En el anterior artículo hablamos de la cultura actual, que ha generado el “hombre sin vocación”. Frente a esta situación se propone el reto de crear una nueva cultura vocacional, con unas características muy definidas, que hoy son más necesarias que nunca, para que surjan nuevas vocaciones cristianas, sacerdotales y consagradas.
La cultura vocacional en especial hace referencia a valores olvidados por la «cultura de la muerte », tales como la gratitud, la aceptación del misterio, el sentido de lo imperfecto del hombre y, a la vez, de su apertura a lo trascendente, la disponibilidad a dejarse llamar por otro, o por Otro, y preguntarse por la vida, la confianza en sí mismo y en el prójimo, el afecto, la comprensión, el perdón, admitiendo que aquello que se ha recibido es inmerecido y sobrepasa la propia capacidad, y es fuente de responsabilidad hacia la vida.
También forma parte de esta cultura vocacional la capacidad de soñar y anhelar, el asombro que permite apreciar la belleza y elegirla por su valor intrínseco, porque hace bella y auténtica la vida, el altruismo que no es sólo solidaridad de emergencia, sino que nace del descubrimiento de la dignidad de cualquier ser humano.
A la cultura del ocio, que corre el peligro de perder de vista y anular los interrogantes serios, se opone una cultura capaz de encontrar valor y gusto por las grandes cuestiones, las que atañen al propio futuro. Son las grandes preguntas, en efecto, las que hacen grandes las pequeñas respuestas. Pero son precisamente las pequeñas y cotidianas respuestas las que provocan las grandes decisiones, como la de la fe; o que crean cultura, como la de la vocación.
Esta cultura vocacional llega a ser hoy, probablemente, el primer objetivo de la pastoral vocacional o, quizá, de toda la pastoral en general. ¿Qué pastoral es, en efecto, esa que no cultiva la libertad de sentirse llamados por Dios, ni produce cambio de vida? ¿No nos debemos interrogar por una vida, una pastoral cristiana sin frutos vocacionales? ¿No nos duele que de nuestras catequesis, grupos de jóvenes, familias, parroquias surjan tan pocas vocaciones e incluso, a veces, ni tan siquiera se plantee el tema vocacional expresamente?
Construyamos entre todos esa nueva cultura vocacional.