativas, al día siguiente yo colgaba la sotana, porque no habría nada que hacer en este mundo; ¡Aquí no reza nadie!
No sé si exageraba en su determinación, pero recuerdo el pasaje bíblico en el que El Padre Dios “cede”, “se ablanda”, ante los ruegos de Abraham, el único que pedía misericordia para los hombres que no conocía. (Gen.18, 20-33)
En algunas ocasiones todos nos hemos encontrado solos por una u otra causa y,…….¡qué tristes nos hemos sentido entonces! En uno de esos momentos, un hombre que conozco escribió:
Solo con mis sentimientos.
Cuando éste Mundo no me dice nada,
entonces necesito almas inquietas con las mismas emociones,
pero no debo comprometer
sólo debo esperar, y espero solo.
No sé si es comodidad, o es generosidad;
no sé si hago bien o hago mal,
¡Sólo sé, qué……..¡a veces me siento muy solo!
Cuando así pensaba, encontró unas líneas escritas, muy confortables, que aconsejaban:
“Si quieres ser líder, debes de tener la seguridad y el coraje suficientes para permanecer solo”. "Los líderes, al igual que las águilas, no vuelan en bandadas”
Entonces comprendí por qué TÚ, pudiste soportar aquella soledad.